Un largo historial de fracasos en el Muelle de las Delicias

Sevilla Beach se suma al listado de negocios fallidos en este enclave del Puerto, tras un mes y medio de escasa actividad

Interior de las instalaciones de Sevilla Beach JUAN FLORES

E. MARTOS

La imagen que pueda ofrecer cualquier mañana la playa urbana instalada en el Muelle de las Delicias poco tiene que ver con los primeros días de su estreno. Sevilla Beach generó una tremenda expectación que llenó de bañistas las hamacas y las zonas deportivas. Durante la primera semana la iniciativa era acogida con gusto y se hablaba de una verdadera alternativa para los que estaban condenados a trabajar durante los meses de v acaciones o no podían permitirse unos días de descanso junto al mar. Pero la orilla que intenta recrear la piscina de 40 centímetros de profundidad luce solitaria cada día desde que comenzó julio. Y la cosa no ha ido a mejor durante la primera quincena de agosto.

No es la primera iniciativa que se desinfla en el Muelle de las Delicias, que ha conocido pocos proyectos solventes . Un calvario financiero acaba de superar el propio acuario , que cambió de manos hace apenas unas semanas. La compañía valenciana G lobal Omnium ha adquirido la empresa que lo gestiona por siete millones de euros , con la intención de reflotarlo y aliviar la deuda de más de cinco millones que arrastraban las instalaciones.

Otro de los fiascos millonarios que se localizó en este enclave fue la noria que puso en marcha la empresa El Mirador de Sevilla . La atracción de apenas 40 metros intentaba emular al exitoso London Eye de Londres , que la triplica en altura. El estreno, en junio de 2015, también contó con una magnífica acogida que pronto se diluyó. Luego llegaron las críticas : el paseo de 15 minutos a 7,5 euros para los adultos fue considerado excesivo y tampoco convencieron las vistas , pues desde lo alto apenas se llegaba a divisar el Puerto, el edificio de Capitanía , el barrio de Los Remedios y el skyline del Centro .

La concesionaria terminó desmontando y devolviendo las llaves quince meses después , tras gastar dos millones de euros y no llegar ni a los 60.000 usuarios, muy lejos de los 350.000 previstos en el plan de negocios.

Restaurante Baluma

Tampoco se ha salvado el sector hostelero, con el cierre del restaurante Puerto Delicias , que ha cambiado hace unos meses de nombre y de manos. El establecimiento, que se encuentra también en el muelle, se llama ahora Baluma y lo regenta el mismo empresario que Malaespina .

Ese parece ser el único proyecto que sigue a flote. En lo que respecta a la playa artificial , no parece que sus promotores vayan a repetir el próximo año o al menos esa es la opinión de uno de los monitores de actividades que lamenta la situación: « esto está siempre vacío . Algún turista se deja caer por aquí y se refresca, pero vienen pocos sevillanos», indica a ABC.

Durante varias jornadas este medio ha podido comprobar que la afluencia es mínima . Sólo empieza a recibir visitas cuando cae la tarde y el acceso se restringe a los menores de edad. El mismo empleado confirma que «como bar de copas funciona mucho mejor que como zona de actividades acuáticas». Asegura que «la terraza se llena durante la noche y los clientes permanecen hasta el cierre», en torno a la 1.00 de la mañana. A veces algo más tarde.

El verdadero gancho de Sevilla Beach debían ser las áreas de simulación para practicar deportes de agua. Una ola de surf permite cabalgar sobre una tabla y otra piscina de profundidad para practicar submarinismo. Pero el precio no ha terminado de convencer a los usuarios , como indican dos de ellos justo a la salida. Vale diez euros un cuarto de hora y si no tienes equilibrio, estás todo el tiempo cayéndote, se lamentan. También consideran excesivo el coste de las hamacas y las camas, similar al de playas cercanas.

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