Los Teatros del Canal acogieron anoche en Madrid la tradicional fiesta de los nominados a los Premios Goya, antesala de la 28 edición de los galardones al cine español que se entregarán el 9 de febrero en el Centro de Congresos Príncipe Felipe. Actores, directores y equipos técnicos calentaron ayer motores en la alfombra roja a tres semanas de la gran fiesta por antonomasia del cine patrio.
Tras el paseíllo y con todos los nominados sentados juntos sobre el escenario, la cineasta Cayetana Guillén-Cuervo fue la encargada de dar comienzo al acto con la proyección de un vídeo con todas las nominaciones para, acto seguido, dar paso al esperado discurso del presidente de la Academia de Cine, que no defraudó las expectativas de los asistentes tras un año marcado por la subida del IVA cultural y unos datos de taquilla mejorables.
“A pesar del momento que atravesamos y las zancadillas que a veces nos ponen, el talento y la creatividad no nos lo van a quitar. El cine español está muy vivo”, arrancó Enrique González-Macho, que aprovechó su presencia en el escenario para ‘tirar de las orejas’ a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal y al Ayuntamiento de Madrid, este último por su falta de apoyo en contraposición al recibido por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. “Podríamos enviarle su protocolo de actuación. Si hace falta, lo traducimos en inglés”, ironizó ante los representantes de una industria, la cinematográfica, que cierra un año difícil.
Después dar la enhorabuena a los nominados por “sacar lo mejor de sí mismos en tiempos especiales" con “proyectos arriesgados” y que “invitan a la reflexión”, el presidente de la Academia hizo entrega del Goya de Honor al veterano realizador y guionista Jaime de Armiñán (Madrid, 1927), homenajeado por un carrera cinematográfica “apasionada” y “comprometida”, según destacó la Academia de Cine, que incluye dos visitas a Hollywood como representante español en los Oscar, la primera en 1971 con ‘Mi querida señorita’ y la segunda en 1980 con ‘La hora bruja’.
En su discurso, Armiñán declaró sentirse "abrumado", pero también "contento" y "orgulloso" por el homenaje recibido por sus compañeros de profesión, a los que deseó para el futuro un gran éxito "no solo de premios, si no de dinero y alegría". En un discurso desenfadado y lleno de nostalgia, Armiñán consiguió meterse en el bolsillo a los asistentes de la gala rememorando sus tardes infantiles en el antiguo Circo Price madrileño, donde pudo ver a una jovencísima Carmen Sevilla bailando sevillanas dentro de una jaula con trigres y leones y descubrir que "el circo es donde empieza todo". Palabra de Armiñán.
