Tres regiones francesas podrían pasar hoy al control de Marine Le Pen

El primer ministro Valls ha pedido a sus electores que voten si es preciso a la derecha para frenar al Frente Nacional

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Una Francia profundamente conservadora comienza hoy un lento pero inexorable cambio de su modelo político, con la emergencia de un paisaje político tripolar, sin precedentes en la historia de la V República, fundada entre 1958 y 1962. En la primera vuelta de las elecciones regionales, el domingo pasado, 12.937.855 franceses votaron a partidos de centro, derecha y extrema derecha; mientras que 8.770.425 franceses lo hicieron a partidos de izquierda moderada, ecologistas, socialistas, comunistas y de extrema izquierda. Hoy, en la segunda y definitiva vuelta de estas elecciones regionales, esos mismos electores deberán elegir a los consejeros regionales de las 23 regiones de Francia. Los consejeros/parlamentarios regionales elegirán a primeros de año los gobiernos autonómicos.

Hasta ayer, el PS y sus aliados (ecologistas, comunistas y extrema izquierda) controlaban los gobiernos de todas las regiones de Francia, menos una. Tras estas elecciones regionales, el paisaje político nacional habrá implosionado definitivamente.

El Frente Nacional (FN, extrema derecha), podría ganar hoy la mayoría en una, dos o tres regiones de Francia. El FN ya fue la semana pasada el partido más votado. Los últimos sondeos anuncian un posible retroceso del voto extremista. Si la extrema derecha ganase hoy dos o tres regiones, se trataría de un aldabonazo político excepcional.

Se trata de un escenario poco probable. Si el FN conquistase hoy una región se trataría un acontecimiento histórico: la extrema derecha gobernaría una región francesa, por vez primera en la historia. Marine Le Pen, presidenta del FN, obtuvo un resultado excepcional en la primera vuelta; pero se cotiza como posible perdedora en la segunda, como su sobrina, Marion Marechal le Pen. Florian Philippot, vicepresidente del FN, podría ser la gran sorpresa, por partida doble: puede conquistar una región, convirtiéndose en el primer dirigente gay de la historia de la extrema derecha que consigue mejores resultados que toda la familia Le Pen.

A la izquierda, el PS de François Hollande se contentaría con ganar de tres a cinco regiones. Sería un retroceso espectacular. Pero las izquierdas evitarían una humillación trágica. A la derecha, Los Republicanos (LR), el partido conservador de Nicolas Sarkozy, espera conquistar entre cinco y siete regiones. Pasar de una a cinco regiones sería un triunfo considerable. Ganar seis regiones sería un triunfo muy llamativo y esperanzador para la derecha tradicional.

Pascal Perrineau, politólogo, profesor de Ciencias Políticas, historiador emérito de la extrema derecha francesa, comenta a ABC los cambios políticos en curso de este modo: «Con la primera vuelta se produjo una implosión de todos los equilibrios tradicionales, que reposaban en el duopolio izquierda derecha, un modelo bipolar. Ese modelo está siendo sustituido por un modelo tripolar, con tres fuerzas muy parecidas: extrema derecha, que ha conseguido el primer puesto en la primera vuelta, la derecha tradicional y la izquierda, que ha perdido terreno».

Habrá cambios de estrategia. Los tradicionalistas, como Hollande o Sarkozy, siguen apostando por la unión a ultranza de sus respectivos campos. A la izquierda, Valls comienza a maniobrar desde otra óptica. Pidiendo el voto de la derecha en algunas regiones, en la segunda vuelta, Valls está anunciando una nueva estrategia: la posibilidad de unión de los reformistas de ambos bandos. A la derecha, Alain Juppé, alcalde de Burdeos, ex primer ministro, piensa algo parecido, la unión de los reformistas de izquierda y derecha que no quieren saber nada ni de la extrema derecha ni de las antiguas estrategias de bloque contra bloque. Para el FN se trata de un primer paso en la larga marcha hacia la elección reina del modelo político francés, la elección presidencial, dentro de 18 meses. Para el PS se trata de salvar o hundir al presidente Hollande. Para la derecha se tratará de confirmar a Nicolas Sarkozy como líder o apostar por Alain Juppé.

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