José María Carrascal

Tramposos

Si el referéndum es un fracaso pero sus promotores logran venderlo como una victoria, será un éxito

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Todo el mundo hablando del día 2, 3, 4 de octubre, y la clave es el 1, si hay referéndum, como dice Puigdemont, o no lo hay, como dice Rajoy. Lo que ocurra después dependerá de ello. Sin saber nadie qué va a ocurrir. Aunque sabemos que los independentistas llamarán referéndum a cualquier cosa: desde largas colas ante unos colegios electorales cerrados a algaradas callejeras. «Hay muchas formas de votar» ha dicho Junqueras. Y de engañar. Jugamos con tramposos, y con los tramposos sólo se puede jugar obligándoles a jugar limpio. El domingo será el día de la gran batalla política, mediática y, puede, campal, si los antisistema deciden librarla en la calle, ante unos Mossos más espectadores que fuerzas de orden. Guardia Civiles y Policías Nacionales se enfrentan a un desafío descomunal, mayor incluso que el del 23-F, que fue un pulso dentro del Ejército, mientras ahora es un gobierno autonómico y buena parte de su ciudadanía los que se ha sublevado contra España, que puede salir como un Estado de derecho o como un Estado sin derecho, si su gobierno es incapaz de hacer que se respeten las leyes y las sentencias de los tribunales.

El desafío que significa para Mariano Rajoy es infinitamente mayor que el de la crisis económica que ha conseguido capear, pues esta crisis es de la Nación y Estado que se ha comprometido a defender y custodiar, amenazados por una sedición tan intensa como inmediata. ¿Qué puede, mejor dicho, qué debe hacer el presidente del gobierno ante tamaño desafuero, que no admite dilaciones ni escaques. La jurisprudencia tanto legal como política le concede en exclusiva el uso de la fuerza. Como persona que sigue los consejos evangélicos, Mariano Rajoy, puede no devolver las bofetadas que le dan, como aquella de un mentecato pontevedrés. Pero como presidente del gobierno español no puede permitir que se rompa la unidad nacional prescrita por la Constitución. De cómo decida actuar el domingo dependerá no sólo el futuro de España, sino también su lugar en la historia. «La suerte está echada», dijo Cesar tras cruzar el Rubicón camino de Roma con su ejército. Los independentistas catalanes ya han cruzado su Rubicón con sus huestes. ¿Estamos el resto de los españoles, con su gobierno al frente, dispuestos a consentirlo? Me resisto a creerlo, pero he visto tanta cerrazón, tanta falsedad, tanta miopía y tantos intereses bastardos en nuestro país a lo largo de mi vida, que no me sorprendería. «Nada tiene más éxito que el éxito» dicen los ingleses. Ni nada fracasa tanto como la derrota, podríamos añadir los españoles. Si el referéndum es técnicamente un fracaso pero sus promotores logran venderlo como una victoria, será un éxito. Y vuelvo al principio: el único trato con los tramposos es descargar sobre ellos todo el peso de la ley de la que se han hartado de reír últimamente.

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