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Adiós a un grande

Con Iván Pérez se retira el último integrante de la generación de oro del waterpolo español

11.08.12 - 17:12 -
Adiós a un grande
Iván Pérez. / AFP
La llamativa peluca rosa que lució en la ceremonia de inauguración ya era toda una declaración de intenciones. Iván Pérez (La Habana, 1971) estaba dispuesto a disfrutar de cada minuto de los Juegos Olímpicos de Londres: los cuartos de su larga carrera y los últimos. Después de 32 años jugando a este deporte, el mejor boya de la década e integrante de la generación de oro del waterpolo español que ganó dos mundiales, cuelga el traje de baño y el gorro.
Iván Pérez pone punto final a una trayectoria impresionante, en la que ha conquistado dos oros mundiales (1998 y 2001), cuatro diplomas olímpicos, cuatro ligas, cinco Copas de Rey, un bronce europeo y un oro en los Juegos Panamericanos. Un monstruo de las piscinas, con un historial que quita el hipo, pero que sin embargo se va sin haber podido cumplir el sueño de todo deportista, que es subirse a un podio olímpico. En su caso, la maldita geopolítica tuvo mucha culpa de ello.
Debutó en los Juegos de Barcelona (¡hace 20 años!) y fue octavo con la selección cubana. Después, en 1995, decidió cambiar de aires, abandonó su Habana natal y aceptó una oferta del CN Poble Nou (Barcelona). A Atlanta, donde España alcanzó la gloria del oro, no pudo ir porque aún no tenía la nacionalidad española, como tampoco pudo competir en Sidney, ya que el régimen castrista consiguió vetar su presencia, amparándose en que no había transcurrido el plazo de tres años -le faltaba un mes- desde que obtuvo la nacionalización española (el estallido del caso Niurka Montalvo le salpicó y se quedó sin viajar a Australia). Para entonces ya era campeón del mundo con los Estiarte, Rollán, Ballart y compañía y él siempre ha creído que el gobierno cubano le privó de colgarse una medalla, pues aunque la selección nacional acabó cuarta en Australia, con su actuación considera que España habría mejorado ese resultado.

Con la nariz seccionada
Por fin pudo acudir a Atenas (sexto), luego a Pekín (quinto), y a Londres -de nuevo diploma olímpico-, donde este domingo cierra su carrera con el partido por el quinto y el sexto puesto. Un trayectoria para enmarcar que le ha permitido jugar en seis clubes diferentes (Poble Nou, CN Barcelona, CN Atlètic Barceloneta, Brescia, Terrassa y CN Sabadell), donde se ha ganado el respeto de todo el mundo. También del colectivo arbitral, a pesar de que por su posición de boya, sus dos metros de altura y sus 110 kilos de peso a veces abuse del juego subacuático, el que no se ve y el que más daño físico hace al contrario. En el mundillo del waterpolo, existía una coletilla que se decía con bastante cariño que ejemplifica el respeto e incluso el miedo que infundía: «Si te coge el negro, estás muerto». Y es que jugar de boya o cubrir al hombre más adelantado implica soportar y ejecutar todo tipo de agresiones, patadas, agarrones, aguadillas y hasta puñetazos.
Pérez, un jugador súper competitivo, con mucho oficio, muy potente, y que no se ha arrugado nunca, pudo sentir en una ocasión en sus propias carnes qué padeció Evander Holyfield cuando Mike Tyson le arrancó la oreja en un combate. Fue en 2008 en un partido de Copa de Europa, entre el Barceloneta y el Possilipo de Nápoles. En medio de la refriega, el italiano Fabrizio Buonocuore le mordió y le seccionó la nariz mientras intentaba ganar la posición en el agua. Solo fue una batalla más de las muchas que ha librado en su carrera. Con su llegada, España cubrió una posición en la que siempre había cojeado, ante la falta de jugadores grandes y corpulentos, y con su adiós y con el más que previsible de Xavi Vallès, la selección se quedará huérfana de hombres poderosos en los dos metros. Pero toca renovar. E Iván Pérez, que se hizo waterpolista por su padre, tres veces olímpico con Cuba -«Fue la persona que me metió el waterpolo en la sangre», siempre ha dicho- ya prepara el salto de la tercera generación, ya que su hijo se ha proclamado este verano campeón de España infantil con el CN Terrassa. «Amo este deporte, que es mucho sacrificio y poco dinero, pero el que nos gusta a los Pérez», afirmó en una entrevista en ‘Marca’. La saga continúa.
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