Un ciudadano francés deposita el voto en la urna
Un ciudadano francés deposita el voto en la urna - AFP
EDITORIAL ABC

Francia vota dividida

Aunque las encuestas dan vencedor al social-centrista Macron, se mantiene una amarga incertidumbre por la experiencia reciente de otros resultados electorales inesperados

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La Francia que vota hoy en la segunda vuelta de las presidenciales es una nación dividida, fraccionada, políticamente deshecha, con los partidos tradicionales desgarrados y sometida a un desafío en el que está en juego mucho más que una alternancia normal. En efecto, las dos opciones que tienen los electores del país vecino hoy no son equivalentes, porque hay una, la que representa Marine Le Pen, que se propone destruir el sistema de sociedad abierta e instaurar un nuevo régimen nacionalista con tintes autoritarios. El debate del miércoles sirvió para poner de manifiesto la falta de competencias de la líder ultraderechista y para que millones de franceses vieran que no solamente defiende una ideología rechazable, sino que ni siquiera es capaz de sostener racionalmente sus propuestas más emblemáticas, como la salida de Francia del euro y de la propia Unión, a través de un referéndum, que de triunfar sería el certificado de defunción de la UE.

Todo el continente está pendiente de lo que hoy ocurra en las urnas francesas, cuyo previsible resultado ha tratado de ser alterado en la jornada de reflexión con el pirateo informático de documentos y correos electrónicos de Macron.

Hace quince años, los franceses ya hicieron frente a una situación similar cuando fue el padre y antecesor de Marine, Jean-Marie Le Pen, quien pasó a la segunda vuelta. Entonces no hubo debate en la sociedad y se produjo un rechazo masivo y activo del nacionalismo populista. Nadie temió ni por un segundo que Chirac perdiese. Ahora, sin embargo, aunque las encuestas indican claramente que el vencedor será el social-centrista Macron, se mantiene una amarga incertidumbre, derivada tanto de la experiencia reciente de otros resultados inesperados como de la propia temperatura de la sociedad francesa, cuyas divisiones han aparecido a la luz, con sus correspondientes efectos electorales. La actitud de ciertos dirigentes de la extrema izquierda populista ha acabado de confirmar la teoría de que comparten fines, al menos en términos antieuropeos y antiliberales, con la extrema derecha de Le Pen.

En todo caso, hay que reconocer que en Francia, como en los demás países de Europa, una parte de la sociedad busca canales para expresar su profunda inquietud, incluso su cólera, porque se sienten abandonados en estos momentos de transición hacia un mundo aún incierto. Y eso es, por desgracia, de lo que menos se ha hablado en la campaña. De los nuevos desafíos de la democracia, de las transformaciones económicas, laborales y tecnológicas, de la sostenibilidad del modelo social en el que se basan las sociedades desarrolladas, de la inmigración, en suma, del futuro. Ese es el debate más urgente y, por desgracia, se ha quedado fuera de la campaña.

Ver los comentarios