El juez Antonin Scalia (segundo por la izquierda), junto a los demás miembros del Tribunal Supremo de EE.UU., en una imagen de 2010 en Washington
El juez Antonin Scalia (segundo por la izquierda), junto a los demás miembros del Tribunal Supremo de EE.UU., en una imagen de 2010 en Washington - EFE

Obama y los republicanos abren la guerra por el control del Tribunal Supremo

La muerte del juez conservador Antonin Scalia -y la batalla por su sustitución en el Alto Tribunal- incendian la carrera electoral en EE.UU.

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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El juez Antonin Scalia, la figura de mayor peso del ala conservadora del Tribunal Supremo de EE.UU., falleció este fin de semana. Su sustitución en el máximo órgano judicial del país abre una nueva batalla política, quizá la más decisiva, en un año polarizado por las elecciones presidenciales.

El equilibrio inestable que ha marcado la composición del Tribunal Supremo en los últimos años -cuatro jueces liberales y cinco conservadores, aunque dos de ellos han votado opciones progresistas muchas veces- podría acabar si el sustituto de Scalia es de uno u otro signo. El Supremo tiene pendientes asuntos de gran calado en inmigración, aborto, discriminación positiva o financiación electoral, y la incorporación de un juez de corte liberal inclinaría la balanza con fuerza hacia posiciones progresistas.

El nombramiento de los magistrados del Supremo corresponde al presidente, y el nominado debe ser ratificado por el Senado. A Barack Obama le queda menos de un año en la Casa Blanca, pero asegura que nominará a un candidato, mientras los republicanos -que dominan el Senado y la Cámara de Representantes- afirman que no aprobarán ningún juez hasta las presidenciales de este otoño.

La muerte de Scalia, al fin y al cabo, convierte 2016 en el año que dictará el paisaje político de EE.UU.. Con su fallecimiento, la composición de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial -independientes, pero conectados- se definirá este año.

«Mi plan es cumplir con mi obligación constitucional de nominar un sucesor en el plazo debido. Hay tiempo suficiente»

En enero de 2017, los demócratas podrían celebrar la jura como presidente de Hillary Clinton o Bernie Sanders, la recuperación de su mayoría en el Senado y un Supremo de inclinación progresista. Pero los republicanos también podrían llegar a la Casa Blanca, conservar su mayoría en el Senado y retrasar la nominación de un juez hasta que lo haga el nuevo presidente. Además, el ocupante de la Casa Blanca podría tener un papel todavía más importante en la inclinación política del Supremo. Cuando se estrene en el cargo, habrá otros tres jueces de avanzada edad: Ruth Bader Ginsburg tendrá 83 años, Anthony Kennedy tendrá 80 y Stephen Breyer, 78.

«Mi plan es cumplir con mi obligación constitucional de nominar un sucesor en el plazo debido. Hay tiempo suficiente para que lo haga y para que el Senado cumpla con su responsabilidad de votarlo», anunció Obama poco después de conocerse el fallecimiento de Scalia. «Estas son responsabilidades que me tomo muy en serio. Van más allá de los partidos», defendió.

La respuesta llegó de inmediato del otro bando. El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, exigió al presidente que no nominara ningún candidato. «El pueblo estadounidense debe tener voz en la selección de su próximo juez del Supremo. Por lo tanto, la vacante no debe ser ocupada hasta que no tengamos un nuevo presidente», justificó.

Filibusterismo

Obama hará oídos sordos y no tardará en presentar un candidato. ¿Puede negarse el Senado a votarlo? En principio, sí, a través del filibusterismo o tácticas dilatorias permitidas en el reglamento de la Cámara, que retrasan la decisión de una materia hasta enterrarla. La última vez que se utilizó fue en 1968, para evitar el nombramiento de un juez elegido en los últimos seis meses de mandato de Lyndon B. Johnson. A Obama le quedan once meses en el cargo, y sería inusual que el Senado se opusiera tanto tiempo. Desde 1975, se tarda entre 75 y 90 días en cubrir una vacante en el Supremo. Pero una nominación en año electoral es muy rara: la última vez que ocurrió fue en 1988, cuando el Senado confirmó el nombramiento de Anthony Kennedy por Reagan.

Hillary Clinton afirmó que dejar la vacante hasta las elecciones sería «una deshonra para nuestra Constitución». La noticia del fallecimiento de Scalia sorprendió a los candidatos republicanos horas antes de su debate. Todos se volcaron con la idea de que el Senado no permita ninguna nominación por parte de Obama. El más agresivo fue Ted Cruz: «Otro juez liberal en el Supremo debilitaría la libertad religiosa de millones de estadounidenses». « Retrasar, retrasar, retrasar», fue la consigna de Donald Trump.

La sucesión en el órgano judicial también tendrá repercusiones en quién será elegido para la Casa Blanca. Si Obama consigue colocar un juez liberal, ¿agitará todavía más las bases republicanas a favor de un candidato muy conservador? Si no lo logra, ¿movilizará el voto demócrata la idea de un conservador como Ted Cruz eligiendo varios jueces del Supremo?

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