Festival de San Sebastián

Los directores de «Handia»: «Queríamos huir del concepto de biopic, "El hombre elefante" ya se había rodado»

Jon Garaño, que dirigió «Loreak», y Aitor Arregi filman la leyenda del gigante de Altzo en un impresionante cuento que compite por la Concha de Oro

El equipo de «Handia» al completo con sus directores, Jon Garaño y Aitor Arregi en primera fila EFE
Fernando Muñoz

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En 1833, la distancia entre un caserío ubicado en un remoto pueblo del País Vasco y cualquier gran ciudad europea era mucho mayor que la que hay hoy entre San Sebastián y Tokio, por poner dos lugares lejanos. El tiempo, la distancia y hasta la altura son relativos. Hace tres años, Jon Garaño no hubiera podido recrear al gigante de Altzo que ahora protagoniza su nuevo filme, «Handia». Tuvo que dirigir «Loreak» para que los productores e instituciones invirtieran más de tres millones de euros en la historia, a medio camino entre cuento y leyenda, del gigante que creció sin parar en el pueblo de Altzo. Un filme que codirige con Aitor Arregi y que el sábado se proyectó en el Festival de San Sebastián con gran acogida .

¿Hay tantas metáforas en «Handia» que alguna vez llegaron a temer por si enfatizaban demasiado una y se perdían otras?

Aitor: Cuando Jon vino con el proyecto, y entramos en la historia, el miedo era ver cómo íbamos a tratar tantas cosas. Y estaba luego el tema del mito, que nos ponía, nos atraía, porque al hablar con la gente nos hablaban de él. La idea de cómo se construye esa leyenda. El mito nace del negocio. Este tío, en Altzo, era un tío feliz al que nadie le molestaba. Pero en nuestra historia, a su hermano se le ocurre mercantilizarlo, y por la cuestión económica nace el mito. También nos gustaba porque cuando regresa a la aldea, ya no es Joaquín, es el gigante de Altzo. Y esto es independiente de la trama, ya que la trama es la historia de los dos hermanos.

Jon: Es obvio, no lo sé, que la película enfatiza mucho la idea del cambio. Y esto te permite retratar una sociedad, reflexionar sobre la adaptación al cambio, etc. Y de esas ideas surgen otras, es un paraguas muy grande donde caben muchas. Hay momentos donde Handia da la sensación de que estamos contando demasiadas cosas, pero tenemos la confianza de que el espectador no es tonto. Hay directores que piensan que el espectador es tonto, nosotros no. A veces le exigimos mucho y otras poco, para que cojan los conceptos que creemos interesantes.

El protagonista es este gigante de Altzo, pero lo vemos a través de los ojos de su hermano. ¿Cómo buscaron el equilibrio entre las dos historias?

Aitor: Queríamos huir del concepto de biopic. Coger un personaje famoso y contar su vida no nos interesaba. No queríamos contar una historia de subida y bajada, sino de dos hermanos. Y esa historia, a través de la visión de Martín, es lo más interesante. La película empezó a fluir.

Jon: La idea inicial era hacer una película sobre el gigante de Altzo, pero nos dimos cuenta de que había otras películas que trataban este tema pero de otra forma, como “El hombre elefante”, que estaba fuera de nuestro alcance, queríamos huir de esa película porque ya está hecha y mejor de lo que lo podríamos haber hecho nosotros. Entonces, indagando, nos dimos cuenta que la película sucede en un periodo muy interesante, un periodo de cambio, en el que el Antiguo Régimen se enfrenta con el nuevo y la sociedad cambia.

Y lo transmiten a través del gigante…

Jon: Eso es lo que le ocurre a nuestro personaje, que no deja de cambiar. Con él retratábamos lo que pasaba a su alrededor. Él quiere volver a lo que era, no cambiar, representa la tradición, el Antiguo Régimen. Y dijimos, el gigante de Altzo va a ser un vehículo para hablar de muchas cosas, y una de ellas, el cambio.

-Y además está la guerra, que siempre queda bien en pantalla. ¿Qué tan diferente fue rodar algo tan visual frente a lo interior que era todo en Loreak?

