Cabizbajo y con gestos de enfado consigo mismo y el mundo. Así se pudo ver entre bambalinas a Luis Salom nada más concluir el Gran Premio de Aragón. Quedó cuarto. No se cayó y tampoco perdió demasiados puntos con respecto a sus perseguidores por el campeonato. Todavía tiene muchas opciones de ser el mejor a final de temporada. Pero sus malas actuaciones en las dos últimas carreras y verse sin el niel que lo llevara a ejercer una dictadura deportiva sobre el resto de pilotos de la parrilla han hecho mella en la moral de mallorquín. Ahora Álex Rins está a tan sólo nueve puntos de distancia de él, mientras que Maverick Viñales es la otra gran apuesta para encabezar la lista de los campeones a final de temporada, con 12 puntos de desventaja.
Muchos números próximos entre sí para tres pilotos que llevan disputando un alto nivel desde que arrancara la presente campaña. Un trío del que resultará vencedor el que mejor aguante mentalmente. La cabeza fría es el consejo mayoritario que estos días están recibiendo desde sus jefes, los mayores expertos en estos momentos críticos de la temporada. En ocasiones el mejor ha sido el piloto de Red Bull, pero sus máximos contrincantes nunca han estado demasiado atrás. Siempre a la altura de las circunstancias. Pero es cierto que en el último mes se ha unido un nuevo personaje a esta historia de venganzas y acoso contra el primero. Se trata de Álex Márquez, la grata sorpresa de final temporada. El único que ha dado algo de pimienta a una batalla que empezaba a tener demasiada sal por unos protagonistas monótonos.
