Oportunismo

La huelga de los trabajadores de los filtros de seguridad en el aeropuerto de Barcelona -que el laudo de obligado cumplimiento debe zanjar- evidencia el oportunismo del nacionalismo y los sindicatos del ramo. Actores que se caracterizan por su habilidad para manipular la realidad con el objetivo de hacernos comulgar con sus ruedas de molino.

En un principio, el independentismo transformó un conflicto laboral en un conflicto político. Las reivindicaciones salariales, horarias y de formación del colectivo de los trabajadores con la empresa contratante se interpretaron, por arte de magia secesionista, en clave política. Lo de siempre: que si el Estado no se preocupa por solucionar el problema, que si el Estado abandona Cataluña, que si el Estado utiliza el conflicto del aeropuerto como arma contra el «proceso».

El mensaje: hay que marchar cuanto antes de España. Y la Asamblea Nacional Catalana -otra que tal- repartió panfletos en el aeropuerto. El texto: «Quizá ahora comprendes por qué muchos catalanes diremos SÍ. El 1 de octubre votaremos SÍ para gestionar mejor nuestras infraestructuras». Impagable, el oportunismo de unos y otros. Como impagable fue el oportunismo de un sindicalismo que jugó -juega todavía- con la huelga encubierta, exigió un aumento salarial del 30 por ciento y, cuando convino, pidió la baja laboral por enfermedad.

Y en eso que el Ministerio de Fomento advierte que si los trabajadores no aceptan la propuesta de mediación que plantea la Generalitat, trasladará la Guardia Civil al Prat e impulsará un laudo de obligado cumplimiento. ¿El independentismo? Acepta que el conflicto es laboral y tres consejeros de la Generalitat colaboran con el Estado. ¡Con España! ¿No decían que el Estado utiliza el asunto contra Cataluña? Ante la evidencia, los consejeros se fotografían, sonrientes, con el Ministro. Y Ada Colau, que también busca cuota mediática, hace lo imposible para retratarse con el Ministro. Y los trabajadores, a lo suyo: amenazan -chantaje- con más huelgas.