Vivienda

El Palmar, un paraíso de la ilegalidad

Durante años se han construido viviendas sin control ni licencia en este núcleo rural de Vejer. La Junta de Andalucía ha pasado a la acción y está haciendo un control exhaustivo y obligando a la demolición de las viviendas edificadas sin ningún tipo de licencia

Vivienda en construcción en El Palmar Antonio vázquez
Jesús Mejías

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«¿Qué hay viviendas ilegales por aquí? No sabía nada, pero creo que tienen que ser las últimas que veis ahí delante, son las últimas que se han levantado y la última vez hubo lío con ellas».

En El Palmar reina la ley del desconocimiento, nadie tiene constancia del derribo de nuevas viviendas ilegales en este pequeño núcleo rural perteneciente a la localidad de Vejer, o nadie quiere hablar de ello. Desde hace años, los palmareños viven «una pesadilla», no les dejan construir su vivienda en sus parcelas. Aquí se respira tranquilidad, no hay estrés, no hay prisas. Las lluvias de la Semana Santa han dejado una estampa muy florida en los caminos zigzagueantes por los que es muy fácil perderse. Aún no es verano, pero los primeros días de calor intenso traen consigo a multitud de bañistas. Es jueves, es abril, pero la playa de El Palmar presenta una imagen más típica de junio o septiembre.

El paraíso y la paz que se respira en la playa choca con la estampa que se vive en el paseo marítimo. Multitud de operarios trabajan en el montaje de los muchos establecimientos que se preparan para el verano. «Mi hija no se puede construir una casa en un terreno que tenemos aquí detrás, pero todos los años montan muchísimos bares, que ya te digo yo que ninguno tiene licencia, porque aquí lo único que importa es el dinero«, afirma Rosi, descendiente de los nativos de El Palmar.

Este caos, esta pesadilla de los vecinos nativos de El Palmar no es nueva, no. La Junta de Andalucía notificaba a dos propietarios que el pasado 12 de marzo se iba a producir el derribo de sus dos viviendas, aunque ambos, y como anteriormente habían hecho otros vecinos, decidieron actuar ellos antes con el fin de no complicar más aún una situación que ya de por sí es compleja. No era la primera ocasión que la administración andaluza actuaba en El Palmar. En 2022, La Inspección de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Junta de Andalucía llevó a cabo una operación en el núcleo rural para paralizar 17 nuevas parcelaciones urbanísticas ejecutadas en suelo rústico en las que se habían instalado 102 edificaciones sin ningún tipo de licencia urbanística ni autorización administrativa. «Dichas edificaciones, en su mayoría prefabricadas, se han instalado en su mayor parte de forma reciente como consecuencia de la cercanía al litoral y la atracción turística», se desgranaba del comunicado de la Junta.

Un paraíso convertido en infierno

El Palmar se ha convertido para sus nativos en un «caos». Los palmareños han visto como en apenas quince años «esto se ha descontrolado». Un «caos» que no ha surgido de la noche a la mañana, es un problema «que viene de lejos», como asegura un vecino de la zona.

Durante la II República a través de una Ley Agraria, un grupo de 99 colonos recibió propiedades en El Palmar a cambio de instalarse en unos terrenos prácticamente abandonados a cambio de que trabajaran la tierra y se convirtiera en un núcleo de población cada vez más desarrollado. La paz en el El Palmar comenzó a alterarse en la década de los 80 con la llegado de los primeros turistas.

«Yo recuerdo el día en el que vi la primera caravana aparcada en El Palmar, y me sorprendió porque nunca había visto una», señala Manuel, descendiente de los nativos de El Palmar. «Era un grupo de alemanes que hablaban un poco de español, me acuerdo que estuvieron aparcados en frente de mi casa como una semana en mayo y luego se fueron».

El número de turistas fue creciendo anualmente, y los palmareños convivieron en armonía con los visitantes que llegaban en mayo o junio y se iban en septiembre. Abrieron muchos restaurantes enfocados en el turismo. «Los primeros bares que se abrieron aquí fueron Molina, Los Arcos y el Pájaro Verde», recuerda Manuela. El problema llegó cuando los descendientes de los nativos de El Palmar quisieron hacer negocio con los terrenos heredados vendiendo parcelas a aquellos turistas que se habían enamorado de este pequeño paraíso para construir una segunda vivienda, la casa en la playa de toda la vida.

Con el objetivo de hacer negocio ante el desembarco de ciudadanos británicos, alemanes y belgas principalmente, se comenzó a vender terrenos rurales a precio de suelo urbano para el levantamiento de nuevas viviendas y negocios, muchos de ellos sin licencias.

La situación en El Palmar se descontroló y los terrenos se dividían de manera ilegal en parcelas más pequeñas para levantar nuevas casas con el fin de sacar un mayor rédito económico, ya que en la actualidad se oferta una semana en julio o agosto por un precio no inferior a los mil euros. Una práctica que perdura a día de hoy en El Palmar. Andando por los carriles se encuentran multitud de viviendas con carteles de bienvenida en la puerta y con las instrucciones para obtener la llave. Parcelas delimitadas por pequeñas vallas, dónde se se han instalado casas prefabricadas de madera, césped artificial y alguna piscina no muy grande de plástico.

Debido al crecimiento del número de viviendas, el Ayuntamiento de Vejer aprobó en el año 2010 un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para regularizar 1.600 viviendas con la idea de que los nativos de la región pudieran tener sus viviendas y sus terrenos completamente legal, aunque finalmente se paralizaría. En 2019, los ayuntamientos de Vejer, Barbate y Conil pidieron ayuda a la Junta para controlar el auge de viviendas ilegales, y comenzaron a tramitarse los expedientes para su demolición, como está ocurriendo a día de hoy.

Los palmareños, los principales damnificados

Adentrarse en los carriles de El Palmar es hacerlo en un laberinto de caminos, muchos ellos no tienen salida, otros son prácticamente intransitables para los coche. Parcelas delimitadas por pequeñas vallas, en muchas de estos terrenos hay grandes lonas para evitar que se vea el interior. En muchas casas hay candados en la puerta, carteles alertando de la presencia de perros peligrosos y cámaras de seguridad. Reina el silencio.

Los vecinos no saben nada. «¿Casas ilegales aquí? No tengo ni idea, hace tiempo escuché algo y vi a la Guardia Civil, pero en los últimos días nada».

Un gran número de las viviendas y restaurantes en El Palmar han sido edificados sin licencia. «Conozco a gente que ha tenido suerte, se ha hecho una casa en invierno sin que les hayan pillado».

Juan ve con preocupación la situación actual. «Yo vivo en el carril de Emilio, y no es normal que yo le deje un terreno a mi hijo y no se pueda construir una casa, y en verano monten en esta bajada de la playa un chiringuito sin cuarto de baño y ver a gente orinando y defecando en las dunas como si nada«.

«Todos los veranos es lo mismo, muchas veces hemos tenido reuniones con el Ayuntamiento, nos han convocado, pero estamos pagando justos por pecadores, siempre es lo mismo», sentencia.

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