Álvaro Bautista, el descaro en la pista

Gran parte de la carrera de Álvaro Bautista ha estado vinculada al mundo del fútbol desde que en 2002, cuatro años antes de proclamarse campeón mundial de 125cc, llevó los colores del Atlético de Madrid en el Campeonato de España que disputó a Héctor Barberá. Cuando las motos se lo permiten es habitual verle en el Vicente Calderón animando a su ‘Atleti’. Aficionado confeso del equipo rojiblanco, también ha corrido para un equipo creado por un exmadridista, el Seedorf Racing, con el que dio hace ya un decenio el salto definitivo al Mundial, en el que se estrenó con un vigésimo puesto. Después de cuatro temporadas en la categoría pequeña y tres en 250cc, debutó en MotoGP en 2010. En el cuarto de litro consiguió ser el mejor debutante del año, pero subió a la categoría reina demasiado pronto. En sus dos primeras temporadas en Moto GP fue decimotercero. Debió esperar a la tercera, la pasada, para subir al podio en un Mundial en el que acabó quinto en la general.

El tímido y simpático chaval toledano, cuyo rostro angelical no se corresponde con su seguridad, competitividad y experiencia en los circuitos, ha vivido desde pequeñito rodeado de motos, ya que su padre tiene un taller en Talavera de la Reina. «Si no fuera piloto, sería mecánico», asegura. Único niño, con tres hermanas, se subió por primera vez a una minimoto con apenas tres años, y con ocho, «cuando era un mico», ya participó en su primera carrera. ‘Bati’, como es conocido por sus amigos y conocidos en el ‘paddock’, donde es un piloto muy querido, está muy unido a su familia y continúa viviendo en casa de sus padres en Talavera.

Bautista en un ejemplo de precocidad y constancia, a lo largo de una trayectoria en la que tiene que estar agradecido a Alberto Puig, porque fue quien le seleccionó para la Copa Movistar Activa Joven en 1999 y también quien le eligió para ser piloto reserva en el Campeonato de España de 125cc. Entonces, con 15 años, Alvarito empezó a ser consciente de que podría dedicar su vida a lo que era su pasión. Entre sus muchas aficiones está viajar y, gracias al motociclismo, ha podido conocer muchos rincones del planeta, aunque dispone de poco tiempo libre y cuando está en los grandes premios se centra al cien por cien en la competición.

Además de entrenar encima de la bicicleta con sus amigos, en verano se prepara con esquí náutico y en invierno con esquí de montaña. Al finalizar las carreras se libera y vuelve a ser el Álvaro Bautista alegre, el joven que despierta ternura y nunca deja de ser sencillo y humilde, porque así es su forma de ser y porque sabe que en este mundillo no puedes creértelo ni presumir demasiado de ser campeón.

En la categoría pequeña conquistó la corona con el equipo de Aspar, que le dio la confianza y los recursos que necesitaba para triunfar y resarcirse de sinsabores anteriores. Casualmente, Bautista se convirtió en 2006 en el piloto español que logró sumar más puntos (ocho victorias) en el octavo de litro desde la era del campeón valenciano. En dos y medio firmó, aparte de un subcampeonato en 2008, con duelos vibrantes frente al fallecido Marco Simoncelli, dos cuartos puestos en los Mundiales de 2007 y 2009, en un año salpicado por caídas en los momentos decisivos. Entonces no quiso esperar más para dar el salto a MotoGP, convertirse en Suzuki en compañero de Loris Capirossi y aprender del veterano.