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ANÉCDOTAS DE LA MEDICINA

Hubo un tiempo en el que el tabaco fue un medicamento

Que los médicos del siglo XVI recomendaran fumar a los enfermos asmáticos y con otros problemas respiratorios como remedio ideal para sus padecimientos es hoy una anécdota más de las que ya forman parte de la historia de la medicina. Ahora, muchas de ellas son recopiladas por el doctor José Ignacio de Arana

20.12.13 - 08:00 -
Hubo un tiempo en el que el tabaco fue un medicamento
El pediatra José Ignacio de Arana, autor de ‘Diga 33’, publica ahora ‘De cómo un hongo salvó al mundo’, un libro que narra las anécdotas más curiosas de la historia de la medicina. FOTO: ALBERTO FERRERAS.

«¿Curioso? Lo soy y mucho, desde pequeñito. Sobre todo me gusta conocer el aspecto divertido de las historias en el sentido que decía Chesterton, divertido como lo contrario de aburrido, no de serio», afirma el doctor José Ignacio de Arana, especialista en Pediatría y miembro de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas de la Sociedad Española de Historia de la Medicina.

Para más señas, autor de más de treinta libros, entre los que destacan el famosísimo compendio de anécdotas médicas ‘Diga 33’ y ‘Grandes polvos de la historia’, a los que ahora hay que sumar ‘De cómo un hongo salvó el mundo’, un recorrido poco convencional por esa historia de la medicina que apenas conocemos.

–Su libro se titula así por elhongo del que se extrae la penicilina. ¿Es la casualidad una buena compañera de los investigadores o lo que le pasó a Alexander Fleming es algo extraordinario?

–No, extraordinario no. Lo que pasa es que, como decía Pasteur, la casualidad solo ayuda a las mentes preparadas. Lo que le sucedió a Fleming seguramente le ocurrió a muchos más investigadores, pero solo él se fijó en aquella placa de Petri y la estudió. Una serendipia de la ciencia.

–¿Se han perdido batallas por culpa de catarros o indigestiones?

–Posiblemente sí. Igual que en la Batalla de Waterloo parece ser que uno de los generales de Napoleón Bonaparte no pudo acudir en ayuda del emperador porque estaba con una crisis aguda de hemorroides.

–Bueno, en cierto modo y hablando de Napoleón a él le mataron sus dolores abdominales, ¿no es así?

–Nunca se ha sabido muy bien lo que sucedió y es difícil hacerlo a través de los estudios retrospectivos patológicos. La teoría conspiratoria es siempre muy tentadora y queda más sugerente decir que a Napoleón le envenenaron con arsénico a decir, como señalan otras, que murió de un cáncer de estómago. Además, en aquella época el arsénico se usaba como tratamiento, era como el paracetamol de hoy en día, por lo que era frecuente encontrarlo en el organismo. Ahora ¿morían por ello? Pues seguramente muchos no.

–¿Qué sería de la medicina sin las drogas y los venenos?

–No sería nada porque se han utilizado para todo.Hay dos venenos de los más potentes del mundo que se usan mucho hoy. Uno es el curare, que se utiliza en cirugía como relajante muscular. El otro es el más potente que existe y es la toxina botulínica de la que sale el bótox, que es un paralizante muscular, motivo por el que estira las arrugas.

–Había plantas como la mandrágora que llegaron a falsificarse, al igual que sucede con los fármacos hoy.

–Así es. En el caso de la mandrágora lo que pasaba es que no era un producto abundantísimo y sí muy demandado. Por ello se cogían raíces de otras plantas y se las daba forma antropomórfica, ya que la raíz de mandrágora tiene forma de persona. De hecho, en la Biblioteca Imperial de Viena se conservan algunos ejemplares falsos que pertenecieron al emperador Rodolfo II en el siglo XVII. También es falso el ejemplar del Museo Real del Colegio de Cirujanos de Londres en el que se trabajó la figura de unos gemelos con todos los detalles: rostros barbudos, ojos, nariz, manos con todos sus dedos…

–Hay plantas con menos leyenda pero más efectivas. Pensaba en el ajo y en cómo ayudó a construir las pirámides.

