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El gobierno británico sopesa seguir pagando a la UE tras el Brexit

ontribuiría al presupuesto comunitario a cambio de conservar el acceso al mercado único europeo

Londres Actualizado: Guardar
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A comienzos del pasado octubre, la primera ministra Theresa May proclamó ufana que se inclinaba por el Brexit duro. El control de la inmigración se antepondría a cualquier otra consideración, incluido perder el libre mercado. Sus palabras provocaron una acusada devaluación de la libra, hasta un 17% por debajo de su cotización previa al referéndum. A día de hoy, el país ya está pagando el Brexit antes de que sea una realidad. La semana pasada, el ministro de Economía, Philip Hammond, reconoció en su presupuesto de otoño que el país necesitará endeudarse en 143.000 millones de euros más de lo previsto.

La dura realidad económica ha obligado al Gobierno a ir moderando su ímpetu brexiter. Primero la primera ministra insinuó en un encuentro con la patronal que podía buscar un acuerdo de transición para seguir en el mercado único europeo tras completar las negociaciones de salida.

Posteriormente su gabinete desmintió lo que ella parecía haber dicho. Pero hoy en los Comunes se ha visto claro que el Gobierno empieza a suavizar su discurso. A preguntas de un diputado laborista, el ministro para la Salida de la UE, el eurófobo David Davies, ha reconocido por primera vez que el Reino Unido podría seguir contribuyendo al presupuesto comunitario tras el Brexit, a fin de mantener el acceso al mercado único de 500 millones de personas.

Davis también asumió que se podría buscar un acuerdo de transición con Europa, tal y como viene implorando el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, que sabe que una salida brusca resultaría letal para la City de Londres, la primera industria del país. El 44% de las exportaciones británicas van al resto de la UE, mientras que para los 27 el Reino Unido solo les supone el 10% de las suyas. Esas cifras dan prueba de la situación de debilidad de los británicos ante la negociación, a pesar de que en Londres lo camufla con bravatas de corte nacionalista.

Davis asumió que podrían seguir pagando a la UE tras la salida con estas palabras: «El principal criterio aquí es lograr el mejor acuerdo posible para el acceso de nuestros bienes y servicios al mercado único europeo, y si eso incluye lo que dice, lo consideraríamos». Tras su frase la libra se apreció de inmediato, porque los mercados detestan el Brexit duro. Subió un 1% frente al dólar, hasta 1,26, su mejor registro en tres semanas, y se apreció un 0,63% ante el euro, débil estos días por la incertidumbre del referéndum de Italia del domingo.

Estas declaraciones coinciden con una nuevo desliz del extemporáneo ministro de Exteriores, Boris Johnson, que en una reunión en Londres con embajadores confesó que él es partidario de la libre circulación de inmigrantes comunitarios. Aunque era un acuerdo privado, a los diplomáticos les faltó tiempo para contarlo. Johnson, de viaje en Roma, intentó arreglarlo alegando que lo que dijo es que él considera que la inmigración ha sido en general positiva para Gran Bretaña, pero que se ha descontrolado y hay que reconducirla.

En general se percibe que el Gobierno de Theresa May va dando bandazos y carece de una estrategia clara de cara a la negociación de salida, que comenzaría el 31 de marzo, si tal y como está previsto se activa para entonces el artículo 50 que inicia el proceso de ruptura.

El giro posibilista del Gobierno ha irritado a los diputados conservadores más euroescépticos, algo relevante, porque en gran medida todo el Brexit no ha sido más que una pelea de familia del Partido Conservador. «El pueblo británico se sentiría absolutamente ultrajado si siguiésemos pagando a la UE», reprochó el parlamentario tory Peter Bone, quien fue incapaz de concretar la cifra que abona su país a la UE.

Por otra parte, el Gobierno británico ha garantizado que los investigadores comunitarios que quieran hacer cursos de postgrado en las universidades británicas seguirán teniendo acceso a becas en los cursos 2017 y 2018, incluso aunque el país completase el Brexit, algo que se da por casi imposible antes del verano de 2019. El Ejecutivo asegura que lo hace para «seguir garantizando el liderazgo del Reino Unido en ciencia e investigación».

Este jueves se ha conocido el último dato de inmigración, con un saldo neto de 335.000 inmigrantes en los doce meses hasta junio, la segunda mayor cifra de la historia. Los datos contemplan ya una semana posterior al referéndum. Por países, los más numerosos fueron los rumanos (54.000), seguidos de chinos (44.000), polacos (38.000) e indios (36.000).

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