Otto Warmbier, que falleció tras ser liberado por Corea del Norte, cuando fue obligado a confesar
Otto Warmbier, que falleció tras ser liberado por Corea del Norte, cuando fue obligado a confesar - AFP

Corea del Norte retiene a diez extranjeros acusados de espionaje

Tras la muerte de Otto Warmbier, que pasó más de un año en coma, preocupa la situación de seis surcoreanos, tres estadounidenses y un canadiense, la mitad misioneros condenados a trabajos forzados

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La muerte de Otto Warmbier, el joven estadounidense que estuvo preso en Corea del Norte por robar un cartel de la propaganda y pasó más de un año en coma, ha alertado sobre la situación de los otros extranjeros detenidos en este país. Que se sepa oficialmente, son tres estadounidenses, seis surcoreanos y un canadiense condenados o acusados de espionaje para derrocar al régimen del joven dictador Kim Jong-un. Retenidos en el país más hermético del mundo, han sido juzgados sin las más mínimas garantías legales y apenas se sabe nada de ellos.

El primero es Kim Dong-chul, un surcoreano de 62 años nacionalizado estadounidense que era misionero cerca de la zona económica especial de Rason, en la frontera con China.

Desde allí, enviaba a Corea del Norte la ayuda humanitaria que conseguía dando charlas en iglesias de California y Virginia, donde vivía. Detenido en octubre de 2015, fue condenado en abril de 2016 a diez años de trabajos forzados por espionaje. Obligado a confesar en televisión, reconoció entre lágrimas que espiaba para «elementos conservadores de Corea del Sur».

Otro de los estadounidenses detenidos es Kim Sang-duk, un profesor también de origen surcoreano que daba clase en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pyongyang, un centro privado fundado con capital extranjero en 2010 y de inspiración cristiana. También conocido como Tony Kim, fue arrestado en abril, cuando iba a dejar el país, y está acusado de «intentar derrocar» al régimen. Antes había impartido clase en otra sucursal de la misma universidad en Yanbian, una prefectura china fronteriza donde la mayoría de la población es coreana. Además, se dedicaba a labores de ayuda humanitaria colaborando con un orfanato.

El tercero es Kim Hak-song, otro surcoreano con pasaporte estadounidense que trabajaba en la misma universidad que el anterior, donde estaba a cargo de su granja experimental. En mayo, mientras viajaba en tren hasta Dandong, en la frontera con China, fue detenido por «actos hostiles». Con el fin de captar fondos para su universidad, en febrero había escrito en una página web de una iglesia coreana en Brasil que era un misionero que enseñaba a los norcoreanos a ser autosuficientes.

Junto a ellos, el régimen retiene a Hyeon Soo-lim, un canadiense nacido en Corea del Sur que era el sacerdote de una de las mayores iglesias de su país de adopción. Detenido desde febrero de 2014, cuando tenía 60 años, fue sentenciado a cadena perpetua de trabajos forzados por «intentar derrocar al régimen».

Además, seis surcoreanos se hallan en manos de Pyongyang. Tres de ellos son misioneros surcoreanos que han sido condenados a trabajos forzados de por vida por espionaje. Mientras el primero, Kim Jung-wook, de 52 años, fue arrestado en octubre de 2013, los otros fueron detenidos en septiembre de 2014. Uno de ellos, Kim Kuk-gi, de 61 años y natural de Daejeon, dirigía una iglesia clandestina en Dandong, en la frontera con China, y fue apresado en Pyongyang. El otro, Choe Chun-gil, de unos 56 años, era de Chuncheon y llevaba desde 2003 viviendo en China, en cuya frontera fue capturado.

Como Corea del Norte no reconoce al Sur, no han podido ser visitados por los diplomáticos extranjeros que se encargan de los asuntos consulares de otros países en Pyongyang, por lo que no se sabe nada de ellos. «La comunidad internacional debe reconocer ahora la realidad de que Corea del Norte es un agujero negro para los derechos humanos de sus ciudadanos y también de los extranjeros», ha denunciado en un comunicado el subdirector para Asia de Human Rights Watch, Phil Robertson, tras la muerte de Otto Warmbier.

Para impedir que los demás extranjeros detenidos acaben como él, sus respectivos países intentan conseguir su liberación. Pero el régimen estalinista de Pyongyang suele utilizarlos como moneda de cambio para presionar a la comunidad internacional, como si fueran peones de la partida que libra con EE.UU. para no perder el poder. Buena prueba de ello es la visita que efectuó en 2009 el expresidente estadounidense Bill Clinton, quien se entrevistó con el «Querido Líder» Kim Jong-il, padre del actual dictador, para liberar a dos periodistas americanas condenadas a 12 años de trabajos forzados por cruzar ilegalmente la frontera de Corea del Norte con China.

Desde 2009, una docena de estadounidenses han sido detenidos en Corea del Norte. Todos ellos fueron finalmente liberados, menos los tres que siguen atrapados en Pyongyang junto a siete extranjeros más.

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