Carnaval de plástico

El concurso me parece por año más artificial, más de plástico, con menos argumento y mensaje que la canción del La la la

Nandi Migueles

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El concurso me parece por año más artificial, más de plástico, con menos argumento y mensaje que la canción del La la la. Pocas cosas me han hecho reír. Algún que otro golpe de una chirigota, el Trinchera con su Don Antonio y la forma de interpretar de Iván Romero en su comparsa. Un concurso convertido en Got Talent. Letras de efecto, sin más calidad ni originalidad que las que sirvan para arrancar el aplauso fácil. De cientos de letras escritas en estos últimos años solo me vienen a la memoria unas pocas. Lo de Cádiz es una barbaridad de mi primo Manolín Santander, un hombre cobarde no conquista una mujer bonita de Ares, el esto es viento el sur del Selu, aquella de los Carapapas del viudo en la tumba de su mujer, la que cantó en la final La Eternidad sobre el museo de carnaval, el mira que me tiro de los Equilibristas, la mágica ciudad con una mágica playa de los Irracionales y el por más que sepa el camino, en Cádiz entra pero no sale de los Peregrinos. Todo parece repetido, nada sorprende ni atrae como para querer verlo de nuevo. Las letras de los coros ni se escuchan, los tangos solo son importantes para los picaos como yo que llevamos años defendiéndolos contra viento y marea. El foráneo que llega al teatro espera que cuando se abra el telón le muestren un espectáculo, un Circo del sol o un El Rey León. Dentro de poco veremos en el hall de entrada del teatro Falla algún stand con recuerdos y sobre todo a precios de oro. Un negocio. El concurso ha dejado de ser algo nuestro y está en manos de lo comercial, de lo que vende y gusta al forastero. No es bueno ni malo es otra cosa, ya no es nuestro concurso de siempre. Aquí no interesa la esencia sino el plástico que envuelve al producto. Hay comparsas que se retiran porque no pueden avanzar más, y es que a pesar de llevar letras magistrales e ideas magníficas no les dejan seguir dando pasos adelante porque el público y la prensa no les prestan la misma atención que a los grandes autores comerciales. Chirigotas que son cada vez más acomparsadas para intentar cautivar a ese público y otras que cada vez cantan menos y convierten su actuación en un Tricicle cualquiera. Los coros intentamos llamar la atención de foráneos con atrezos imponentes, coreografías soberbias y con una interpretación impecable, con todo tipo de instrumentos necesarios para atrapar a ese público que por otro lado al escuchar un tango es como si oyese llover. Los cuartetos son grandes humoristas y monologistas con “to” el arte de Cádiz. Un concurso de plástico donde la mayoría de los días me parece estar como en el Agua Park o viendo “Tu cara me suena”, donde a las sesiones solo les falta que el jurado tenga sillones como en “La Voz” para pulsar y girarse con aquello que les gusta o no. Un concurso hecho para consumidores de televisión comercial, de repertorio insubstancial donde la mayoría de letras en este año por ejemplo, fueron dedicadas a otra letra por aquello de la denuncia de Andreita. Un concurso al que solo le falta enfrentar a autores en directo para convertirlo así en un reality show.

Es lo que vende, lo que triunfa. Ni bueno ni malo, otra cosa. En Sevilla se podría hacer igual.

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