-¿Cómo empezó a trabajar como camarera?

-La verdad es que este trabajo me vino casi sin pensarlo. Se me planteó la oportunidad y sencillamente la acepté. De eso hace ya cuatro años y hasta la fecha me ha ido bastante bien.

-¿Qué es lo que más le gusta de lo que hace?

-Supongo que el relacionarme con mucha gente y la calidad humana de mis compañeros. Yo soy camarera de catering y debido a que viajamos continuamente para trabajar en otras ciudades pasas muchas horas con tus compañeros de trabajo, lo que genera una buena amistad. Aunque también hay que decir que con todos no te puedes llevar de perlas.

-Es un trabajo muy duro: muchas horas de pie, mucho ajetreo...

-Sí. Además lo peor de esta profesión es el agobio porque todo quede a la perfección. Además de las prisas por tenerlo todo a punto a su debida hora.

-¿Cómo es el trato con los clientes?

-Bueno... hay de todo. Desde personas que te tratan con respeto y educación hasta aquellas otras que se piensan que son superiores a tí por el hecho de que en ese momento estás dando un servicio. Una vez, uno de los asistentes a una boda hizo a una de mis compañeras estar toda una cena echándole agua en su copa cuando este señor tenía la jarra llena gusto a su lado. Y es que el caballero sostenía que la labor de nosotras, las camareras, era estar a su entera disposición.

-Ha comentado antes que viajan mucho para atender banquetes de todo tipo, ¿les da tiempo de hacer un poco de turismo?

-Eso es prácticamente imposible ya que vamos con muchas prisas y siempre con el tiempo justo para hacer nuestro trabajo. Cuando llegamos a una ciudad hay que preparar todo el banquete, atender el servicio, recoger y coger de nuevo la carretera para casa.

-Supongo que acabará muerta tras una jornada de trabajo...

-No te puedes imaginar cuanto. Tras un día duro de trabajo llego a mi casa y estoy deseando meterme en la cama para descansar.