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La «premier» Theresa May, ayer en un acto de campaña en Norwich - REUTERS

ELECCIONES REINO UNIDO 2017Theresa May, favorita ante el experimento socialista de Corbyn

Los últimos sondeos le dan una ventaja similar a la que obtuvo Cameron hace dos años

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Las elecciones de hoy son atípicas. Primero, porque el país ha sufrido dos gravísimos atentados en plena campaña, uno con 22 muertos y otro con ocho. Pero también porque los británicos tienen ante sí una opción inédita desde hace una treintena de años: la posibilidad de votar por un programa abiertamente socialista, tan a la izquierda como los que hicieron despeñarse a Michael Foot y Neil Kinnock ante Thatcher y John Major a finales del siglo pasado.

Jeremy Corbyn, de 68 años, un aparattchick que no ha trabajado en su vida en una empresa, se presenta con un programa socialista puro, engalanado con generosísimas medias populistas, probablemente imposibles de pagar. Por ejemplo: matrículas universitarias gratuitas en Inglaterra y Gales (coste estimado, 10.000 millones de libras) o servicio de guardería universal (5.000 millones).

También dinero a raudales para el servicio público de salud, nacionalizaciones del ferrocarril y el agua, un banco nacional de inversiones… La fiesta social se sufragaría con más impuestos para el 5% que más gana y dos puntos más de carga fiscal para las empresas. Los institutos independientes estiman que ni así podría pagar lo que promete.

Un ministro marxista

Si gana Corbyn, su ministro de Economía sería John McDonnell, viejo camarada, orgulloso «marxista». ¿Puede tener éxito el envite de Corbyn? Nadie lo cree, ni sus bases de a pie, que anteayer confesaban en su blog Labour Uncut que el termómetro puerta a puerta está frío. Aunque también es cierto que a May se le ha complicado la campaña por su «impuesto sobre la demencia», que ha irritado a los jubilados, por sus flaquezas personales (no es la Thatcher 2 que se suponía) y porque los atentados han sido utilizados torticeramente como arma electoral por los laboristas, que recuerdan que siendo ministra del Interior recortó la plantilla policial en casi 20.000 agentes.

May lo ha acusado en las encuestas. Cuando adelantó las elecciones, hace 50 días, aventajaba a Corbyn en 22 puntos (por eso llamó a las urnas). Ayer su ventaja era solo de seis puntos, la misma con la que obtuvo Cameron su mayoría absoluta contra Miliband.

En resumen: no parece que los británicos vayan a comprar hoy el catecismo socialista de Corbyn, aunque ha hecho mucho mejor campaña de lo esperado y sus ofertas populistas gustan, porque el malestar de la crisis del 2008 nunca se ha curado y existe una Inglaterra mortecina y enfadada.

Pero el sistema electoral británico, con sus 650 circunscripciones, es juguetón y a veces da sorpresas. Una cosa es el porcentaje de voto nacional y otra los escaños que se logren. La mayoría absoluta en los Comunes es de 326. Cameron legó a May una mayoría operativa de 17 diputados. Todo lo que no sea ampliar de largo esa cifra será un fracaso personal para la «premier». Los pronósticos se contradicen. Chris Hanretty, respetado estudioso de la Universidad de East Anglia, otorga a los tories 375 diputados, 45 más, una magnífica mayoría absoluta. Pero la proyección de YouGov para «The Times» insiste en que se van a quedar en solo 305.

Disparar a matar

May endureció su perfil en las últimas horas. Insistió en que las leyes de derechos humanos no serán un impedimento en la lucha contra el terrorismo, lo que le valió sonoras críticas. Marcó distancias con Corbyn de la manera más gráfica: «Yo apoyo la política de que la policía tire a matar. Él no». Y repitió su mantra diario, objeto ya de montajes cómicos en televisión: «Solo yo puedo ofrecer un liderazgo fuerte y estable para llevar adelante el Brexit».

El viejo socialista explicó que la disyuntiva está entre «cinco años más de austeridad tory o la esperanza». Ambos saltaron a varios puntos del país en frenéticos mítines finales. La solución, a partir de las dos de esta madrugada.

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