Acusados del caso Nóos
Acusados del caso Nóos - EFE

Los secundarios del caso Nóos

Tanto la mayor parte de los acusados como de los letrados han pasado desapercibidos a lo largo de la vista oral

Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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Del total de 17 acusados del juicio del caso Nóos, la mayoría siguen siendo aun hoy poco o nada conocidos, a pesar de que durante medio año les hemos visto salir casi más en televisión que a Pablo Iglesias o a Belén Esteban. De ese modo, junto a los grandes protagonistas de este proceso, que todos conocemos, nos encontramos a quienes han sido considerados casi siempre como secundarios. Entre estos últimos se encontrarían algunos antiguos altos cargos del Gobierno balear y de la Generalitat Valenciana.

Y luego estarían quienes, sin ser citados de continuo, sí han contado en algún momento con un papel más o menos estelar, como el expresidente balear Jaume Matas, el exdirector general de Deportes José Luis «Pepote» Ballester, el exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau o el excontable del Instituto Nóos, Marco Antonio Tejeiro.

En ese mismo grupo se encontraría también el exasesor fiscal Miguel Tejeiro, que si bien en el último instante dejó de tener la condición de acusado, brilló más que dignamente durante su tortuosa y dilatada comparecencia como testigo.

La misma circunstancia de una popularidad a veces oscilante o poco definida se ha dado también con algunas acusaciones y defensas. Todo el mundo conoce al fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, o a la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, pero si en una hipotética versión jurídica del Trivial nos preguntasen, por ejemplo, cómo se llama la letrada que ha intervenido como representante de la Abogacía del Estado en esta causa, seguramente no todos acertaríamos. Para no dejar de ganar un «quesito» del Trivial si se diera el caso, podemos recordar ahora que esa abogada se llama María Dolores Ripoll.

Si con los representantes de algunas acusaciones todavía hoy nos perdemos, y sólo son seis en total más sus ayudantes, ya se pueden ustedes imaginar que no siempre ha sido fácil ubicar correctamente a todos los abogados que han intervenido o aún intervienen en esta causa. Por ese motivo, con el tiempo ha acabado resultando casi indispensable contar con una buena «chuleta», analógica o digital, pues además raramente era posible tener también en la cabeza los nombres de los seis abogados de la Infanta. Hasta la presidenta del tribunal, Samantha Romero, ha dudado en alguna ocasión en ese sentido.

Por esa razón, a menudo también ha ayudado a clarificar un poco las cosas distinguir entre los abogados de la denominada rama balear del caso Nóos y los letrados de la denominada rama valenciana. La principal diferencia entre unos y otros ha sido que los primeros han llegado a un acuerdo con la Fiscalía y los segundos no. O dicho de otro modo, Ángel Aragón, Gaspar Oliver, José Ignacio Herrero y José Zaforteza han reconocido parte de culpa en la actuación de sus defendidos, mientras que Antonio Reyes, Luisa Burillo, Josefa Roselló, Vicente Grima y Jesús Bonet han considerado que sus clientes no habrían cometido ni siquiera el más mínimo desliz.

Los abogados mallorquines y valencianos del caso Nóos quizás no tengan la ironía y la locuacidad del letrado de Diego Torres, Manuel González Peeters, ni la exquisitez formal del representante legal de Iñaki Urdangarín, Mario Pascual Vives, pero son buenos abogados. Así lo han podido constatar sus respectivos defendidos a lo largo de estos meses. Dos de esos letrados, Herrero y Reyes, se atrevieron incluso a competir con Horrach y López Negrete a la hora de utilizar citas.

Herrero, más moderno, parafraseó al músico de Extremoduro Roberto Iniesta: «Me enseñaron a vivir en la opulencia, pero yo prefiero ser un indio que un importante abogado». Reyes, algo más clásico, utilizó una de las sentencias más conocidas de Antonio Machado: «La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero». Bien podríamos nosotros concluir esta crónica empleando también otra cita, esta de Baltasar Gracián: «Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo».

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