Julio Malo de Molina - OPINIÓN

San Juan

El verano comenzó la madrugada del pasado miércoles 21 a la 1.24 horas, pero la celebración de su llegada tiene lugar hoy, festividad de San Juan y Día Internacional de la Masonería

Julio Malo de Molina
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El verano comenzó la madrugada del pasado miércoles 21 a la 1.24 horas, pero la celebración de su llegada tiene lugar hoy, festividad de San Juan y Día Internacional de la Masonería. Las fiestas de San Juan se celebran a todo lo largo y ancho del planeta, en el hemisferio norte se festeja el solsticio de verano, mientras que en el hemisferio sur se recibe al solsticio de invierno; fiesta simétrica a la Nochebuena, inicio del invierno en el norte y del verano en el sur. Son las dos grandes ceremonias en torno al ciclo solar, a su orto y a su ocaso, respectivamente.

Es también Día Internacional de la Masonería, que este año adquiere especial relieve pues hace trescientos años esas sociedades, en su origen de carácter gremial, generan la masonería moderna y filantrópica a través de la fundación de grandes logias; el 24 de junio de 1717 cuatro logias británicas fundan en el pub 'Goose and Gridiron' la Gran Logia de Londres.

Poco después, el año 1735, el papa Clemente XII, llamado Lorenzo Corsini, publica la Bula 'In Emimenti' que condena con pena de excomunión a todos los masones, lo cual testimonia la importancia y extensión que durante esos años experimenta la masonería.

Resulta muy extensa la relación de francmasones que han jugado un papel histórico relevante, como Le Corbusier, maestro de la arquitectura moderna, a quien las aguas del Mediterráneo se lo llevaron para siempre durante el verano de 1965, tal vez buscando Ogigia, la isla donde según la Odisea habita la ninfa Calypso. Contaré la historia tal como yo la percibí hace ya 52 años. 

Estos días he nadado largo rato en las aguas del Océano de Cádiz, adoro la mar tal vez porque mi niñez transcurrió feliz entre las olas, el sabor salobre de las aguas atlánticas es mi particular magdalena de Proust, de forma que cuando hace poco braceaba tragando agua como nadador torpón que de todas formas soy, recordé aquel verano del 65 durante el cual disfruté mis últimas vacaciones estivales completas de mi juventud en Cádiz. Luego, la Universidad, los viajes por Europa y las milicias, sólo me dejaban breves visitas a Villa Carmen, que así se llamaba la casita familiar de tejas verdes sobre ese solar que ahora ocupa la Comisaría de Policía Nacional, ¿se habrá quedado allí mi colección del Capitán Trueno?

Pensar ahora en ese verano me permite recordar también dos hermosas películas: 'Verano del 42' (Robert Mulligan, 1971) y 'Las largas vacaciones del 36' (Jaime Camino, 1976) que tratan de los veraneos adolescentes en un mundo complejo; la primera durante la Segunda Guerra Mundial, la segunda en la Guerra Civil española. Historias de descubrimiento del sexo y del amor entre jóvenes ajenos a los acontecimientos que más allá de sus veraneos se venían desarrollando. Poco supe entonces del mundo alejado de un Cádiz alegre y confiado, de todo eso me enteré mucho más tarde.

Pero sí recuerdo esa portada de Paris Match, revista francesa que recibían mis padres, en la cual se veía de espaldas a Charles-Edouard Jeanneret adentrándose en esas aguas que no lo devolverían. Le Corbusier, como se le conocía por vestir siempre de negro, fue un personaje de enorme talento que formuló los principios de la arquitectura del Movimiento Moderno, nos dejó el 27 de agosto de 1965, cerca de su Cabanon, casa mínima construida en Roquebrune-Cap Martin, muy cerca de la mar que se lo llevó.

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