Francisco Buide, nuevo arhivero de la Catedral de Santiago
Francisco Buide, nuevo arhivero de la Catedral de Santiago - miguel muñiz

Savia joven para custodiar el «Códice»

No ha cumplido aún los 40 y no es miembro del Cabildo, pero ha asumido el «regalo» de dirigir el archivo de la Catedral de Santiago

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No busque a un anciano encorvado bajo el polvo de horas de estudio entre montañas de viejos manuscritos. No lo encontrará. El recién nombrado archivero de la Catedral de Santiago dista mucho de esos clichés. Francisco Buide, todavía treintañero, medievalista, profesor de Historia de la Iglesia en el Instituto Teológico Compostelano y párroco en las afueras de la capital, acaba de asumir el encargo de dirigir unos fondos milenarios.

Releva al deán Segundo Pérez ante su ingente cantidad de obligaciones. De él elogia el fortalecimiento de la seguridad a unas «condiciones excepcionalmente mejores» y la integración del archivo como una parte más del santuario. De José María Díaz, que lo dirigió antes durante casi cuatro décadas y cayó en desgracia a raíz del robo del «Códice Calixtino», reivindica la modernización.

«Es un hombre de una cultura excepcional a la altura de grandes nombres de la historia de la ciudad y de la cultura jacobea», sostiene ante el Día Internacional de los Archivos, que se celebra con tres visitas gratuitas con 60 plazas agotadas a las tres horas de abrirse la reserva. Ambos eran miembros del Cabildo, el grupo de sacerdotes al frente de la Catedral. Buide no lo es. Asume el encargo, sin fecha de vencimiento, con «mucho entusiasmo. Es un regalo», explica en su despacho.

«El archivo y la biblioteca de una institución son su reflejo» y la Catedral guarda «una magnífica colección de manuscritos y documentación medieval». De los primeros registros del siglo IX se conservan copias, pero los originales más antiguos datan del XI. Señala que, desde el punto de vista de las miniaturas, es más espectacular el «Tumbo A» que el «Códice» y que el «Breviario de Miranda» está «poco estudiado». También que la parte musical «aún puede dar más de sí». Destaca que el arzobispo Xelmírez «no sólo terminó la Catedral en piedra, sino que hizo un gran esfuerzo por hacer su Catedral en pergamino». «Lo que no escribimos, difícilmente queda para la Historia», resume.

Retos muy diversos

Por este tesoro pasan historiadores, historiadores del arte, musicólogos o filólogos, no sólo por los textos en latín, sino por el gallego, pues «es frecuente en un gran periodo». Muchos son españoles, pero llegan extranjeros tanto en estancias temporales como en consultas a distancia. «Por cada respuesta, al investigar te saltan cinco preguntas. El interés por lo que se conserva en el archivo de la Catedral —que cuenta con dos trabajadores en plantilla y al que Buide ya había accedido para distintos estudios— no conoce fronteras».

Sus retos son diversos. Cree que la nueva vida del «Códice» revela que «queda mucho por hacer por divulgar las Humanidades y la cultura en profundidad. Hay demasiada información superficial. Tenemos que incidir en lo valioso». Del propio «Códice» no se ha esclarecido aún ni su autoría ni el lugar donde fue realizado.

Piensa en «continuar la línea de publicaciones», «promover aspectos sin estudiar» o «deslocalizar la biblioteca jacobea» en el nuevo Centro de Acogida a los Peregrinos «para que siga creciendo». En ella se recopilarán digitalmente recursos accesibles en internet o bases de datos porque «no puede ser que Santiago esté en un segundo o tercer puesto en la cuestión de la peregrinación respecto a asociaciones francesas alemanas o de Castilla». Todo, con un objetivo: «Conservar, pero sobre todo conocer y divulgar».

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