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Veloso y Latorre, lirismo flamenco

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'Poema Sinfónico nº 2' aborda una visión cercana a la lírica del baile flamenco. Una apuesta de la almeriense Anabel Veloso por aunar lo delicado y lo descarnado que la danza puede ofrecer.

Para no caminar sola se rodeó nada menos que de catorce compañeros de viaje, entre los que destacaban algunos nombres propios como los de Javier Latorre, Javier Patino o Diego Villegas.

Precisamente Latorre dio comienzo al espectáculo con su aparición desde el patio de butacas. El bailaor y coreógrafo subió a escena para danzar al son del 'Invierno- Allegro Non Molto' de 'Las Cuatro Estaciones' de Vivaldi. Destapando instrumentos que se ocultaban bajo blancas telas bailó hasta descubrir bajo una de las sábanas a la bailaora. Anabel se alzó en un paso a dos junto a Aberto Ruiz de formas incuestionablemente líricas. El piano se encargó de dar facciones poéticas a la danza. La primera embestida flamenca la propició la toná de boca de María José Pérez y parece que el efecto inmediato fue el nuevo paso a dos entre Anabel y Alberto con más flamencura.

El violín y la flauta nos mantenían enraizados al lirismo, y la plasticidad del baile abundó en la imagen de serenidad y melancolía que se quería transmitir desde las tablas.

Diego Villegas pasó de la flauta a la armónica y de ésta al piano en un abrir y cerrar de ojos. La granaína, intencionadamente desafinada en las teclas, se iluminó desde la garganta de la cantaora. Patino recogió el testigo y puso a Javier Latorre a bailar por rondeñas, mientras que Anabel hacía lo propio desde una proyección. La pieza musical era la misma o muy similar a la que le escuchamos al guitarrista jerezano en el 'Vaivenes' de Javier Barón. Latorre lució tremendo en un baile, ahora sí, cargado de flamenco casi por completo.

Anabel volvió a escena para rebajar la jondura con una delicada propuesta y dar paso a una guajira salida de la sonanta de Patino. El viaje entre los tangos flamencos, argentinos y cubanos se vio deslucido por el escaso volumen de la música en off, solapada en todo momento por el zapateo de Anabel y Alberto. La hermosísima 'Por una cabeza', de Carlos Gardel, sonó en la voz de María José Pérez para arropar un hermoso paso a tres acompañados de la Orquesta Joven de Almería.

Un bello final para un espectáculo que duró escasamente cincuenta minutos y que nos dejó con la sensación de haber contemplado un montaje de Latorre. Su estrella lució fulgurante dejando algo difuminada a la protagonista de la noche.