El éxito de los pilotos depende de la tecnología de sus coches
El éxito de los pilotos depende de la tecnología de sus coches - abc
ANÁLISIS

La varita mágica para fabricar talentos deportivos

La investigación y la innovación técnica intenta abrirse camino en el deporte

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Hay dudas acerca de si el campeón nace o se hace. Al futbolista mejor dotado –para el deporte– se le califica de talento. Un segundo es la lucha constante que separa a los pilotos de Fórmula 1 y Motociclismo del podio del resto de competidores. Aunque el entrenamiento es fundamental, los avances tecnológicos e informáticos han contribuido con su pequeño granito de arena en mejorar los resultados.

La profesionalización ha llevado al ser humano a desafiar los límites establecidos, encontrando en la tecnología su mejor aliado. «La innovación ha cambiado el deporte de una manera cuantitativa, pero a medio plazo pueden hacerlo de forma cualitiva», explica José Luis Pérez Triviño, director de la revista « FairPlay». Los cambios introducidos ponen de manifiesto la naturaleza del deporte, donde la principal controversia es la desigualdad de oportunidades.

«El problema no está tanto en la modificación del juego sino en que solo unos pocos solo puedan acceder a estos recursos tecnológicos».

Nada tienen que ver las raquetas de tenis que manejaba Manolo Santana –pionero en España de este deporte en los sesenta– con las que remata actualmente el portentoso Rafael Nadal. Su herramienta es indispensable para sorprender, para llegar a la bola y conseguir efectos. La nanotecnología de fibra de carbono ha sido un apoyo para conseguir mayor ligereza y robustez. Con internet, incluso, van apareciendo raquetas conectadas capaces de registrar en tiempo real los movimientos del tenista para pulir defectos. Es el caso de Babolat Play Aeropro Drive, que tiene unos sensores que transmiten datos, algo similar a la solución de Zepp.

Materiales más ligeros

La ingeniería y la investigación científica ha hecho palanca en otros deportes para intentar ofrecer mejores resultados a los deportistas. Las máquinas creadas por Giovanni Pinarello permitieron exprimir el talento de Miguel Indurain en cuatro de sus cinco Tours. Extraordinaria fue la Espada, aquella futurista bicicleta con la que el ciclista navarro consiguió el récord de la hora. Un prodigio de la innovación en nuevos materiales y técnicas de aerodinámica. Pesaba 7.2 kilos y estaba fabricada en una sola pieza. Veinte años después, son los potenciómetros los que dominan el pelotón en las competiciones.

De forma autómata, estrellas como Chris Froome han dejado de mirar a sus rivales para centrar su atención en un ordenador a bordo que registra pulsaciones, velocidad, altitud y vatios por pedalada. En la búsqueda de la perfección cualquier mínimo detalle puede decantar la balanza. Acostumbrados a los cascos en forma de pico que se utilizan en las contrarreloj, el equipo Sky fue pionero en el uso de un casco con forma de gota de agua, basándose en estudios que demuestran que este novedoso diseño es el que mejor penetra en el aire.

Para entrenar

Aunque mucho se ha discutido sobre la implantación de la tecnología en el deporte rey, los futbolistas también aprovechan las ventajas que las innovaciones generan. El diario ABC desvelaba en 2007 que el emblema madridista Raúl había transformado su dormitorio en una cámara de hipoxia, con el objetivo de simular una estancia en altura y mejorar así su resistencia. La técnica denominada LHTL («living high training low», vivir arriba y entrenarse abajo) persigue aumentar el rendimiento físico sin depender de un emplazamiento natural muy peculiar, donde el ejercicio solo puede realizarse durante cortos espacios de tiempo.

Muchos deportistas han utilizado técnicas similares para mejorar sus marcas y cada vez más se utiliza para superar lesiones. Precisamente, el Real Madrid de fútbol ha introducido la tecnología en los entrenamientos. Un sistema de GPS en tiempo real sigue los movimientos, ritmo cardíaco y velocidad de los jugadores. Los parámetros recogidos se aprovechan para planear sesiones con objetivos concretos.

El reto de fabricar deportistas de élite también tiene su pequeña aportación la creación de trajes específicos y personales para la figura de cada ellos. Ahí es donde entra la informática y la experimentación con materiales distintos de los tejidos habituales. Si no que se lo pregunten al nadador americano Michael Phelps, que se llevó a casa ocho medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing. «Dopaje tecnológico» lo llamaron entonces. Diseñado con la colaboración de la NASA y la empresa de dinámicas de fluidos Ansys, la firma Speedo creó un traje biométrico diseñado con características hidrodinámicas basadas en piel de tiburón. Un impulso a sus marcas.

Monitorización del rendimiento

Hasta en deportes de corte clásico como la hípica, la alta tecnología va haciéndose cada vez más patente. En el Hipódromo de la Zarzuela, el Equipo 38 inició tiempo atrás un proyecto pionero sustentado en el sistema PEVIC: un programa que recoge en tiempo real las distintas variables de entrenamiento (distancia, tiempo, velocidad y pulsaciones) que registran los caballos cada vez que salen a la pista.

Frente a la técnica aparecen los sensores como mecanismos para registrar todo tipo de información durante la práctica del deporte y conseguir así sacarle partido al cuerpo humano. Muchos clubes deportivos utilizan en los entrenamientos camisetas con pulsómetros para capturar diferentes estados físicos. Para luego trabajar sobre ellos, se entiende. Recientemente, una «startup» española diseño Gow, una camiseta especial que alberga dos sensores específicos para fines deportivos.

El impulso de algunos fabricantes de tecnología de consumo ha llevado a intentar llevar al mercado «gadgets» pensados para la monitorización de la actividad física (presentes ya como principal atractivo en los llamados dispositivos vestibles), así como pequeños aparatos como el de Zepp que recoge los movimientos de un golfista o tenista para mejorar su rendimiento.

Que Marc Márquez es un chico valiente no cabe duda. Que arriesga cada curva a 45 grados, tampocos. Pero sí es de recibo pensar que parte de la ventaja de algunos pilotos se debe a la máquina utilizada. Es posible que el joven catalán de Repsol Honda fuese casi igual de rápido subido a una moto de otra escudería de las llamadas «satélites». Pero no se puede obviar que rascar dos décimas de segundo quizá no fuese posible sin la ingeniería.

Conseguir la máquina perfecta requiere de un desarrollo donde no hay margen de error. La fibra de carbono es innegociable en chasis y carrocería, el magnesio busca la mayor ligereza posible en las llantas y el control de tracción está diseñado para permitir inclinaciones imposibles. A este nivel de sofisticación no es de extrañar que en la fabricación de estos milagros sobre dos ruedas se haya empleado parte de la tecnología utilizada en Asimo, el robot humanoide más desarrollado del mundo y uno de los buques insignia de la propia Honda.

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