El presunto autor material de la muerte del boxeador leonés Roberto Larralde, accede a la Audiencia Provincial de León
El presunto autor material de la muerte del boxeador leonés Roberto Larralde, accede a la Audiencia Provincial de León - ICAL
Tribunales

«Si le hubiese matado yo, no le hubiera encontrado nadie», afirma el supuesto autor de la muerte del boxeador Roberto Larralde

Señala que la víctima era su amigo y que nunca se plantearía acabar con su vida

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El hombre acusado de matar al ex-boxeador Roberto Larralde, por la espalda y de un tiro en la cabeza el 13 de septiembre de 2014, declaró este martes en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de León que él no cometió el crimen y aludió a su capacidad para hacer un agujero de cuatro metros de profundidad con una excavadora «en cinco minutos» de forma que el cuerpo «no lo hubiera encontrado nadie».

J.R.V., de 46 años, insistió en que si él fuese el autor del asesinato -cosa que negó en reiteradas ocasiones- se hubiese deshecho del cadáver. Por ejemplo, llevándolo “ a un pantano o tirándolo en cualquier lugar” nada más ocurrir los hechos y no enterrándole con una máquina pesada y ruidosa, un domingo por la mañana en el lugar en el que fue localizado.

Respondido con murmullos

«Roberto era mi amigo y nunca se me pasaría por la cabeza matarle», dijo, para comenzar su declaración respondiendo a las preguntas de su abogado, ya que se acogió al derecho a no contestar al resto de las partes. Sus palabras fueron respondidas con murmullos por parte del público asistente a la vista, la mayor parte familiares y amigos del fallecido, informa Ical.

Acusado y fallecido se conocieron en la cárcel de Mansilla de las Mulas donde se hicieron amigos. Posteriormente, retomaron la relación al recuperar la libertad y, según el testimonio del supuesto autor material del crimen, fueron varias veces «a dar palos», tal y como ocurrió la noche en la que Larralde fue asesinado.

El acusado sostiene que acudieron juntos al lugar en el que fueron citados por traficantes de droga que estaban en posesión de una gran cantidad de hachís. Una vez allí, tanto los tres presentes como el propio Roberto le dijeron que se marchase «porque no estaba en condiciones». Siempre según su versión, lo hizo y regresó a ese punto a la mañana siguiente para desenterrar la droga, según las indicaciones de esas mismas personas, a quienes les dejó una máquina pesada que utilizaron durante varios minutos.

En su declaración, argumentó que no volvió a llamar a Larralde desde que lo dejó en aquel lugar por cuestiones de seguridad, dado que tenían entre manos un asunto de drogas y también dijo que les preguntó por él a esos hombres -con apariencia y acento del este de Europa según sus declaracione iniciales- pero que no le dijeron nada al respecto. Sí comentó que la noche que se citaron con ellos le pareció que Roberto saludaba a uno como si le conociese.

Dice sentirse «engañado»

El acusado, que apeló a su toxicomanía como el motivo por el que no recordaba ciertos pasajes de su vida, sí apuntó detalles como lo que había cenado la noche de los hechos, cuando regresó al bar en el que había estado antes de citarse con la víctima hora y media después de quedar con Roberto.

«Cuando me dijeron lo de la muerte, se me cayó el mundo encima»

Dijo sentirse «engañado». «No sé la trama como es», declaró antes de asegurar que «cuando me dijeron lo de la muerte, se me cayó el mundo encima». Remarcó, aparentemente afectado, que nunca ha tenido problemas con la familia Larralde. «Todo lo contrario; amistad y colaboración en lo que podemos», señaló. «No encuadra matar a un amigo y menos por la espalda», concluyó antes finalizar su testimonio y regresar a su asiento resoplando.

Silencio

Aunque el primero de los siete acusados por la muerte del ex-boxeador se negó a declarar, salvo a preguntas de su letrado, las partes sí tuvieron ocasión de dar lectura a los cuestionarios que habían preparado para él. «Atufa» que no llamase a Roberto a partir del momento en el que se habría cometido el asesinato, subrayó el fiscal, incidiendo en que resultaba muy extraño que no se hubiese interesado ni por su paradero ni por el resultado del supuesto «palo» que acudieron a dar juntos.

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