–¡Es que el ajo es una maravilla! Cuando a Unamuno le exiliaron a Fuerteventura durante la Dictadura de Primo de Rivera escapó a Hendaya y un periódico de la época mandó a un corresponsal a que le hiciera una entrevista. ¿Sabe? A la pregunta de «¿qué es lo que más echa de menos de España?» respondió: «El ajo». Seguro que el diario esperaba una respuesta diferente a esta [risas]. Pero volvamos a la cuestión inicial. Si a los soldados romanos se les daba una parte del salario en sal –de ahí el nombre– que servía para conservar los alimentos, a los obreros que construían las pirámides se les daba en ajos, ya que esta Liliácea es un estimulante del estado general del sujeto y un aporte de energía extra para el organismo. Algo parecido a lo que pasaba con la coca en América.

–Escribió un libro que se mete en la intimidad de los dormitorios de los reyes, pero me temo que los ‘polvos de la Condesa’ no tienen nada que ver con él. ¿Qué son entonces?

–Nada menos que la quinina. De América vinieron muchas cosas y algunas revolucionaron la medicina, sobre todo dos productos: el tabaco y la quinina.

–¿El tabaco?

–Sí, sí. Hubo un tiempo en el que se consideró como medicamento. De hecho era casi una panacea que servía para todo: para rejuvenecer, para los dolores de cabeza, e incluso para las enfermedades de los bronquios, algo que hoy sería impensable pero que en el siglo XVI servía a los médicos para que sus enfermos expectoraran y liberaran sus pulmones de ‘la podre’.

–Por cierto, ¿a qué condesa se refieren los polvos?

–A la de Chinchón. Ella era la esposa del virrey de Perú y padecía la malaria, que es la enfermedad que más muertes ha causado en la historia, desde Alejandro Magno hasta ahora. Entonces una criada le suministró unos polvos –procedentes del árbol de la quina– que tenían los indios y que eran un secreto que se mantenía dentro de la tribu para tratar esas fiebres y la curó. El virrey viendo el resultado se los trajo para España. Fue una gran revolución porque por sus propiedades servían para muchas enfermedades que cursaban con fiebre.

–Y llegó Schweppe y montó el gran negocio...

–Sí. En la India había mucha malaria por lo que los ingleses tomaban mucha quinina para prevenirla. Pero esta sabe a demonios por ser muy amarga así que se les ocurrió mezclarla con agua con burbujas y azúcar, que le restaba un poco de mal sabor. Entonces el señor Johan Jacob Schweppe tomó nota de la idea y comenzó a fabricar el agua tónica. Además los ingleses, siempre tan aficionados a la ginebra, decidieron añadirle este alcohol por ver si así sabía mejor, naciendo el gin tonic.

–Esta enumeración parece mitología, pero no lo es: mujeres ponedoras de huevos, un hombre pez, madres que paren bebés a su vez embarazados… La teratología que documentaba el padre Feijoo era todo un prodigio de ‘monstruos’, ¿tienen todos explicación científica?

–En principio sí. Las mujeres ponedoras de huevos hoy sabemos que seguramente tuvieron un parto de una mola hidatiforme, que es una malformación del embrión. El padre Feijoo dedicó muchas páginas de su ‘Teatro crítico’ al hombre pez de Liérganes, que según Gregorio Marañón sería sin duda un afectado de hipotiroidismo congénito, enfermedad conocida como cretinismo que se manifiesta con retraso mental, piel áspera y una especial tolerancia a la falta de oxígeno, lo que justificaría la resistencia en caso de inmersión bajo el agua. Y la molinera de Turingia que parió a una niña embarazada a su vez de otra, como una especie de matrioska, se asemeja a los casos descritos en teratología moderna en los que se habla de gemelos en los que uno de los embriones queda incluido en la masa orgánica del otro. Así uno puede avanzar en su desarrollo hasta el momento del parto, pero el otro se convierte en una masa informe donde sí es posible identificar dientes, pelo, huesos…

–Sin llegar a la parada de los monstruos, el cine se ha sumergido muchas veces en el mundo de la medicina. ¿Qué películas sí que lo representan bien?

–Hay muchas, como ‘No serás un extraño’, de Stanley Kramer, o algunas basadas en novelas como ‘Cuerpos y almas’, llevada al cine por Curtis Bernhardt, pero yo casi diría lo contrario, ¿cuáles no se acercan nada a la realidad? Las series de televisión, sin excepción. Y sin embargo calan mucho entre la gente. ¡No se imagina los comentarios que por ellas se escuchan en las consultas!

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