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Mariano Rajoy y José María Aznar, en la clausura del curso de verano de FAES en julio de 2015 - ÓSCAR DEL POZO

El silencio de Rajoy frente a los dardos de Aznar

Cansado de polémicas, el presidente tiene un mínimo desahogo y pide que se le deje ejercer «de la mejor manera posible» sus responsabilidades como presidente del Gobierno y del PP

Madrid Actualizado: Guardar
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La tensión que existe en la relación entre José María Aznar y Mariano Rajoy es tan evidente como los silencios con los que responde este a los continuos dardos que se le lanzan desde la Fundación FAES. Por mucha puntería que lleven, el presidente del Gobierno raras veces se inmuta. Esta semana no fue diferente... O casi. Porque Rajoy pareció algo más harto de un tema que se repite de forma regular. Quizás por eso, cuando se le preguntó por la reflexión que acababa de hacerse en FAES, sobre el ocultamiento que el centro derecha había hecho de su ideología, se revolvió y dejó un par de «perlas» como desahogo excepcional.

En primer lugar, dejó claro que no había seguido las «reflexiones» de FAES, ni de lejos.

Había tenido un día cargado de tareas, con la reunión con el primer ministro irlandés, Enda Kenny, como plato fuerte. «Realmente es que no tiene ningún sentido que yo me dedique a comentar lo que dicen unos y otros, sobre todo sin haberlo escuchado», comentó.

Acto seguido, hizo un comentario que se ajustaba a la perfección como respuesta a los ataques y críticas procedentes de FAES: «Permítame que me dedique a ejercer de la mejor manera posible mis responsabilidades como presidente del Gobierno y del PP». El comentario se lo hizo a la periodista que le preguntó por ese asunto, pero el destinatario parecía claramente Aznar o Gallardón, como patrono de FAES y autor de la última crítica por el camuflaje ideológico del PP.

Presidencia de honor

A finales de diciembre, se produjo el penúltimo capítulo de una larga obra cargada de desencuentros entre José María Aznar y la dirección actual del PP, por el rumbo que ha tomado el partido, y el Gobierno de Rajoy. La decisión de Aznar de abandonar la presidencia de honor del PP fue el desenlace de esa historia de desencuentros con el líder del partido y presidente del Gobierno, que comenzó poco después del relevo entre ambos y se ha prolongado hasta hoy.

Los últimos reproches de Aznar se han centrado en un asunto tan delicado como la respuesta del PP al desafío independentista en Cataluña, pero tampoco ha querido morderse la lengua ante la pérdida de votos en sucesivas convocatorias electorales o la falta de perfil político que, a su juicio, ha tenido el Gobierno de Rajoy.

Reescribir la historia

También en diciembre, FAES emitió un comunicado en el que ponía en evidencia los supuestos complejos del Gobierno de Rajoy y su inclinación por aceptar y asumir la interpretación de los hechos que hacen los demás, y reescribir así la historia. Centraba sus críticas en la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, por hablar en una entrevista de supuestos errores pasados en Cataluña, y sobre todo por lamentar que el PP y el PSOE no llegaran a un acuerdo sobre la reforma del Estatuto de Autonomía.

Ante este ataque directo a su Gobierno, Rajoy pidió a los suyos mucha tranquilidad, y evitar a toda costa el ruido. El presidente es poco amigo de esta clase de polémicas, y más aún si afectan a cuestiones internas o batallas dentro de su partido y alrededores.

El ADN del PP

Aznar llegó a decir en una entrevista que el PP había perdido parte de su ADN y reclamó al partido una «rectificación enérgica, creíble y suficiente», mientras le advertía de amenazas como la de Ciudadanos. Incluso llegó a augurar que la formación de Rivera ocuparía el espacio del centro derecha y desplazaría al PP. Rajoy aguantó también el dardo envenenado y respondió con un elogio a la «estupenda» relación que mantenía, dijo entonces, con Aznar.

Con este ambiente, no extrañó demasiado que Rajoy no acudiera el verano pasado a la clausura de los cursos de verano de FAES, por primera vez desde que presidía el Partido Popular.

La última intervención de Aznar en un acto o reunión del PP fue el 21 de diciembre de 2015, ante el Comité Ejecutivo Nacional que analizó los resultados de las elecciones generales celebradas un día antes y en las que el partido perdía la mayoría absoluta. Aznar reclamó una «reflexión profunda» del PP que pasaba, dijo, por la celebración de un congreso nacional que debía ser «abierto» y en el que los militantes pudieran elegir a la dirección del partido.

Las críticas de Aznar a la labor de su partido por los resultados electorales vienen de antes, exactamente de las elecciones europeas de 2014 y, sobre todo, de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, cuando los populares perdieron buena parte de su poder territorial.

Pero los dardos de Aznar al PP de Rajoy han ido dirigido a muchos ámbitos, no solo electorales o por el perfil político del Gobierno, sino también por cuestiones económicas, sobre todo por las subidas de impuestos y el control del gasto. «Impuestos altos, déficit y deuda son lo contrario del círculo virtuoso para la economía española», aseguró Aznar en una de sus últimas intervenciones. «Me parece que no es bueno que se asiente la creencia de que la única forma de reducir el déficit público consiste en subir los impuestos ni que se vea el déficit público como elemento generador de crecimiento y empleo, y que se acuda a la deuda como un recurso indoloro para pagar el Estado del bienestar», aseguró.

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