Un refugiado afgano (i) y un paquistaní (d) esperan cerca de la localidad rusa de Kuoloyarvi a poder cruzar la frontera con Finlandia
Un refugiado afgano (i) y un paquistaní (d) esperan cerca de la localidad rusa de Kuoloyarvi a poder cruzar la frontera con Finlandia - AFP

El cerrojazo de Finlandia y Noruega al paso de inmigrantes por el Ártico los deja atascados en Rusia

Su presencia está empezando a crear tensión en localidades de la península rusa de Kola

Corresponsal en Moscú Actualizado: Guardar
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El reciente cerrojazo de Finlandia y Noruega al paso de inmigrantes por el Ártico con destino a la Unión Europea los está dejando atascados en Rusia, cuya población no ve con muy buenos ojos una aglomeración que tiende a ir a más. La emisora Eco de Moscú, citando medios locales, daba cuenta este sábado de un altercado en una discoteca de la población de Poliárnie Zori, en la península de Kola, entre jóvenes rusos y «árabes».

Al parecer, según las informaciones difundidas, los inmigrantes, procedentes en su mayoría de Afganistán, Siria y otros países árabes, mostraron un comportamiento «insolente» y se dedicaron a «acosar sexualmente» a algunas de las chicas. Cinco de ellos fueron agredidos por jóvenes rusos y expulsados del establecimiento.

La Policía, no obstante, desmintió en declaraciones a la agencia rusa TASS que se hubieran producido alborotos graves, aunque admitió que la situación en esa localidad de 15.000 habitantes es ahora tensa a causa del incidente.

Poliárnie Zori se encuentra a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Kandalaksha, en muchos de cuyos hoteles, según la agencia FlashNord, hay alojados por lo menos un centenar de inmigrantes que esperan el momento de entrar en Finlandia o Noruega. Unos 250 kilómetros más al norte se encuentra el puerto de Murmansk, principal ciudad de la región.

Como las leyes rusas prohíben pasar la frontera a pie, los inmigrantes la suelen atravesar en bicicleta

El trasiego de refugiados a través de esta ruta ártica en dirección a la UE había sido hasta hace poco más o menos fluido, sobre todo mientras no se recrudeció el invierno. Debido a que las leyes rusas prohíben pasar la frontera a pie, los inmigrantes la suelen atravesar en bicicleta. Los taxistas se niegan a hacer el trayecto por temor a ser acusados de tráfico de personas.

Pero, hace dos semanas, Oslo y Helsinki decidieron tomar cartas en el asunto. El acceso ahora a estos dos países escandinavos está cerrado o se efectúa a cuentagotas. Noruega incluso intentó devolver a Rusia a parte de los refugiados, algo que fue rechazado por Moscú.

«Se trata de personas que llegaron a Rusia con el objetivo declarado de trabajar o visitar a familiares y, al tramitar el visado, no declararon que su intención era trasladarse a Noruega», afirmó el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, el pasado martes durante su tradicional rueda de prensa con los corresponsales extranjeros. "No los queremos recibir de vuelta, han violado nuestras leyes", aseguró.

Treinta grados bajo cero

De hecho, el paso fronterizo ártico de Borisoglebsk-Storskog se encuentra actualmente clausurado hasta que, según Lavrov, «veamos cómo resolver con Oslo este problema». Hubo un momento cuando las temperaturas alcanzaron en la zona los 30 grados bajo cero y los inmigrantes devueltos a punto estuvieron de morir congelados en la bicicleta. Este sábado, la temperatura era algo más benigna, 13 grados bajo cero.

En relación con Finlandia, su primer ministro, Juha Sipila, y el ruso, Dmitri Medvédev, se reunieron el viernes para coordinar medidas que permitan un mejor control del flujo de inmigrantes. Ambos países tienen una frontera común de casi 1.400 kilómetros y es una de las exteriores del espacio Schengen. Helsinki ha recriminado a Moscú que permita a los refugiados cruzar por el círculo polar Ártico, pero Medvédev le dijo a Sipila que su país «no puede prohibirles moverse».

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