«Medea» regresa al Teatre Lliure sin vestuario ni escenografía

Emma Vilarasau se pone a las órdenes de Lluís Pasqüal en la madre de todas las tragedias

Emma Vilarasau, en un momento de la representación ROS RIBAS

MARÍA GÜELL

En 1979 ya puso en escena esta obra con Núria Espert como protagonista y ahora vuelve a repetir porque tiene a «la Medea para hacerla». Lluís Pasqual sube al escenario de la Sala Puigserver del Lliure de Montjuic a Emma Vilarasau, Roger Coma, Joan Sureda, Andreu Benito y a un grupo de niños que se alternan para interpretar a los dos hijos de Medea.

«Esta vez he intentado hacer una síntesis a partir de Eurípides y de Séneca », anuncia Pasqual. Y parece que lo ha conseguido porque el espectáculo dura sesenta minutos. «El espacio es como si no hubiera escenografía y el vestuario también como si no existiera», desvela mientras confiesa que el momento actual propicia recuperar esta historia porque vivimos una «irracionalidad que ha explotado y que nos envuelve».

Según sus palabras una de las dificultades de llevar a escena una obra de hace 2.500 años es encontrar el tono lo que le ha llevado a suprimir el tradicional coro griego. «En algunas escenas Eurípides parece crear una obra de cocina con momentos protagonizados por Medea y Jasón que podrían transcurrir en una cocina de Tennessee Williams».

Medea, hija del Rey Eetes y nieta del sol, está casada con Jasón, jefe de los Argonautas. Por su parte, Vilarasau afirma que es un personaje inalcanzable: «Es la otra, la extranjera, la que la gente teme, con una parte de monstruo que todos podemos llevar dentro». La actriz destaca que ha sido maravilloso reencontrarse con Lluís: «Hasta ahora hemos pasado dos meses de ensayos muy gratificantes y todo lo que venga en adelante será un regalo». Su personaje es muy cruel. «Medea es alguien que está solo en el mundo y que acaba tomando decisiones muy bestias como matar a sus hijos».

Vilarasau va más allá y la define como una mujer «celosa y humillada que por su estatus no puede aceptar todo lo que le pasa; que se rebotará hasta el final y que no puede marchar con la cola entre las piernas».

Roger Comas, su marido en la ficción, añade que ha trabajado desde la intuición «porque es una obra que habla de los instintos». El montaje de escenografía inexistente está arropado por un vídeo y por música de Radiohead, Metallica y Nirvana.

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