Max Chilton, ¿más que un maletín?

Es el perfecto ejemplo de 'piloto de pago'. La familia Chilton está más que involucrada en el automovilismo, sobre todo gracias al patriarca de la familia, Grahame. Alto directivo de la empresa AON (patrocinador, entre otros equipos, del Manchester United), el padre de Max se ha encargado de ir abriendo puertas, muchas veces a golpe de maletín -se hizo con el equipo Carlin en 2009 y Max corrió ahí en 2011 y 2012-, en el automovilismo a sus dos hijos, ya que el mayor, Tom, compite, desde el año pasado, en el Mundial de Turismos (WTCC), tras varios años sin pena ni gloria en su equivalente británico, el BTCC.

Sin embargo, y pese a que este factor económico ha pesado más que su propio talento en su ascenso a piloto oficial de Marussia, Max Chilton tiene muchos argumentos para demostrar que, en Fórmula 1, el dinero sólo te abre las puertas, pero es la calidad del piloto las que las mantiene de par en par. Su palmarés es, por decirlo suavemente, pobre. Cuenta con dos victorias en GP2, la temporada pasada, pese a ser uno de los más regulares de la campaña y acabar en una razonablemente buena cuarta posición final. Su experiencia en Fórmula 1, más allá de los simuladores, sólo son unos entrenamientos libres de Fórmula 1, los del Gran Premio de Abu Dabi.

Con estos antecedentes, ¿cuál es la exigencia que se puede hacer sobre este joven británico? Muy poca. La esperanza de Marussia es que Max Chilton reedite el buen año de Charles Pic, que le valió el fichaje por Caterham, y no se convierta en una 'chicane móvil' en los circuitos de Fórmula 1. Todo lo que sea acercarse a los tiempos de Jules Bianchi será un logro para él.