El misterio del castillo que fue construido por un solo hombre

El misterio del castillo que fue construido por un solo hombre

En los años 30 del siglo XX, Edward Leedskalnin erigió sin ayuda alguna un impresionante complejo con bloques de varias toneladas de peso

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Hay personas, auténticos visionarios, que solo con su fuerza de voluntad son capaces de acometer empresas titánicas que parecían imposibles de llevar a cabo por un solo ser humano. En España, tenemos el caso de Justo Gallego, un antiguo monje que saltó a la fama en 2005, después de que una campaña publicitaria diera a conocer su proyecto de construir una catedral en el municipio madrileño de Mejorada del Campo.

Fuera de nuestras fronteras, es también posible encontrarnos con este tipo de personajes. Si hace unos meses desvelamos la increíble historia de Ra Paulette, el hombre que excavó una inmensa catedral subterránea, hoy haremos lo propio con Edward Leedskalnin, un asombroso personaje que construyó un castillo con más de mil toneladas de roca caliza sin ningún tipo de ayuda.

La apasionante historia de este emigrante letón afincado en Florida arranca en 1913, cuando, según cuenta el blog « Misterios.co», este picapedrero conoció a la joven Agnes Scuffs, el gran amor de su vida. Aunque ella era diez años menor que él, iniciaron una relación y pronto decidieron casarse. Sin embargo, el día antes de la boda, la muchacha decidió anular el compromiso y abandonó a Leedskalnin.

Destrozado por la ruptura, el joven decidió emigrar a Estados Unidos, donde acabó por establecerse en Miami. Allí, lejos de olvidar a Agnes, dedicó el resto de su vida a construir un castillo en su honor, con la esperanza de que su amor volviese algún día junto a él.

Así, en 1920 ya había edificado su Castillo de Coral en Florida City, utilizando herramientas rudimentarias sacadas de desguaces y vertederos y con piedra coralina extraída del mismo lugar como materia prima. Años después, en 1936, compró un terreno de cuatro hectáreas cerca de Homestead, para trasladar y poder ampliar el castillo erigido en honor a la joven Agnes.

A pesar de que era un hombre menudo y apenas pesaba 45 kilos, Leedskalnin se las arregló para trasladar una por una las once mil toneladas de piedras que componían el castillo. Algunos de estos bloques pesaban más de 30 toneladas. Sin embargo, nadie sabe aún cómo logró moverlas a lo largo de los quince kilómetros que separaban ambas propiedades sin ninguna clase de ayuda. Celoso de su intimidad, siempre trabajaba de noche y guardaba toda sus actividades en el más absoluto secreto. Se dice que para cargar y descargar las piedras utilizó un rudimentario sistema de poleas y trípodes y que usó un viejo camión para el transporte, aunque en realidad nadie vio como lo hizo.

Una vez trasladado, levantó una muralla alrededor del Castillo de Coral, formada por bloques de dos metros y medio de altura por tres de ancho y un peso de unas 60 toneladas. Esta construcción todavía fascina a los especialistas, de forma que la han bautizado como «el moderno Stonehenge» por el misterio que encierra su construcción.

En el interior de la propiedad, Leedskalnin se dedicó a esculpir relojes de sol, representaciones del sistema solar o complicadas estructuras de piedras coralinas, así como a emular el sistema de construcción de las pirámides o el de Stonehenge.

Uno de los elementos más fascinantes del castillo es la enorme puerta giratoria que franquea la entrada. Consta de un gran bloque de piedra de unas nueve toneladas de peso que descansa sobre otra pequeña piedra cilíndrica, que a su vez está engastada en los rodamientos de una vieja rueda de camión.

El equilibrio de este mecanismo es tan perfecto que la puerta se puede mover sin esfuerzo con un solo dedo. Hace unos años, los rodamientos de la rueda se atascaron debido al peso y el paso del tiempo. Para poder cambiar los rodamientos fue necesario levantar la puerta con una potente grúa hidráulica. Sin embargo, nadie sabe todavía cómo logró elevarla Leedskalnin.

Algunas teorías apuntan a un misterioso generador magnético inventado por el propio emigrante letón en 1918 y cuya patente nunca le fue concedida. Un prototipo de este aparato aún descansa en el interior del castillo y, según sus defensores, podría haber servido de ayuda a este ingenioso hombre para elevar las enormes rocas de piedra caliza sin esfuerzo ni ayuda.

Sin embargo, no todo es misterio en el Castillo de Coral. El amor de Leedskalnin hacia la joven Agnes impregna todos los rincones de los jardines, adornados con fuentes y flores en su honor, y presididos por la «Mesa de San Valentín», una piedra tallada en forma de corazón en la que Edward cenaba cada noche y en la que anotaba cada 14 de febrero que pasaba sin su amor. Sin embargo, Agnes nunca regresó. A finales de 1951, Edward Leedskalnin comenzó a sentirse mal y acudió al hospital para hacerse un reconocimiento. Allí entró en coma y falleció a los pocos días.

En la actualidad, Coral Castle pertenece a una entidad privada y cada año recibe más de de 50.000 visitantes. Este peculiar castillo es el más asombroso legado de de un hombre que, aunque no completó sus estudios primarios, fue capaz de construir un generador de corriente alterna, su propia radio o una gran cantidad de relojes de maquinaria perfecta. Más de medio siglo después de su muerte nadie ha logrado aún descubrir el secreto que se escondía detrás de este genio.

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