Así es la verdadera historia del Gigante de Altzo, que inspiró a la película de «Handia»

«El hombre más alto del mundo» se ganaba la vida exhibiéndose como un fenómeno por el continente

Joaquín Eleizegui medía 2,30 metros de altura, debido a una extraña enfermedad que le hizo crecer hasta el día de su muerte

Escena de la película «Handía» ABC
Eugenia Miras

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«Soy un aborto de la naturaleza». Así se definía Joaquín Eleizegui Arteaga , conocido como el «Gigante de Altzo» ; un vasco de 2,30 metros de altura, que vivió en el siglo XIX , y que ha inspirado la película «Handia» , que con trece candidaturas es la favorita en los Goya .

A la edad de 20 años ya estaba cosechando fama en su pueblo natal. De aquella envergadura nacería una ingeniosa oportunidad mercantil, para un vecino llamado José Arzadun. Este sujeto fascinado por la complexión de Joaquín acudió junto al padre de éste, Miguel Antonio Eleizegui , para proponerle una idea. La «gran solución» que los sacaría de aquella desdicha económica, que sacudía al campesinado durante las guerras carlistas .

El visionario inspirándose en el «show de fenómenos» de Phil Taylor Barnum, le pidió permiso a Miguel para exhibir a su hijo en diferentes giras por España . Con los ojos como platos, cambió a su hijo el largo por una retribución en especie (el pago en tabaco hasta ser enterrado) y dos únicas condiciones: que los domingos su hijo pudiera asistir a misa allí donde estuviese, y que nunca lo subiera a un barco.

Con esas cláusulas los dos hombres se dieron un apretón de manos y Don José se llevó al muchacho a Bilbao , donde haría su primera aparición como «el hombre más grande del mundo» . El éxito fue tan grande que el espectáculo traspasaría las fronteras, para forjarse una leyenda que atraparía el interés de media Europa.

El mito le cedió un lugar importante en las ferias , escenarios y en los salones de los palacios de la realeza europea . «El gigante de Altzo» tenía un hueco muy especial en el entretenimiento de la aristocracia . Tal vez, a causa de la demanda de su presencia, en la que los reyes le esperaban con ansia para ser testigos de aquellas dimensiones. Como era de esperar, su complexión dejaría boquiabiertos a los Reyes: Luis Felipe de Francia, María de la Gloria de Portugal, Victoria I de Inglaterra (quien además medía poco más de 1,50 metros) y a Isabel II.

Sin embargo, el haber impresionado a esta última Reina, no le ayudaría a evadir los impuestos. Ser «el hombre más alto del mundo» implicaba comer por tres y beber 23 litros de sidra . Joaquín había tenido la delicada confianza de exaltar las virtudes de Su Majestad Isabel II , y de paso aprovecharía para suplicarle que le perdonase la tributación del 10% de sus ganancias . No obstante, para la soberana las leyes no discriminaban ni peso ni estatura, y al Gigante de Altzo le tocó seguir apoquinando.

La Acromegalia

Durante su niñez, Joaquín no presentaba ningún indicio de crecimiento desmedido. Esto descarta la posibilidad de que hubiera sufrido gigantismo , la cual se desarrolla durante la infancia. No obstante, dado sus características faciales y anatómicas, se presume que desató acromegalia –una dolencia aparentemente similar a la anterior, pero con inicio durante la pubertad o en la fase adulta- en la que tuvo una secreción excesiva de la hormona del crecimiento. Hasta el día de su muerte, el Gigante de Altzo no pararía de sumar centímetros.

Pero el favorito de los «shows» en Europa era un hombre triste y solitario, a causa de la inseguridad que le causaba sentirse diferente. Además, muy probablemente padecía dolores fuertes en las articulaciones y cefaleas, por la anomalía hormonal en la glándula del crecimiento.

Su enfermedad no se descubriría hasta finales del siglo XIX. En 1886 el reconocido neurólogo francés Pierre Marie desarrolló la primera referencia de esta anomalía.

Si Joaquín no hubiera desarrollado acromegalia a la edad de 20 años, quizás hubiera estaría confinado a una vida común y sacrificada en el trabajo en el campo. No obstante, la maldición que le hizo estirarse desmedidamente, fue a su vez la bendición que le convirtió en el extraordinario Gigante de Altzo.

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