Retrospectiva de Cuadrado Lomas en el Muva
Retrospectiva de Cuadrado Lomas en el Muva - ABC
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El pintor del «alma de Castilla»

La «particular versión» del paisaje de Cuadrado Lomas sigue presente y aún evoluciona en sus últimos cuadros

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U n pequeño paisaje de Gabino Gaona preside el lugar donde se sienta Félix Cuadrado Lomas en su casa de Simancas (Valladolid). Al lado, uno suyo, de mayor formato, una pintura amarilla que nada tiene que ver con el resto de su obra. Solo rompe la monocromía un detalle hiperrealista, una hoja prendida con un alfiler maragato en la que figura el título: «Pintura de color amarillo, enmarcada, capricho perogrullesco?...». Es la crítica del artista al arte pretendidamente «moderno». «Luego me he dado cuenta de que es decorativo... Y está el papel que es realista puro… Fue un juego», explica. Un juego que, con ironía, dice mucho de lo que piensa del arte.

Cuadrado Lomas no se ha apeado en sesenta años de oficio de su empeño figurativo.

Su exposición «País, paisaje y paisanaje», instalada hasta el 20 de enero en el Museo de la Universidad de Valladolid (Muva), resume su trayectoria y muestra esa coherencia de estilo. «Su pintura es el alma de Castilla y él ha sabido desnudarla, elevarla desde el ascetismo formal a una mística poética, porque Félix es un poeta que se expresa con líneas, planos y colores que él va reduciendo, destilando poco a poco, obrando como si fuera un alambique hasta conseguir una sustancia primordial, un auténtico licor espirituoso», sentencia en el catálogo la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid María Concepción Porras Gil.

Cuando el director del Muva, Jesús Urrea, le propuso esta exposición, Cuadrado Lomas se resistió un poco, porque no tenía apenas obra reciente. Salió al campo y se puso a pintar. A sus 85 años, las piernas no le dejan pasar mucho tiempo de pie; y, aun así, hasta prepara él mismo las telas. Al final, pudo ofrecer media docena de cuadros firmados este mismo año. Tres de ellos forman parte de la muestra. Son paisajes, tema recurrente en su obra y por el que es más conocido.

También están representados, entre los treinta cuadros reunidos en la muestra, otros asuntos habituales en su pintura: bodegones, retratos, desnudos y toreros. Pero en Cuadrado Lomas termina por imponerse el paisaje. «Es lo que más he hecho, saliendo al campo siempre y con una visión muy particular, creo que actual y moderna. No es por presumir, porque creo que tengo un sentido autocrítico, pero aunque no esté satisfecho y siempre dé un paso más, creo que es una forma de ver el paisaje actual y nueva». Tantos años después, los parajes castellanos todavía le parecen siempre inéditos y él responde con una mirada renovada en el lienzo. En los últimos, «los planos son cada vez más grandes», y para evitar el riesgo de caer en lo abstracto pinta «un árbol o un camino». La abstracción nunca le ha llamado. «No me interesa. Aparte de que no es nueva; en la época de las cavernas ya se hacía abstracción», aclara.

El paisaje, ausente en la primera

Aunque hoy resulte extraño, la primera muestra de Félix Cuadrado Lomas apenas tocó el paisaje. De aquel debut en público en la Casa de Galicia de Valladolid, en 1957, apenas queda nada. «Lo destruí casi todo, menos un bodegón y alguna obra que regalé», recuerda.

Pero pronto llegó el segundo intento. La siguiente, ese mismo año, estuvo en el ayuntamiento de Valladolid y después viajó a Palencia. «No vendí más que un cuadro por mil pesetas, saqué para el viaje y la pensión».

Después llegaron otras en la sala de Santa Cruz de la Universidad, hasta que abrió la galería Castilla, donde mostró con frecuencia su obra con los «amigos» Luis Sanz, José Luis Vivero, Gabino Gaona y Capitaine, antes de surgir el Grupo Simancas.

En el Valladolid de los años 60, «el que se metía en esto era como si se suicidara», dice Cuadrado Lomas. «No se iba a las exposiciones, no había casi salas y se vendía muy poco, si vendías un cuadro o dos tenías que tirar cohetes, te pagaban 1.000 pesetas, o 1.500, y de la alegría te lo gastabas el mismo día». Estaba casi mal visto, añade: «Te la jugabas socialmente, políticamente y policialmente, porque éramos como vagos y maleantes. Salías a la calle a pintar y los guardias te pedían el permiso. A mí me pasó».

A finales de esa década, en 1967, nace el Grupo Simancas, del que formó parte con Domingo Criado, Gabino Gaona, Francisco Sabadell y Jorge Vidal, y del que Cuadrado Lomas es ahora memoria viva, junto al también pintor, pero sobre todo galerista, Jacobo, los únicos supervivientes de aquella aventura artística surgida al margen de manifiestos estéticos.

Después de tantos años, Cuadrado Lomas se queja de los achaques, pero no parece querer jubilarse del todo.

«A ver si este verano hago otros cuantos cuadros».

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