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PREMIOS GOYA 2013 | MEJOR DIRECTOR

Fernando Trueba, el director que no teme al cine

Con 'El artista y la modelo' aprueba con notable una de las lecciones más importante en el cine: la justa administración de los silencios

08.02.13 - 13:00 -
Fernando Trueba, el director que no teme al cine
El cineasta Fernando Trueba. / Archivo

Fernando Trueba (Madrid, 1955) conoce de memoria el sendero rojo, también llamado alfombra, que termina con la entrega de un busto, también llamado cariñosamente ‘cabezón’ entre los del oficio, que significa que has hecho bien tu trabajo o, al menos, que tus compañeros lo reconocen. Pero antes de que este director, que encabeza una saga de directores y escritores de cine, se familiarizase a modo con los Goya había aprendido el camino de otro premio más reconocido a nivel internacional, ya que su quinta película, ‘El año de las luces’, ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín.

Para entonces -era el año 1986- Trueba se había ganado la simpatía del público con un género que no se puede desligar del momento que vivía la España de los ochenta: la comedia urbana, la que se ajustaba como un guante a las aspiraciones de una generación de jóvenes creadores dispuestos a sacar la cabeza de un país lastrado por el aislamiento cultural y político y respirar, por fin, el aire de cierta modernidad. Y hacerlo, además, riéndose de las pequeñas miserias en las que habían crecido. Su ‘Opera prima’ -que lo fue literalmente- estrenada en 1980, es decir, al comienzo de los años de la famosa ‘movida’, es el retrato entre apasionado y distante de su generación y con ella y con su tono de comedia, (esa seña de identidad que tan buenos resultados le ha proporcionado: saber reírse de sí mismo con inteligencia) se metió al público en el bolsillo.

Pero cuando iba camino de encasillarse (‘Sal gorda’, ‘Se infiel y no mires con quién' etc) dio un giro y sin abandonar el humor rodó una película de iniciación, ambientada en la posguerra, y con una mirada más intimista un terreno en el que después demostraría moverse con soltura. Con ‘El año de las luces’, que sigue siendo una de las más logradas de su carrera, nació el Trueba que no se conforma y, sobre todo, que no teme al cine, ni a esa actitud que ahora se denomina ‘reinventarse’ y que es fruto de la curiosidad que se debe suponer a todo creador que se respete.

El riesgo sin embargo entraña saber encarar los fracasos. Así es como caben en su filmografía aciertos como ‘El sueño del mono loco’, una película extraña y menos reconocida de lo que debiera; la para mí sobrevalorada ‘La niña de tus ojos’ (de la que se anuncia secuela) o ‘El baile de la victoria’, su más bien fallida vuelta al cine de ficción tras haber pasado una temporada disfrutando con la música en sus documentales ‘Calle 54’ o ‘El milagro de Candeal’ y divirtiéndose con su amigo Mariscal con una película de animación, ‘Chico y Rita’, también con música en primer plano y con la que fue candidato al Oscar.

Pero el Oscar lo había ganado ya en 1992 (por cierto, otro año clave en España) con ‘Belle Epoque’. ¿Estaba pensando en esta película cuando puso en pie ‘El artista y la modelo’, el filme que puede proporcionarle su tercer Goya como director? Es posible. Ambas comparten su regusto afrancesado, solo que aquí Trueba parece haber aprendido por fin la lección de su admirado Renoir, y no solo por la intensidad que imprime a su blanco y negro, sino por haber aprobado con notable una de las lecciones más importante en el cine: la justa administración de los silencios. Ojalá en el futuro Trueba apueste por esta línea.

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