El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha ordenado al Ejército que no permita dormir a la población de Gaza con el fin de presionar a las milicias palestinas para que liberen al soldado Guilad Shalit, al tiempo que ha dejado las manos libres a los militares para que lleven a cabo las operaciones que consideren más convenientes en la Franja.

«Yo soy responsable de lo que hoy está ocurriendo en Gaza y he dicho a las tropas que nadie pueda dormir de noche para que sepan lo que están sufriendo nuestras comunidades del sur. Nadie muere por una incomodidad, aunque sí por los Qassam», dijo el mandatario.

Sus declaraciones llegan una semana después de que se iniciara la operación Lluvias de verano, durante la que el Ejército ha disparado más de 1.200 bombas y misiles, que han destruido las principales infraestructuras de Gaza, y los milicianos han disparado una decena de cohetes artesanales, que no han causado daños.

Sin ir más lejos, ayer la organización humanitaria israelí Btselem facilitó los últimos datos de víctimas en el conflicto, que en el mes de junio se elevaron a 49 muertos palestinos -de los que 31 son civiles-, y tres fallecidos israelíes -dos soldados y un colono-. Las cifras de mayo muestran que en ese mes perdieron la vida 36 palestinos y un israelí.

'Bombas de sonido'

Durante la última semana, los cazas F-16, de fabricación estadounidense, han sobrevolado de noche y de día la franja de Gaza en vuelos rasantes causando estruendosas bombas de sonido sobre las zonas residenciales, y que, como dice Olmert, causan la «incomodidad» de no permitir dormir a la población. El primer ministro también adelantó que el Ejército puede aplicar en Gaza la misma política que en Cisjordania con respecto a la detención de los líderes políticos de Hamas.

En cuanto al soldado Shalit, el jefe de Gobierno advirtió de que una negociación con la organización fundamentalista sería contraproducente, ya que reforzaría la posición del grupo islámico, con lo que dio a entender que el rechazo de Israel a canjear al militar secuestrado por mil prisioneros, como ha ofrecido Hamas, no está a la vista. En estos momentos, la mediación que conduce el presidente egipcio, Hosni Mubarak, se encuentra en punto muerto.

Unas horas antes de las declaraciones de Olmert, hacia las dos de la madrugada, un helicóptero Apache disparó dos misiles contra la oficina del primer ministro palestino, Ismael Hanniya, en el centro de Gaza. Los obuses destruyeron una cocina y una sala de la segunda planta, que se llenaron de cascotes y vidrios rotos. Hanniya, que vive oculto la mayor parte del día, visitó las dependencias afectadas y aseguró que con esos ataques Israel no conseguirá liberar a su soldado. En cambio, apuntó el primer ministro, las facciones palestinas se unirán aún más.

La operación contra el primer ministro es difícil de explicar porque se produjo sólo unas horas después de que fuentes oficiales israelíes echaran la culpa del secuestro a Jaled Mashal, el líder de Hamas en el exilio, y dijeran que Hanniya no podía hacer nada para resolver el problema.

Mientras, el presidente de la ANP, Mahmud Abbas (Abu Mazen), también visitó el edificio y denunció que el Gobierno hebreo «comete un crimen de guerra detrás de otro» sin que intervenga la comunidad internacional.

Consecuencias terribles

Por su parte, las Brigadas Izz al Din al Qasam, las milicias de Hamas, amenazaron con atacar colegios y plantas eléctricas en el interior de Israel para responder a los ataques que lidera el Ejército contra las infraestructuras de la Franja. «Si la ocupación continúa su agresión y su terrorismo contra nuestro pueblo arrastrará a la región a un mar de sangre y las consecuencias serán terribles», señaló Abu Ubaida, portavoz de la organización.

Mientras, Israel autorizó la apertura del paso de Karni durante cinco horas para que entraran gasolina y alimentos en la Franja. Karni ha estado cerrado la mayor parte del año y las reservas de los palestinos escasean día tras día.

Y en Naplusa, en la Cisjordania ocupada, las Brigadas Al Aqsa, milicias de Al Fatah, consiguieron rescatar de un hospital a uno de sus compañeros heridos antes de que llegara el Ejército. En la operación, los soldados hirieron a cinco personas que les apedrearon.