Elecciones Cataluña 2017

Esquerra y el PDECat ven a Puigdemont como un lastre y buscarán librarse de él tras las elecciones

Esquerra le está preparando un homenaje sentido pero discreto para recuperar su imagen presidencial y su perfil contenido, serio y responsable, que tanto había trabajado Junqueras desde que empezó a liderar el partido

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont EFE / Vídeo: El Supremo cita a Junqueras, los exconsellers y los Jordis tran acatar el 155 EUROPA PRESS
Salvador Sostres

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EL PDECat sabe que Carles Puigdemont no podrá ser presidente de la Generalitat ni en el caso -poco probable pero posible en un independentismo cada vez más estomacal y menos realista- de que gane las elecciones del 21 de diciembre. Lo que queda de Convergència también es consciente de que ni la hipotética victoria de Puigdemont ni el resultado que en cualquier caso el presidente depuesto obtenga serán enteramente suyos , porque desde que vive en Bruselas va por libre, aunque sea una metáfora que pueda parecer cínica para referirse a quien tiene un inevitable horizonte carcelario.

Todo parece indicar que el viernes, Oriol Junqueras y los demás exconsejeros, así como los Jordis, saldrán de la cárcel porque habrán acatado la legalidad y sus consecuencias. El discurso de que en España hay presos políticos perderá toda su fuerza y Puigdemont, que ayer asistió en Gand a una ópera sobre la rebelión holandesa contra la soberanía española, parecerá más que nunca un prófugo y no un represaliado por sus ideas . Esquerra le está preparando un homenaje sentido pero discreto, para recuperar su imagen presidencial y su perfil contenido, serio y responsable, que tanto había trabajado Junqueras desde que empezó a liderar el partido, para centrarlo y alejarlo de las estridencias y el destino grotesco o trágico de sus antecesores en el cargo.

En este contexto, la pregunta con que sus oponentes van a intentar dejar en evidencia la candidatura personalista de Puigdemont es: en el remotísimo caso de que gane las elecciones , ¿a quién pondrá de presidente cuando efectivamente se dé cuenta de que usted no podrá serlo porque estará en Bruselas o en la cárcel? Es una pregunta demoledora porque no tienen a nadie. N siquiera a una Marta Rovira. Tanto Esquerra como Miquel Iceta, que llevan muchos años en la primera línea de la política catalana, saben que Junts per Cataluña no tiene ningún contenido, ninguna estructura, ningún arraigo ni ninguna entidad política, y que más allá de la épica puntual -y que empieza a menguar por sus declaraciones erráticas- del «presidente en el exilio», no hay absolutamente nada, y lo van a explotar durante la campaña.

Puigdemont ser ha rodeado de los más extravagantes personajes de la vida pública catalana. Jaume Clotet , su principal asesor en comunicación hasta hace unos días, ha hundido a todos los consejeros y candidatos con los que ha tratado, desde Joan Carretero a Neus Munté, pasando por Joan Puigcercós. El PDECat tuvo que mandar a Bruselas, a principio de semana, a Joan Maria Piqué, jefe de prensa de Artur Mas mientras fue presidente de la Generalitat, igual de radical y exagerado que Clotet pero sin su afán por destruir la carrera de aquellos a los que pretende ayudar.

En su lista hay pocos políticos sólidos, por no decir casi ninguno, y el famoseo que ha aceptado acompañarle ni puede ni quiere asumir ninguna responsabilidad ejecutiva a partir del 21 de diciembre. Ni Puigdemont estará en condiciones de gobernar, por notable que sea su resultado, ni el PDECat controlará a su supuesto grupo parlamentario, ni quien lo controle contará con diputados preparados para hacer nada más que manifestaciones simbólicas y declaraciones de intenciones que no serán más que brindis al sol.

Puigdemont, con su farol permanente, y su vivir de cara a la galería de Twitter y de las demás redes sociales, no sólo habrá dejado a los catalanes sin sus instituciones tras más de 40 años de haberlas recuperado, sino que las ahogará de mediocres y de incapaces para que queden colapsadas cuando vuelvan a la normalidad. Le queda menos de un mes para administrar como pueda la gloria que se le acaba . Puede que intente el último espectáculo de forzar su detención para apurar sus posibilidades de ganar las elecciones o que agote los plazos legales para tratar de que no le obliguen a regresar a España.

Pero haga lo que haga, a partir del día 21 se convertirá en un lastre para el independentismo. Tanto ERC como el PDECat ensayan con qué discurso entre piadoso y emotivo se libran de él y de su mundillo. Esquerra querrá gobernar y que a Junqueras se le reconozca toda la legitimidad como presidente, sin fantasmas que le hagan sombra o que le hagan parecer un interino. El PDECat, si no quiere desaparecer, tendrá de algún modo que abandonar el experimento que le ha llevado a la irrelevancia y recuperar la centralidad, la seriedad, la moderación la fiabilidad y la vocación mayoritaria, y todo ello es manifiestamente incompatible con mantener como líder y referente a un forajido eurofóbico y destartalado que no hace más que redundar en su locura y en la de los cuatro fanáticos a los que decidió contentar cuando declaró la independencia en lugar de convocar elecciones autonómicas como le recomendaron las personas más inteligentes y sensatas con las que en aquellos días de octubre pudo y no quiso evitar el precipicio por el que ahora cae sin remedio y sin que ya nadie le pueda ayudar.

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