El Gobierno relevó ayer al Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), José Antonio García González, después de sólo dos años en el cargo. El ministro de Defensa propuso al Consejo de Ministros la destitución del alto mando militar, cuya imagen quedó dañada a raíz de su gestión en el 'caso Mena', protagonizado por el ex jefe de la Fuerza Terrestre, José Mena Aguado, su amigo y compañero de promoción.

Alonso no llegó a sintonizar con el general y esta semana tomó una decisión que, según fuentes militares, ya estudió en enero José Bono. El teniente general Carlos Villar Turrau -hasta ahora al frente de la Dirección General de Armamento y Material- ocupará desde ahora el puesto.

La vicepresidenta primera del Gobierno aseguró que el cese de García González no tiene relación alguna con su papel en la crisis provocada por la intervención de Mena en la Pascua Militar de Sevilla, durante la que invocó una eventual intervención de las Fuerzas Armadas en caso de que el Estatuto de Cataluña rebasara los límites de la Constitución.

Argumentos

María Teresa Fernández de la Vega argumentó que el cambio vino «determinado por la conveniencia de designar a una persona que, dada su experiencia internacional, encaja mejor con el impulso que se quiere dar desde el Ejecutivo a la política europea de Seguridad».

Villar Turrau, que será el tercer JEME en tres años, llegó a su último puesto por designación del Gobierno de José María Aznar y el 30 de julio del año pasado ascendió a teniente general. De acuerdo con el currículo difundido por el Ministerio de Defensa, posee una «intensa experiencia» en el ámbito internacional: en los últimos años tuvo un «papel relevante» en la creación de la Agencia Europea de Defensa, de cuyo comité director es miembro.

José Antonio Alonso ya expresó al asumir su cargo que entre sus prioridades estaba trabajar por una «auténtica» política común de Seguridad y Defensa en el seno de la UE. Con todo, y según las explicaciones de la vicepresidenta, el Gobierno considera que el relevo de García González es más que suficiente para hacer frente a este objetivo. Al menos, eso dio a entender De la Vega cuando aseguró que descarta emprender «cualquier otro tipo de cambio» en la cúpula militar

La destitución del general García -que a sus 63 años pasará a la reserva- fue recibido con sorpresa en el propio cuartel del Ejército de Tierra. Era conocido el malestar de José Bono con su actuación del pasado enero. Sobre todo, porque los discursos que pronuncian los generales en sus actos públicos deben recibir el visto bueno de esta autoridad militar, lo que quiere decir que la polémica intervención de Mena pasó el filtro del JEME bien por acción, bien por omisión.

Aún así, se pensaba que las aguas habían vuelto a su cauce, y más después de que Alonso se llevara a García González a Afganistán en su primer viaje oficial como ministro de Defensa; un detalle que muchos interpretaron como espaldarazo. Sin embargo, algunas fuentes próximas a Defensa apuntan que fue en este viaje cuando el ministro constató su falta de sintonía con el militar y cerró su decisión de relevarle.