Isabel San Sebastián

Compañeros de viaje

La razón práctica presiona a C’s para que apoyen a Rajoy. La ética política les liga a la palabra dada a sus votantes

Isabel San Sebastián
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Debo de ser un bicho raro de nuestra particular fauna patria, porque siempre he pensado que la política no era tanto una cuestión de tiempos, pragmatismo o conveniencias, cuanto de principios. No soy la única. Personajes a los que admiro profundamente, como Jaime Mayor, María San Gil, Manolo Pizarro o Nico Redondo Terreros mantuvieron la misma convicción… y así han acabado. España es implacable con quien se desmarca del coro. La fidelidad a la palabra dada rara vez se premia y a menudo se castiga, cuando el discurso oficial gira ciento ochenta grados. Pese a lo cual yo reivindico el valor de la integridad.

Viene esta introducción a cuento del debate abierto en torno al futuro Gobierno encabezado (o no) por Mariano Rajoy.

La noche del 26-J todo era euforia en el cuartel general popular, sin tener en cuenta el hecho de que la situación está bloqueada a menos que todos cedan respecto de su postura inicial.

El PP ha ganado claramente las elecciones con más votos y más escaños, lo que legitima a su actual líder para reivindicar la Presidencia. Tiene todo el derecho a hacerlo y le asiste una mayoría de 137 diputados. En su contra juega el rechazo de todos los demás a facilitar su investidura, comprometido formalmente con sus respectivos electores. Rajoy puede por tanto presentarse a la vuelta del verano arriesgándose a perder, puede repetir lo que hizo en diciembre y dejar parado el calendario en espera de nuevos comicios, o puede dar un paso atrás en beneficio de otro candidato de su partido susceptible de obtener el respaldo activo y/o pasivo de Ciudadanos y PSOE para la consecución de una base holgada de sostén parlamentario. La decisión es solo suya.

El PSOE sabe que el peor escenario para ellos, así como para Podemos y los separatistas, serían unas terceras elecciones que llevarían al PP al borde de la mayoría absoluta. Sabe también que apoyar a Rajoy con una abstención proporcionaría a los de Iglesias argumentos y munición poderosos, susceptibles de materializar en unas próximas urnas el hoy frustrado «sorpasso». Su alternativa es diabólica. Sánchez podría tener una oportunidad personal a la desesperada si Rajoy se estrellara en un primer intento, logrando más síes que noes de todos los anti-PP. Es altamente improbable, aunque no descartable del todo. Las espadas están en alto. Algunos veteranos socialistas y poderosos barones dan por hecha la abstención. La actual dirección la niega. El riesgo en cualquier caso es alto si no se le brinda a esa fuerza un motivo que justifique ante los suyos ir contra su propia ideología en ayuda del adversario. Un motivo claro y de peso.

En cuanto a Ciudadanos, su voto no es decisivo aunque dará la medida de lo que son y representan. La razón práctica les presiona con fuerza para que se desdigan de lo prometido y respalden a Rajoy en base al veredicto de las urnas y lo que conviene a la economía. La ética política les liga a la palabra dada a esos electores que, habiendo escuchado su discurso, apostaron por la regeneración anteponiéndola al miedo ante el tsunami populista que auguraban erróneamente las encuestas. De momento Rivera se atiene a lo dicho respecto de Rajoy, sigue apostando por una coalición a tres y anuncia que no entrará en fórmula alguna que incluya al nacionalismo vasco. Cualquiera que conozca la trayectoria del PNV y la de C’s comprenderá el porqué de esta negativa. Ningún votante de los naranjitos entendería lo contrario, considerando que el partido jeltzale nunca ha sido constitucionalista.

Veremos de aquí a unos meses si prevalece la ética, triunfa la «razón» política o se impone la aplastante lógica.

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