40 años de la proclamación de Don Juan Carlos

España volvió a ser una Monarquía tras un paréntesis de 44 años

Con Franco aún sin enterrar aquel día se interrumpió el luto oficial para proclamar a Don Juan Carlos, pero en algunos pesaba más el temor al futuro que la esperanza

Madrid Actualizado: Guardar
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España había interrumpido su luto oficial aquel 22 de noviembre de 1975. El cuerpo de Francisco Franco seguía expuesto al público en el Salón de Columnas del Palacio Real, pero en las Cortes iba a empezar una nueva etapa que no podía nacer lastrada por el duelo. Después de un paréntesis de 44 años, siete meses y ocho días, España volvería a ser una Monarquía y el acontecimiento se viviría con la solemnidad y el colorido que merecía esa ceremonia. Don Juan Carlos iba a entrar en el Congreso siendo Príncipe y, tras la jura, saldría proclamado Rey.

Toda la atención mundial estaba puesta en España, un país que había abandonado el subdesarrollo, pero cuyo futuro se mostraba incierto tras la muerte de Franco.

Los españoles también vivían el momento con una mezcla de temor y esperanza porque para la mayoría de ellos Don Juan Carlos era un enigma.

Desde la izquierda se miraba al nuevo Rey con escepticismo, pero, gracias a los contactos que había mantenido en la clandestinidad con la oposición y a la labor reconciliadora llevada a cabo por el Conde de Barcelona en los largos años del exilio, sus líderes decidieron otorgarle el beneficio de la duda. Los más próximos a Franco habían recibido el mandato de respaldar al nuevo Rey. El general había pedido en su testamento el mismo apoyo para Don Juan Carlos que él recibió en vida, y, aunque fuera a regañadientes, los franquistas no tenían otra opción.

Pero, aun así, para algunos pesaba más el temor que la esperanza y ese día, con Franco todavía sin enterrar, se resistieron a interrumpir el luto. Mientras Don Juan Carlos trataba a toda costa de marcar un antes y un después con su proclamación, los franquistas se empeñaban en ligarla con el viejo régimen.

Aunque la etiqueta para la solemne ceremonia del Congreso exigía vestir chaqué a los procuradores, algunos de ellos fueron con traje oscuro y con brazaletes negros en señal de luto. Incluso, uno de ellos acudió con la tradicional camisa azul de la Falange. Era Girón de Velasco, consejero del Reino. La única hija de Franco, Carmen, también asistió vestida de negro y, cuando el acto finalizó y los nuevos Reyes abandonaron el acto, recibió una ovación cerrada por parte de los procuradores.

El vestido fucsia de la Reina

Después de tantos años de silencio y discreción, Doña Sofía se había acostumbrado a expresarse con gestos y símbolos, y el día que iba a convertirse en Reina interrumpió el luto hasta sus últimas consecuencias. Escogió un espectacular vestido largo, color capote de torero, a juego con el bolso y los zapatos, que le habían cosido las hermanas Molinero. Cruzó sobre su pecho la banda azul y blanca de Carlos III y se prendió la Cruz de la Orden de María Luisa. También las Infantas lucieron colores claros, Doña Pilar de blanco y Doña Margarita de malva, pero no fueron ellas las que más llamaron la atención. El atuendo más simbólico del Hemiciclo fue el que llevaba la viuda de Carrero Blanco. Carmen Pichot interpretó los deseos de su difunto marido, monárquico hasta la médula, y decidió romper ese día por primera vez el luto que llevaba desde hacía casi dos años por él, cuando fue salvajemente asesinado. Pichot se vistió con un traje de color crudo y un abrigo fucsia encendido que competía en alegría con el vestido de la Reina.

Transmisión en color

La ceremonia fue retransmitida por Televisión Española en color a más de treinta países, pero la inmensa mayoría de los españoles tuvieron que verla en blanco y negro porque aún no habían renovado sus televisores. Y así siguieron hasta el Mundial de fútbol de 1982, cuando sustituyeron masivamente estos aparatos por televisiones en color. Lo que sí pudieron ver esa noche por primera vez, a las 0.05 horas, fue la imagen del nuevo Rey, con uniforme de gala, cerrando las emisiones, justo antes de que apareciera la carta de ajuste que indicaba el final de la programación.

Uno de los hechos que más sorprendieron a los españoles de entonces fue que, tras la muerte de Franco, en Televisión Española no se emitió música religiosa y clásica, como solía hacerse en ese tipo de situaciones. Por el encontrario, se retransmitió la actualidad con conexiones en directo, ceremonias incluidas, documentales y reportajes especiales.

Las ojeras del Rey

Don Juan Carlos apareció aquel día con unas enormes ojeras que sus 37 años no pudieron disimular. A la preocupación del momento se sumaba el temor a la reacción de su padre, Don Juan de Borbón, que seguía a 1.300 kilómetros de distancia, desde París y a través de la televisión, los acontecimientos que se vivían en España.

La noche debió de ser muy larga. De hecho, La Zarzuela no envió hasta las cinco de la mañana al Ministerio de Información y Turismo el texto del discurso que el nuevo Rey iba a pronunciar ante las Cortes. «Yo quería demostrar a los españoles lo que iba a hacer o lo que yo esperaba que fuera mi reinado en aquel momento», explicaba Don Juan Carlos muchos años después.«Por eso, era muy importante que, en el discurso de entrada, que fue el primero en las Cortes, dijera que quería ser un Rey de todos los españoles. Me quedé muy satisfecho y tranquilo con lo que dije en aquellos momentos porque muchos de los que estaban allí no eran muy proclives a la Monarquía, pero se dieron cuenta de qué era lo que teníamos que hacer y a dónde teníamos que ir».

Los españoles no habían oído nunca antes un mensaje como el que el Rey pronunció aquel día. La historia de nuestro país en el último siglo y medio, salvo algún corto paréntesis, había sido la historia de media España contra la otra media, y aquel día Don Juan Carlos hablaba de un futuro distinto al afirmar que quería ser «el Rey de todos los españoles». La Corona ofrecía un horizonte de concordia y reconciliación. Y, aunque en ese momento nadie se lo podía imaginar, empezaba la mejor etapa de la historia reciente.