babilonia en guagua

Los Juegos del Hambre

Hasta qué punto de indolencia hemos llegado y a qué precio hemos vendido a la estructura social de nuestras islas

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En estos días de abril y visto el gélido aire que nos despierta cada mañana, uno comienza a cuestionarse seriamente quién nos robó la primavera, y es más, si cabe la posibilidad que esté jugando con su escasez y pueda con ello lucrarse. A saber, vivimos en una tierra única donde todo es posible. Hasta lo imposible.

Tanto es así, que un titular visto en la prensa patria de esta semana dejaría descolocado a más de uno: “La Laguna recupera el cultivo de cereales para cultivo humano”. Amén de que pueda tratarse de una iniciativa realizada con el brío y algarabía habitual en fechas preelectorales para arrimar sardinas (en este caso chicharros) al ascua, no cabe duda que va siendo hora de realizar una profunda reflexión acerca de lo que hemos estado haciendo hasta ahora con nuestra tierra, esfuerzo y sociedad.

 Quién lo diría de un consistorio que disfruta con el olor de las vacas en la romería de San Benito, pero que desprecia al lechero animal el resto del año, a tenor del desarrollo de su Plan General.

Para muchos, descubrir hace dos días que en las últimas décadas los cereales cultivados en nuestras islas iban destinados en casi su totalidad al consumo animal, e importábamos el de consumo humano desde cualquier latitud de la Pachamama, lejos de despeinarlos lo considerarían hasta lógico. Profusos cálculos basados en la teoría del mercado, la revolución verde y la globalización lo justificaría todo. O eso pretenden.

Una cosa es cierta, la globalización no nació ayer. De hecho, en plena Roma de patricios y plebeyos se consumían productos cultivados en cualquier punto de su imperio y así pasó sucesivamente con las especies orientales, la caña de azúcar, hasta llegar a las hamburguesas que vienen en cajas con regalos para los más peques.

Pero tampoco es nuevo que con la escasez se ha jugado alegremente en nuestra historia baifa. Escudados en la oferta y la demanda que todo lo calla, o vía compadreo con las ayudas a la importación, nuestros gobernantes bailaron juntos de la mano como en noche de timple y tenderete. Mientras, sigilosamente, se apostó por un modelo que menospreció la cultura rural y despobló las tierras fértiles de nuestras islas en aras de un desarrollismo subtropical. Ya se sabe que quien controla el flujo juega con el hambre.

Tampoco es cuestión de un autárquico planteamiento al más puro estilo norcoreano, que también sería aplaudido por los mismos de antes y por la misma cuestión de flujos. El titular de La Laguna, extensivo a muchos otros lugares de las islas, nos hace ver hasta qué punto de indolencia hemos llegado y a qué precio hemos vendido a la estructura social de nuestras islas. Fracaso escolar, vandalismo, drogodependencias, monocultivo turístico, débil balanza económica, no son más que los efectos de políticas costumbristas basadas en el reclamo de programas folclóricos televisivos, mientras que la estructura agrícola se vendió en parcelas junto con sus vecinos en un bonito Plan Parcial.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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