La canciller alemana, Angela Merkel, en una conferencia de prensa el pasado 23 de julio tras los ataques de Múnich
La canciller alemana, Angela Merkel, en una conferencia de prensa el pasado 23 de julio tras los ataques de Múnich - AFP

El Gobierno intenta salvar la política de asilo de Merkel

La extrema izquierda se suma a las críticas de la estrategia de la canciller germana

CORRESPONSAL EN BERLÍN Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«La inmensa mayoría de los refugiados vienen a nosotros porque son perseguidos, porque buscan una vida mejor, porque en casa no tienen perspectivas». Con estas palabras intentaba ayer el ministro de Interior alemán, Thomas de Maiziére, poner freno al creciente runrún que asocia la crisis de seguridad que sufre Alemania desde hace una semana con la política de refugiados de Merkel. Desde su propio partido, el senador de Berlín Frank Henkel llamaba a «un análisis honesto de los excesos de violencia que están llevando a cabo los refugiados» y a «prescindir de tabúes». «Hemos importado personas completamente embrutecidas», dijo, haciendo las delicias del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), cuyo diputado André Poggenburg concluyó que «Ansbach demuestra lamentablemente que abrir la puerta a los refugiados es lo mismo que abrir la puerta al terror».

Curiosamente, el mismo mensaje se deslizaba desde la extrema izquierda de Die Linke, cuya jefa del grupo parlamentario, Sahra Wagenknecht, criticó la «frivolidad» con la que Merkel propuso como lema de su política aquel «Wir schaffen das» (lo conseguiremos), alertando de que ahora «ni sabemos quién está en nuestro país ni a quién nos enfrentamos». Menos explícito, el presidente de Baviera, Horst Seehofer, propuso un nuevo concepto de seguridad nacional que implique al Ejército, sugerencia que fue descartada por varios sindicatos policiales.

Los medios de comunicación, por lo común, insisten en que hay que evitar generalizaciones o incriminaciones a los refugiados como colectivo, desplazando el debate a cuestiones como el fácil acceso a la denominada «red oscura» de internet, gracias a la que consiguió un arma sin licencia el joven de 18 años que mató a 9 personas en Múnich, o la conveniencia de prohibir los juegos de ordenador violentos «ego-shooter», como el que sirvió de adiestramiento a ese mismo asesino.

Crimen y videojuegos

«No se debe asegurar que este tipo de videojuegos son inofensivos, por eso el ministro del Interior entiende que hay que abrir un debate al respecto», reforzó ayer un portavoz, acotando que «no se trata de poner bajo sospecha a todas las personas aficionadas a los videojuegos ni de decir que ese pasatiempo llevase al joven germano-iraní a matar». «Mi impresión es que se movió por la escena del crimen como en un videojuego violento», ha concluido Hermann Utz, de la Policía criminal bávara.

Solamente algunos programas de tertulia política han abordado la relación entre terrorismo y refugiados y la opinión mayoritaria reflejada es la misma que proponen instituciones como la Iglesia católica alemana, que brinda numerosos espacios para la acogida y llama a la solidaridad.

La principal afectada por este debate, la canciller Merkel, siguió ayer los acontecimientos en silencio desde su sencilla casita de vacaciones en Uckermark, a 50 kilómetros al norte de Berlín. No parece dispuesta a permitir que se instrumentalice políticamente el terrorismo para atacar su política de refugiados, a pesar que ella misma ha reconocido en una de sus últimas entrevistas que «en parte, el flujo de refugiados ha sido utilizado para el contrabando de terroristas».

Ver los comentarios