ASÍ LO CONTÓ ABC

Tarradellas tomó posesión de la Generalitat

Asistió el presidente del Gobierno, dos ministros y las primeras autoridades civiles y militares

Adolfo Suárez y Rodolfo Martín Villa acompañan a Josep Tarradellas en su toma de posesión como presidente de la Generalidad ABC

ABC

Barcelona, 24. (Crónica de nuestro enviado especial.) «Una autonomía que nace en estas circunstancias no puede fracasar» , afirmó Adolfo Suárez —dando a sus palabras un tono de aplastante seguridad— en el transcurso del acto de la toma de posesión de Josep Tarradellas como presidente de la Generalitat de Catalunya.

«Respetada su libertad, Cataluña ha sabido siempre corresponder con lealtad» , había manifestado pocos minutos antes Tarradellas. El discurso del presidente de la Generalitat terminó con frases de agradecimiento hacia el Rey Don Juan Carlos ; y el del presidente del Gobierno, con un espontáneo «¡Enhorabuena!» dirigido a todos las catalanes.

Suárez había llegado al Palau de la Generalitat poco después de las doce y media de la mañana, directamente desde el aeropuerto de El Prat. Le acompañaban —además de Tarradellas— el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa , y el de Trabajo, Manuel Jiménez de Parga , así como Salvador Sánchez Terán , ex gobernador civil de Barcelona y ahora asesor especial del presidente.

En la mesa instalada en el salón de Sant Jordi se sentaron también el gobernador civil y el alcalde de Barcelona, señores Belloch y Sacias, así coma el capitán general de Cataluña, teniente general Coloma Gallegos. A la derecha de la mesa se hallaban los parlamentarlos catalanes, y a la izquierda, los representantes de las Corporaciones provinciales y otros estamentos de la vida pública. Al final del acto, el comunista Jordi Solé Tura le comentaría al «ucedista» Juan de Dios Ramírez Heredia que «la democracia no se estabilizará en España hasta que los de la parte derecha no ocupemos también la izquierda».

Un acto con anécdota

El acto comenzó con la lectura de los decretos de restablecimiento de la Generalitat y del nombramiento de Tarradellas como presidente. A continuación, Tarradellas prestó juramento de su cargo, empleando una fórmula muy similar a la utilizada por los actuales miembros del Gobierno en su toma de posesión: «Prometo, por mi conciencia y honor —dijo— cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat de Catalunya, con lealtad al Rey , respeto a los derechos de la persona y estricta observancia de la Ley. »

Seguidamente, Suárez y Martín Villa protagonizaron la anécdota más divertida de la jornada al intentar sucesiva e infructuosamente abrir e l broche del collar de presidente de la Generalitat, que tocaba imponerle a Tarradellas. Se trata de un medallón de oro con el escudo de Cataluña, ya utilizado por los presidentes Maciá y Companys. Suárez intentó abrirlo en primer lugar, pasándole luego el encargo a su ministro del Interior, quien —luchando con sus propias gafas— puso todo su empeño, igualmente en vano. Tarradellas hizo entonces un gesto muy espontáneo , indicando que si hacía falta se lo colgaría del bolsillo de la chaqueta y recibió en la mano tanto el collar como un bastón de mando.

Tras la primera parte de este accidentado ceremonial, el presidente Tarradellas hizo uso de la palabra leyendo en castellano un breve discurso. Fue una intervención de tinte erudito —plagada de citas de algunos clásicos de la cultura catalana—, cuya idea central vino a ser la compatibilidad del autogobierno de Cataluña con la unidad de España . Sus palabras se vieron refrendadas en varias ocasiones por gritos de «¡Volem l'Estatut!», pronunciados por algunos cientos de personas congregadas en la plaza de San Jaime.

Contestación

El discurso de Tarradellas fue contestado por el presidente Suárez, con otro algo más largo y de mucha mayor concreción política. Suárez se refirió en diversos momentos al espíritu «pactista» del pueblo catalán , agradeciendo a los parlamentarios su flexibilidad y moderación en el transcurso de las negociaciones, que han culminado con el restablecimiento de la Generalitat y el regreso de Tarradellas.

Hacía el final. Suárez tuvo palabras afectuosas para el anciano presidente y para su esposa. —sentada entre los asistentes, en primera fila—, a la que señaló con un expresivo ademán. Cuando ya se daba el acto por concluido, después de que Suárez y Tarradellas se hubieran fundido en un abrazo de reconocimiento y gratitud mutua , alguien entonó desde los asientos destinados a los partidos políticos, las primeras notas de «Els Segadors». Tarradellas se unió en seguida a quienes cantaban y también lo hicieron Belloch, Sodas y Jiménez de Parga. Suárez, Martín Villa y Coloma Gallegos permanecieron de pie en actitud sumamente respetuosa. Acto seguido, Tarradellas ofreció a Suárez y a los parlamentarios catalanes un almuerzo.

Visita al general Coloma

La actividad política de Tarradellas a lo largo de la jornada, no queda agotada, sin embargo, con su toma de posesión. A primera hora de la mañana, concretamente unos minutos antes de las diez, su automóvil oficial entraba en el recinto que ocupa la Capitanía General de Cataluña , para cumplimentar allí al teniente general Coloma Gallegos. Esta era una visita esperada con gran expectación, ya que al parecer habían existido algunos problemas a la hora de fijar el mecanismo de encuentro entre ambas personalidades.

Según algunos rumores difundidos por la Prensa, el teniente general Coloma no estaba demasiado dispuesto a tomar la iniciativa a este respecto. Fueron, al parecer, los buenos oficios del vicepresidente Gutiérrez Mellado los que sirvieron para convencer a Tarradellas de que fuera él quien rompiera el hielo, estando prevista para mañana, martes una nueva entrevista a modo de devolución de visita.

La entrevista Tarradellas-Coloma duró poco más de una hora, dirigiéndose luego los dos juntos a recibir a Suárez al aeropuerto. A lo largo del acto de toma de posesión, todas las miradas de los informadores y de buena parte de los parlamentarios quedaron puestas en el teniente general Coloma, quien entró en el salón de Sant Jordi, conversando animadamente con Martín Villa, y aplaudiendo luego con sobria corrección los parlamentos de Tarradellas y Suárez.—Pedro J. RAMÍREZ.

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