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Vídeo: La Policía confirma doce detenidos

La Policía desoyó dos denuncias contra uno de los terroristas que atentó en Londres

Una madre se quejó de que quería convertir a su hijo y un hombre lo acusó de ver material yihadista online

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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Para desdoro de las fuerzas de seguridad británicas, el fallo se repite por tercera vez: al igual que en los casos de Khalid Masood, el terrorista de Westminster, y de Salman Abedi, el suicida del Manchester Arena, uno de los tres terroristas del ataque del sábado en Borough Market fue denunciado al menos por dos vecinos por su radicalismo. Pero los avisos cayeron en saco roto, a pesar de ser un clamor. Una mujer lo denunció a la policía porque hacía proselitismo yihadista con su hijo. Un hombre llamó a la «línea caliente antiterrorista» para contar que veía vídeos de predicadores radicales en internet y simpatizaba con el terrorismo islámico en sus comentarios. También fue expulsado de una mezquita por tratar de enrolar a un adolescente en el Daesh.

La situación era tan clara que el año pasado el fundamentalista, conocido por sus amigos como Abz y que vestía una camiseta del Arsenal cuando cometió el atentado, apareció en un documental de televisión de Channel 4 sobre los yihadistas británicos. También se vio envuelto un incidente en Regent’s Park, el céntrico parque de Londres donde se levanta una de las mayores mezquitas del país, en un altercado por la policía por desplegar la bandera negra del Daesh. Lo acompañaban dos conocidos predicadores integristas.

«Yo cumplí con mi parte, y conozco a mucha gente que también lo hizo. Pero las autoridades no cumplieron con la suya», ha declarado anónimamente a la BBC un vecino de Barking, el barrio del Este de Londres, donde vivía el terrorista, en un flamante bloque de pisos de protección social.

Las fuerzas de seguridad conocen ya la identidad de los tres terroristas que fueron abatidos en la noche del sábado frente al pub Wheatsheaf del Borough Market, por ocho policías que dispararon cincuenta tiros. Pero no se han desvelado todavía las identidades para no perjudicar a la investigación, como sucedió en Mánchester, cuando una filtración estadounidense destapó los nombres antes de tiempo.

Aunque se respeta la petición policial de no dar su nombre, se sabe ya que uno de los asesinos, probablemente el cabecilla del trio, era un hombre orígenes pakistaníes, de 28 años, cuyos padres llegaron al Reino Unido como solicitantes de asilo. Era muy religioso, vestía túnica coránica y era reacio a hablar con mujeres por sus principios extremistas. Trabajaba en un gimnasio islámico de Barking como instructor, dando clases de taekwondo y levantamiento de pesas. El centro separa estrictamente a hombres y mujeres. Un pariente lo define como «buena persona, muy religioso, fundamentalista, se podría decir, pero nunca le escuché una mala palabra de otra persona, incluidos los no musulmanes». Estaba casado y tenía hijos.

El domingo a las ocho de la mañana se produjeron dos redadas en la zona donde vivía el terrorista. En un piso fue arrestada una mujer de 38 años y en una segunda propiedad once personas, entre ellas seis mujeres, de las que cuatro vestían burka.

Abdul Lafit, de 13 años, ha contado a «The Times» que su hermano y otros amigos lo echaron de una mezquita local después de que intentase enrolarlo en el Daesh. «Venía a la mezquita y te decía: ¿Quieres unirte a Estado Islámico?».

Erica Gaspari, de 42 años, relata en el mismo diario que lo denunció a la policía el verano pasado por tratar de convertir a su hijo a la salida de su escuela. El niño acudía al centro Northbury Primary School. El extremista y algunos de sus amigos aguardaban a los escolares en un parque situado enfrente, donde se mostraban amistosos con ellos y les regalaban dulces, antes de hablarles de su fe. «Él estaba al mando y le pregunté qué estaba haciendo con mi niño. Me dijo que estaba enseñándole religión. Le respondí que para aprenderla mi hijo podría ir a una mezquita y que no quería que le enseñase nada. Me pidió que no le hablase por ser mujer y que podía hacerlo con su mujer».

El conocido anónimo que ha hablado con la BBC cuenta que lo denunció por ver vídeos en internet de predicadores radicales y porque hablando de un atentado que acababa de ocurrir «lo defendía, tenía justificaciones para todo». El terrorista veía vídeos en YouTube, propiedad de Google, de un predicador del odio afincado en Estados Unidos, Ahmad Musa Jibril, muy conocido por animar a los extranjeros a enrolarse en la guerra de Siria. Alarmado, el denunciante llamó a la «línea caliente» contra el terrorismo. «Hablé con un caballero, le conté que temía que se había radicalizado y le expliqué mis conversaciones con él». No ocurrió nada.

«Me sorprende que ese material esté todavía ahí en YouTube y lo fácil que es acceder a él», lamenta el hombre. Es una queja que comparte el Gobierno británico. May anunció el domingo que buscará un acuerdo internacional para poner fin a la tolerancia de los gigantes de Silicon Valley con los contenidos yihadistas en sus plataformas.

Scotland Yard no ha querido comentar estas denuncias no atendidas, alegando que todavía no se han destapado las identidades de los terroristas.

Por otra parte, el terrorista estaba relacionado con al Muhajiroun, la organización del predicador del odio Anjem Choudari, de 50 años, un abogado londinense que durante una década propagó el extremismo por mezquitas de la ciudad sin que la justicia acabase de actuar contra él hasta el pasado verano. Choudari era tan conocido que llegó a aparecer en la BBC ofreciendo sus puntos de vista como si fuese una analista más. Sus declaraciones eran tremendas, llegó a decir que quería ver la bandera del Estado Islámico ondeando en el 10 de Downing Street. También fue el hombre que adoctrinó a los dos hijos de inmigrantes que en mayo de 2013 mataron a puñaladas en el Sur de Londres al joven soldado Lee Rigby.

Choudari fue condenado al fin a cinco años y medio de cárcel el año pasado, tras lustros de acción impune. El asesino de la camiseta del Arsenal mantenía también relación con Siddartha Dhar, otro conocido radical que estando en libertad bajo fianza huyó y se enroló en las filas del Daesh.

El terrorista, según sus vecinos, estaba «eufórico» en la tarde del atentado. Sobre la furgoneta de B&Q que utilizó para atropellar a los peatones en el Puente de Londres, explicó que estaba preparando «una mundanza».

Las fuerzas antiterroristas controlan a 3.000 posibles yihadistas, pero hay 20.000 más que están fichados pero no son objeto de vigilancia permanente, figuran clasificados como «una amenaza residual». Son protocolos que seguramente ahora se revisarán, pues May anunció el domingo una reforma de la estrategia antiterrorista.

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