Aitor: Nos gustaba mucho la idea de filmar una guerra por primera vez, es una explosión de lo que luego se va a ver. Un anticipo violento de lo que después va a pasar en la historia de los dos hermanos.

Jon: Aquí hacemos lo contrario que en Loreak. Allí teníamos la cámara encima de los personajes, y aquí abrimos el plano. Pero es que los personajes lo viven así: Pasan del caserío a descubrir el mundo, que encima es un mundo cambiante con muchos estímulos. Y eso lo teníamos que mostrar. Pero aquí también, como en Loreak, lo importante es lo íntimo. Es una historia de amor entre dos hermanos.

- Han tenido más presupuesto que en Loreak, ¿Se han «pegado un homenaje» con las escenas de guerra?

Aitor: Hemos contado con el presupuesto máximo que podíamos aspirar para una película en Euskera. Es un buen presupuesto, de tres millones y medio, pero incluso para lo que queríamos contar era poco. Si lo cogen los americanos o los franceses sería el triple. Entonces siempre hemos tenido esa cosa de querer contar una historia a lo grande pero con límites y con las cuentas claras. Y a la vez nos hemos dado algún homenaje. Ya que te metes en un jaleo como este, al menos disfrutar con momentos que has visto en tus películas favoritas.

Jon: Después de esto admiramos más a David Lynch. Porque hacía esta clase de historias, más a lo grande, pero priorizando lo psicológico. La gran dificultad del proyecto ha sido intentar lograr un equilibrio.

-Hay una escena, la del encuentro con la Reina, que es muy potente por su patetismo. Y en esa escena se culmina otro mensaje que parece que quieren contar en Handia, que es cómo miramos al diferente.

Aitor: El castigo al diferente, o la necesidad de verlo diferente, era algo que queríamos contar. Todos queremos ver algo diferente para sentirnos a gusto en comunidad, en la tranquilidad de lo que conocemos. La secuencia de la Reina es la síntesis de ese mensaje. La Reina se atreve a decir lo que todo el mundo quiere saber.

-El mito del gigante de Altzo es muy conocido en el País Vasco, pero en España no. ¿Les preocupa que pueda no generar tanto interés en el resto del país?

Jon: Nunca nos preocupó porque no lo controlamos. Pero al final el tema es el mito, y el mito nos ha llevado a estructurar la película. Hemos visto que no hay información contrastada, y que muchas de las cosas escritas sobre el personaje no pueden ser reales, son mentira. Y nosotros hemos participado de ese juego al mezclar cosas reales y ficticias, de la distorsión de la realidad, de la posverdad. Y creo que en el fondo, aunque sea un mito del País Vasco, el espectador se puede sentir interesado en la película porque habla de cosas muy actuales. El tema de los fake news es algo que ya se daba en el siglo XIX, no importaba que fuera verdad, importaba que se hablara de ti. Como se dice en la película, lo importante es lo que la gente quiera que seas, que tu leyenda crezca más rápido que tú.

-¿Cómo se viven las horas previas antes de presentar un trabajo en el festival?

La semana previa del festival es una montaña rusa de emociones, momentos con mucha ilusión y otros con muchas dudas y miedos. Pero luego, según se acerca el festival, te vas relajando, a pesar de que todavía hay tensión.

¿Leen las críticas o miran en Twitter la reacción de la gente?

Aitor Arregi: Jon me dijo de seguir la estrategia que él siguió con Loreak: A partir del pase de prensa, no mirar nada más. Claro, los productores nos cuentan algo, lees también las caras de los periodistas. Está bien esto de no leer, porque al final, para lo bueno y para lo malo, te afecta.

Jon Garaño: Esto de no leer nada es un mecanismo de defensa. Luego cuando pasa la intensidad de las entrevistas te relajas más.

-Y después del día de presentación a medios y al público, ¿pueden disfrutar del resto del festival?

Jon: No te creas. Cuando presentas algo, es cuando menos ves. Y es casualmente el año que más sección oficial te gustaría ver para ver cuál te va a ganar.

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