Cosas que no se olvidan

Dos historias ambientadas en el terreno de la universidad y el instituto. La primera de ellas, muestra la vida de Vi, una chica que acude a un curso de literatura junto a su novio, quien padece de una parálisis cerebral. Su profesor, un prestigioso Premio Pulitzer, esconde una oscura personalidad. En el segundo cuento, un hombre fracasado está interesado en hacer un documental sobre el hijo adolescente de una familia desestructurada.

Después del impacto conseguido con “Bienvenido a la casa de muñecas” y “Happiness”, el polémico cineasta americano Todd Solondz volvió a la dirección con “Cosas que no se olvidan”. Al igual que las dos anteriores, ésta es una historia coral en la que las diversas historias que se entrelazan sirven para construir una irónica y sarcástica mirada a la sociedad contemporánea. Y Solondz lo hace utilizando a cada uno de sus personajes para enfatizar unos defectos que, de un modo u otro, son los defectos de gran parte de la sociedad. Gracias a esta ácida visión de la vida y a su sentido del humor negro, el público se debate en las escenas más duras entre lo trágico y lo humorístico, en una película donde cada historia es más patética que la anterior.