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Alexis Tsipras, ayer, durante la sesión parlamentaria - REUTERS

Los recortes que Tsipras no ha podido evitar

El gran fracaso del primer ministro heleno ha sido su plan nacional para la creación de nuevos empleos y para atraer nuevas inversiones

CORRESPONSAL EN ATENAS Actualizado: Guardar
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Para poder comprender la política realista y los nuevos recortes que debe aplicar el gobierno de Alexis Tsipras y el porqué de la indignación creciente de sus votantes, conviene repasar el denominado Programa de Tesalónica. Es el programa que presentó con mucho entusiasmo el entonces líder de la oposición Alexis Tsipras en la ciudad de Tesalónica en septiembre del 2014.

En su introducción comenzaba por aludir a la deuda pública griega y a la necesidad de conseguir la cancelación de la mayor parte del su valor nominal para que fuera sostenible. Asimismo, exigía entonces la inclusión de un periodo significativo de gracia para el pago de dicha deuda. La verdad es que este tema todavía no se ha tratado oficialmente por los acreedores griegos y ahora, tras haber firmado un tercer rescate por valor de 86.000 millones de euros,Tsipras lo utiliza como argumento para tranquilizar a sus soliviantados votantes. Anuncia que si se cumple el programa de ajustes y reformas del tercer rescate, se pondrá sobre la mesa de negociaciones próximamente el recorte de la deuda griega (que en la práctica supone el aplazamiento de su pago después del 2022).

El prometido aumento de la inversión pública de al menos 4.000 millones de euros no ha podido efectuarse por falta de liquidez, necesaria para pagar sueldos estatales y todas las pensiones. Ni tampoco la restauración gradual de salarios y pensiones: el salario mínimo bruto sigue siendo 586 euros y 510 euros para los jóvenes hasta 25 años. Tsipras ha incluido desde la primavera pasada en sus discursos la palabra «gradualmente», esperando poder en el próximo futuro aumentar estos salarios mínimos. Lo que no dice es que en la práctica muchos son los griegos que trabajan por menos dinero aun o sin cobertura sanitaria. Lo hacen porque el desempleo sigue rondando el 25% (en los jóvenes se acerca al 50%) y porque en caso de conseguir el subsidio de desempleo, este es para todos menos de 400 euros por 12 o 18 meses nada más.

Lo peor, las pensiones

En el caso de las pensiones, la situación es aún peor: no sólo no se han aumentado de nuevo (tras verse reducidas debido a once recortes desde el 2010 las superiores a los 600 euros), sino que a partir de ahora y con la reforma votada hace dos semanas está penalizada la prejubilación. La pensión mínima se encuentra ahora en 384 euros tras 20 años cotizados, nadie podrá jubilarse a partir de ahora antes de los 40 años cotizados o a los 67 años de edad y la pensión más alta será de 2.304 euros al mes. Quienes se jubilarán a partir de ahora sufrirán recortes de hasta 30% comparados a los que se jubilaron antes. El primer ministro no ha conseguido tampoco restituir la paga de Navidad a los pensionistas con pensiones inferiores a los 700 euros mensuales (la gran mayoría). Y muchos jubilados han visto como sus pensiones auxiliares se han reducido.

El primer ministro radical también había prometido enfrentarse lo antes posible a la crisis humanitaria, concediendo electricidad gratuita a 300.000 hogares bajo el umbral de la pobreza junto con subsidios alimentarios a 300.000 familias sin ingresos en colaboración con autoridades locales, la Iglesia y las ONGs y un programa de viviendas para los mas necesitados. En esto si consiguió que más de cien mil familias consiguieran electricidad y tuvieran acceso a ayudas alimentarias (tanto acceso a comedores sociales como cheques alimentarios). Pero no muchas más, porque los criterios eran estrictos y no los cumplían muchas familias. Y tambien se ha visto obligado a reducir las pensiones de los inválidos y recortar o eliminar los suplementos de pensiones de entre 50 y 150 euros para quienes tenían las mínimas.

En lo referente a los ingresos del Estado y la lucha contra la evasión fiscal su Gobierno ha suspendido: ha sido una de las grandes promesas de Tsipras pero no ha conseguido grandes resultados. A ello no es ajeno el primer Ministro de Economía Yanis Varufakis, que se dedicaba desde enero hasta su dimisión el 6 de julio, un día tras el referéndum, a negociar con los acreedores y a viajar y dar entrevistas. No tenía literalmente tiempo para revisar y controlar de cerca los ingresos y gastos del estado. El mecanismo de recaudación de impuestos era y sigue siendo lento y ha tenido que reformarse, la corrupción era enorme y la mayoría de los recaudadores de Hacienda, cuyos sueldos habían sido reducidos, trabajaban lo mínimo. Se han registrado pocas detenciones de personas con grandes deudas a Hacienda y la prometida persecución de quienes figuran en la lista Falciani (conocida como lista Lagarde en Atenas) con cuentas en un banco suizo es muy lenta.

El que no exista una política fiscal fiable y nadie sepa que impuestos tendrá que pagar este año y el siguiente es algo que tampoco ha ayudado al Gobierno. Tsipras prometió que el impuesto inmobiliario sería eliminado y ahora los griegos ven que no solo sigue en vigor, sino que deberán pagar mas impuestos inmobiliarios a partir de este año con las medidas aprobadas ayer noche en el parlamento,

Problemas de la justicia

A los problemas de la política fiscal se juntaron los problemas de la justicia griega: el país tiene muchas leyes y abogados, pero el funcionamiento de los tribunales es muy lento y un caso puede tardar mas de cinco años en ser juzgado. A ello se añaden las constantes huelgas de los abogados y notarios griegos, que paralizan en la práctica los juzgados. Dichos profesionales y otros muchos más han luchado contra los privilegios casi gremiales que tenían hasta ahora que conseguían mantener las profesiones «cerradas», algo que encarece la vida diaria de los griegos.

Tsipras también prometió que se restructurarían los «préstamos en rojo» de individuos y empresas que no podían pagar sus mensualidades a los bancos. En la votación de ayer quedó claro que estos préstamos en rojo podrán ser vendidos por los bancos. Pero eso sí, continúa la moratoria sobre las residencias principales de las familias hasta al menos el 1 de enero del 2018: en Grecia no ha habido aun desahucios de vivienda principal familiar desde el comienzo de la crisis.

El gran fracaso de Tsipras ha sido su plan nacional para la creación de nuevos empleos y para atraer nuevas inversiones: prometía que en dos años se crearían 300.000 puestos de trabajo en todos los sectores de la economía. Pero al aumentar los impuestos y ahuyentarse los nuevos inversores, tanto de griegos como de extranjeros, no se han creado nuevos empleos. A ello no es ajeno el control de capitales impuesto el lunes 29 de junio, debido en parte a propia falta de confianza de los griegos que comenzaron a retirar sus ahorros de los bancos. El referéndum del 5 de julio y las segundas elecciones generales del 20 de septiembre, la preocupación de que Grecia no sale de su crisis, no han ayudado a recuperarse la economía griega, ni a que aumente la confianza de los inversores. A ello hay que añadir que algunos ministros radicales han puesto hasta ahora dificultades y pegas a muchos proyectos, especialmente relacionados con el sector privado y posibles privatizaciones a las que se oponen.

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