¿Qué esconde la casa más cara de Castilla-La Mancha?
Tiene el dudoso honor de haber tenido protagonismo en el ocaso de Banesto y en el declive de «el Pequeño Nicolás»
«¿Quién no ha fantaseado alguna vez con vivir en una casa enorme , de esas en las que tardas unos minutos en caminar de un extremo al otro, con un verde jardín y una piscina de esas ‘de película’?» Este es el reclamo con el que el portal inmobiliario Idealista pretende atraer a posibles compradores para sus viviendas más lujosas que ofrece en Internet.
Aunque parezca extraño, una de esas viviendas más caras , que las dieron a conocer a finales del pasado verano en un listado de Idealista, no se encuentra en Baleares, Cataluña o Madrid, donde está la mayoría de ellas, sino más cerca, en Castilla-La Mancha, y más concretamente en Argés (6.000 habitantes), un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Toledo.
Según el anuncio de la inmobiliaria que la vende, Propiedades Noroeste, esta vivienda valorada en 14 millones de euros y propiedad del empresario toledano Javier Martínez de la Hidalga , conocida como Hacienda La Alamedilla, «probablemente es la mejor casa palacio de la región y fue reconstruida con excelente gusto por el vicepresidente de un importante banco español».
Así de rimbombante es el anuncio de esta lujosa casa. Pero, ¿a quién se refiere el anunciante? Pues bien, he aquí el primer misterio que hay que desvelar: la persona a la que se hace mención es Arturo Romaní, quien ocupó el cargo de vicepresidente de Banesto en la etapa de Mario Conde como presidente del banco y es, además, padre del actual subsecretario de Defensa y exconsejero de Hacienda de Castilla-La Mancha, Arturo Romaní Sancho.
La finca, que empezó a venderse hace unos años por un precio de 18 millones de euros , según su descripción, consta de más de 400.000 metros cuadrados útiles, 2.208 invertidos en una casa palacio de estilo neomudéjar que se encuentra rodeada de terrazas descubiertas, jardines y fuentes en una superficie de 15.000 metros cuadrados. Incluye un jardín japonés, estanques con nenúfares, peces, tortugas, cangrejos y diferentes aves acuáticas. La propiedad tiene dos plantas, 7 habitaciones y 7 baños, y en algunas páginas web se vende junto con 22 hectáreas de olivar.
Todo un lujo de casa que tiene el dudoso honor de haber tenido protagonismo en el ocaso de Banesto y en el declive de Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como «el Pequeño Nicolás», detenido en 2014 por la Policía acusado de intentar estafar a Javier Martínez de la Hidalga , al que prometió intermediar con el Gobierno de España para lograr su venta.
Es en este punto donde la historia de la finca La Alamedilla se vuelve más oscura si cabe, ya que el Grupo IX de Asuntos Internos de la Policía Nacional que investigaba el caso advirtió al propio empresario toledano de 75 años que estaba siendo víctima de un posible fraude. Sin embargo, Martínez de la Hidalga no interpuso denuncia alguna sobre «el Pequeño Nicolás», manifestando que el dinero que dejó al joven de 23 años (25.000 euros) para la supuesta mediación fue devuelto.
En su declaración, en enero de 2015, Martínez de la Hidalga declaró sentirse estafado por Francisco Nicolás, al tiempo que manifestó su deseo de no denunciarle. El hecho es que, si no hay nadie perjudicado, el delito de estafa en el «caso Nicolay» –en clara referencia al «Pequeño Nicolás»- se diluye. No obstante, esta investigación, que incluye más piezas judiciales, no se ha cerrado aún y sigue en manos de la Justicia, pues el Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid lo derivó a la Audiencia Provincial de Madrid, donde se encuentra ahora.
Mientras tanto, la imponente casa palacio de estilo neomudéjar, situado muy cerca de la localidad toledana de Argés, aunque desconocida por muchos de sus vecinos, espera a ser vendida. La agencia inmobiliaria detalla que el lugar tiene licencia para construir un hotel de lujo de 10.000 metros cuadrados. Y concluye: «Creo que esta casa es lo suficientemente atractiva, representativa y perfecta como para hacer encuentros empresariales, celebrar eventos, bodas, hacer presentaciones, consejos y un buen sitio para acomodar a clientes muy especiales con los que se pretenda cerrar algún acuerdo, y maravillosa como casa de recreo, tal y como han disfrutado los propietarios todos estos años». El resto queda a la imaginación del interesado o al dinero que tenga guardado en el banco o debajo del colchón.
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