El presidente estadounidense, durante una reciente comparecencia de prensa
El presidente estadounidense, durante una reciente comparecencia de prensa - efe

Obama abrirá otra base en Irak para entrenar a las tropas de Bagdad

La Casa Blanca admite que la guerra contra los yihadistas no marcha bien, pero elude plantear un cambio general en su estrategia

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Estados Unidos planea la apertura de una nueva base militar en Irak para el entrenamiento de las tropas iraquíes y acelerar la preparación de una campaña destinada a recuperar la ciudad de Ramadi, conquistada el mes pasado por Estado Islámico. Hasta 450 efectivos estadounidenses podrían ser enviados a esa nueva base, en la provincia de Anbar, que se sumarían a los 3.100 que ya existen en el país.

Ese nuevo despliegue es un ejemplo más de los ajustes que el presidente Barack Obama está introduciendo en su estrategia para combatir el empuje de Estado Islámico en Irak y Siria. De todos modos, la Casa Blanca insiste en que no existe propiamente un cambio de estrategia, pues esta sigue anclada en sus dos principios originales: soldados de EE.UU.

no entran en directo combate terrestre, y este es librado por tropas locales (básicamente los combatientes kurdos y el Ejército Iraquí). El jefe del Estado Mayor conjunto de EE.UU., general Martin Dempsey, ha dejado claro que el Pentágono no está trabajando con otra estrategia a la vista.

Con todo, el propio Obama reconoció en la cumbre del G-7 celebrada el fin de semana que las cosas no están yendo bien en la guerra contra los islamistas radicales. El presidente estadounidense llegó a admitir que «no existe aún una estrategia completa» para recuperar el terreno tomado los últimos meses por el Estado Islámico.

Hasta la fecha, EE.UU. ha entrenado a 8.920 efectivos iraquíes, en cuatro bases. A ellos hay que unir los 2.601 que se encuentran ahora en periodo de adiestramiento. La nueva base estará cerca de la ciudad de Habbaniya, donde existe un cuartel militar iraquí. El propósito prioritario es formar a combatientes suníes, en los que el Gobierno de Irak, controlado por chiíes, apenas se ha apoyado en su campaña militar. Washington espera que el Gobierno de Bagdad haga llegar pronto a esas unidades las armas que ha prometido.

Mensaje al Gobierno iraquí

Tras la caída de Ramadi, en la provincia iraquí de Anbar, de mayoría suní, Obama pidió al primer ministro iraquí que fuera más inclusivo con los suníes. «Llevamos ocho meses en lo que siempre hemos anticipado que sería una campaña de varios años, y creo que el primer ministro Abadi reconoce muchos de esos problemas, pero tienen que ser resueltos», dijo Obama.

Ya entonces el presidente estadounidense rechazó que para girar la actual situación EE.UU. deba enviar tropas de combate, más allá de algunas unidades de operaciones especiales que han intervenido en acciones contra varios dirigentes yihadistas. Aseguró que la lección de la invasión de Irak de 2003 enseña que deben ser los propios iraquíes los que muestren capacidad para resolver sus propios problemas. «Si no están dispuestos a luchar por la seguridad de su país, nosotros no podemos hacerlo por ellos», agregó.

Como medida inmediata para evitar un desplome de otras áreas sunís de Irak e impedir que el Estado Islámico llegue desde Ramadi a Bagdad, que se encuentra a unos cien kilómetros, Washington anunció entonces el envío de mil cohetes antitanque y el aumento de sus esfuerzos de entrenamiento de las tropas iraquíes, algo que ahora se hace efectivo. El plan es formar a combatientes tribales sunís superando las reticencias del Gobierno de influencia chií.

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