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ATENCIÓN PRIMARIA

Obesidad mórbida, un problema mental

Son más mujeres que hombres las que acuden al especialista a tratarse esta enfermedad y la edad de los pacientes está disminuyendo. Operarse es solo un paso para combatir esta patología en la que la motivación para seguir con un tratamiento de por vida aboca al éxito o al fracaso

03.01.14 - 18:57 -
Obesidad mórbida, un problema mental
Juan Carlos Gutiérrez y el doctor Juan Carlos Ruiz de Adana, jefe de la Sección de Cirugía General y Digestivo del Hospital Universitario de Getafe, dos días después del bypass gástrico. Foto: Elvira Megías.

Hace tres años, Juan Carlos Gutiérrez sufrió un infarto. Tenía 49 años y pesaba 116 kilos. Su médico le remitió a un endocrino porque con un índice de masa corporal (IMC) de 41,5 se le diagnosticó obesidad mórbida. «Comía a deshoras y mal, no tenía una dieta regular, algunos días no desayunaba y fumaba dos paquetes de cigarrillos diario», recuerda Gutiérrez que, además, sufría diabetes.

Según explica la doctora Susana Monereo, jefa de Endocrinología de la Unidad de Obesidad Mórbida del Hospital Universitario de Getafe, es entonces cuando «el médico de cabecera remite al paciente al endocrino y es el especialista el que decide si es susceptible de un tratamiento quirúrgico».

En caso de serlo, al paciente se le deriva a una unidad de obesidad mórbida y allí debe seguir un protocolo establecido: exploración completa, pruebas y analíticas para descartar enfermedades que puedan contraindicar la cirugía y pruebas psiquiátricas que confirmen que el paciente tiene plenas facultades mentales para entender que tras la operación tendrá que controlar la alimentación. Será después de este protocolo cuando se decida qué técnica se utilizará.

Cuando el endocrino le sugirió a Gutiérrez que se sometiera a una cirugía, este la rechazó: «Fui muy reacio porque temía la operación, pero al final acepté porque hago dieta desde los 13 años y con otros tratamientos no he podido adelgazar ni mejorar mi salud».

En abril, Gutiérrez se operó en la Unidad de Getafe. Allí se practica este tipo de cirugía a 100 pacientes al año, aunque ven al doble contando preoperatorio y postoperatorio. «Vienen personas que tienen un alto grado de enfermedades asociadas, ya que este tratamiento no tiene un fin estético», sostiene el doctor Juan Carlos Ruiz de Adana, jefe de la Sección de Cirugía General y Digestivo.

«Un obeso mórbido tiene una expectativa de vida de ocho años menos que la de alguien con un peso adecuado. Suelen tener enfermedades asociadas como la diabetes, mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, hipertensión, niveles altos de azúcar en sangre y colesterol alto».

Dos días después de la intervención de bypass gástrico, Gutiérrez muestra las cinco heridas de la laparoscopia. «El futuro lo veo muy bien. Sé que debo cambiar la forma de comer, masticar bien los alimentos, hacer ejercicio moderado y evitar el alcohol y las grasas». Y es que después de la intervención, viene el proceso de cuidar los hábitos alimenticios, un proceso de por vida al que se debe acostumbrar el paciente, que ve cómo se llena su estómago comiendo la décima parte que antes y siguiendo unas dietas estrictas. «Tras la cirugía, se supervisa la pérdida de peso y el grado de malnutrición que va adquiriendo el paciente. En las cirugías en las que se acorta el intestino, se produce una falta de absorción de las grasas, pero también de los minerales, sobre todo del hierro y el calcio, a veces de las proteínas, la vitamina B12 que se absorbe en el estómago y el zinc. Si el paciente hace una dieta adecuada, minimiza mucho las deficiencias nutricionales», explica la doctora Monereo. La pérdida importante de peso provoca la aparición de exceso de tejido dermograso en brazos, mamas, abdomen y muslos. «Aquellos que han adelgazado bien y a los que este exceso de tejido les produzca un trastorno funcional (infección, dificultad para moverse, etc.) son remitidos al cirujano plástico para hacerse una remodelación corporal», mantiene el doctor Ruiz de Adana.

Diferencia por sexo

Mientras que el hombre suele operarse solo cuando ha sufrido un infarto, las mujeres acuden más a consultar al especialista, en parte porque están más preocupadas por la apariencia y porque la obesidad se asocia con una disminución de la fertilidad y un aumento de las complicaciones durante la gestación.

Actualmente, la proporción es de un 70% de mujeres y un 30% de hombres. La edad media es de 37 años, está disminuyendo porque la adolescencia es un periodo muy importante para fijar hábitos y para que el desarrollo sea el correcto. Sin embargo, los especialistas insisten en que no basta con la cirugía: «El tratamiento quirúrgico es paliativo, no curativo», explica el doctor Ruiz de Adana. «El paciente debe saber que será obeso de por vida. Diez años después, de cada tres operados a una le va a ir muy bien, a otra regular y a otra fatal. Porque al principio están muy motivados pero luego empiezan a comer más de lo que deben y pierden la disciplina del ejercicio».


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