Maverick Viñales (d), del equipo Blusens Paris Hilton, y el piloto francés Johann Zarco (i)./Andreu Dalmau (Efe)
Maverick Viñales (12 de enero de 1995) regresa a su punto de despegue: Jerez de la Frontera. El circuito andaluz explicará su éxito reciente mejor que sus trazadas en las pistas de karts del Alto Ampurdán o sus horas abriendo gas en la máquina de motocross que se compró con su primer sueldo. Porque el piloto prodigio (12 de enero de 1995) sembró durante el invierno la semilla de su potencial éxito en la Moto3 en el trazado gaditano después de estrenar su Moto3 en el Ricardo Tormo de Valencia.
"La pretemporada fue muy buena porque la enfrenté en muy buenas situaciones", resumía el piloto junto a la recta de meta de Jerez el día en que terminaba su preparación. Entonces aprendió los secretos de las nuevas monturas junto a su mánager y guía Ricard Jové. Recorrió las curvas y rectas del trazado que mejor conoce del mundial codo con codo con el enjambre de adolescentes de su categoría. Durante las tandas de pruebas absorbió las enseñanzas del grupo de españoles con el que se libera de su timidez y sacó sus propias conclusiones.
«Más que nada, la diferencia más importante es el freno de motor», sentenció tras los análisis y las primeras vueltas. Generadores de movimiento de cuatro tiempos, impresiones máximas de 14.000 revoluciones por minuto, estrictas medidas de control con las piezas de recambio y máquinas más pesadas desembocaban en menor velocidad punta. No obstante, las limitaciones de la organización estimularon ajustes económicos y la imaginación para exprimir al máximo las posibilidades de mejorar respecto que sus competidores. «Hay que estar un pasito por encima de los demás y, sobre todo, evolucionar porque las Moto3 son nuevas», reconoció Viñales en voz baja pero firme.
Las recién llegadas rodaban en pretemporada unos 7 km/h más lentas que las de 125cc y los pilotos exploraban nuevas maneras de ordeñar sus nuevas 'cabalgaduras'. Entonces surgió la oportunidad en un terreno especial. «Al correr menos, tenemos que buscarnos la vida en las curvas y utilizamos más las 'supercurvas'», explicaba Maverick. Tumbados sobre los giros de Jerez descubrieron los pilotos que en esas zonas mantenían las mismas velocidades que sus máquinas predecesoras y allí lanzaron sus primeras apuestas. Un nuevo reto para Maverick, un piloto que destaca por su fiabilidad capacidad para mantenerse sobre la motocicleta. «Hay más riesgos de caídas», reconocía Viñales.
Una semana después, el joven de Rosas superó a Romano Fenati en el GP de Catar después de una mala salida y un duelo de alto voltaje en Losail. El trabajo de los meses anteriores fructificó con la inscripción de su nombre como primer ganador de Moto3 y escalada a líder de la categoría. Difícil será que mantenga su discurso prudente en Jerez, allí donde aprendió a estrujar su herramienta de trabajo y pasaporte al vértigo. Las 'supercurvas' serán clave. «Es más arriesgado, pero tenemos que buscarnos la vida», repite. En cambio, su discurso se vuelve prudente por sus posibilidades para ganar el Mundial. Entonces su alegato atrevido se equilibra con el recuerdo los días de preparación cuando mira de reojo a su Blusens Avintia: «Queda mucho camino».
