medio ambiente

La difícil convivencia entre el oso y los ganaderos

Pese a las medidas públicas que se han puesto en marcha, los dueños de rebaños mantienen sus recelos

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La introducción de osos en el Pirineo durante las últimas décadas ha permitido volver a contar con una población estable de esta especie en la cordillera. Pero la cruz de la moneda viene de la mano de la ganadería. Cada verano, los ganaderos se ponen en alerta por los daños que los osos provocan en sus rebaños.

Más allá de los ataques que se han producido en los últimos años, la sola presencia de estos animales en las inmediaciones de los rebaños causa un gran estrés y zozobra en las ovejas y eso se acaba notando incluso en la reproducción.

Por eso, en los valles occidentales, como en el entorno del Turbón, el Gobierno de Aragón ha puesto en marcha varias actuaciones para compatibilizar la ganadería con la presencia del oso pardo.

Por ejemplo, se ha facilitado la agrupación y el cuidado de los rebaños, con vallados y cercados, y también se han mejorado los accesos. Aún así, los ganaderos se encuentran en alerta por la presencia cercana de osos y varios técnicos se han desplazado a la zona para examinar las huellas encontradas.

Mientras se sigue trabajando para que el oso sea «un valor para Aragón y no un problema para los ganaderos». El objetivo fundamental es ponerlos en valor, «a los que no se puede ver como un enemigo, aunque hay que evitar sus daños». El espejo donde mirarse: Asturias o Cantabria, comunidades que han sabido utilizar la presencia del oso desde el punto de vista turístico y que han minimizado los problemas que sufren los ganaderos.

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