Sánchez, Rivera e Iglesias
Sánchez, Rivera e Iglesias - ABC

El Gabinete del «cambio» que busca Sánchez: la cuadratura del círculo

Pretende un acuerdo harto complejo: un Ejecutivo de «progreso» junto a Podemos y Ciudadanos, que se vetan entre sí

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La única suma aritmética que tiene Pedro Sánchez al alcance de su mano es un pacto con Podemos e Izquierda Unida que sea apoyado también por los partidos nacionalistas. Sánchez dijo ayer que no lo haría, «por convicción». Sus opciones se reducen y el calendario de su partido le apremia.

Iglesias carga contra el líder del PSOE: «Vende lo que no tiene»

Visiblemente molesto y hasta desconcertado ante la actitud de Pedro Sánchez, el líder de Podemos aseguraba ayer «no dar crédito» tras escuchar al líder socialista hablando de un posible acuerdo que englobara a PSOE, Ciudadanos y Podemos. Es, dijo, «imposible»; «Sánchez ha querido vender algo que no tiene».

Iglesias acusó al candidato socialista de «ambigüedad e hipocresía» en su actitud, puesto que sólo hay, a su juicio, «dos posibilidades de gobierno»: el que conformarían PP, PSOE y Ciudadanos, y el que uniría a PSOE, Podemos e Izquierda Unida.

Aunque se considera capaz de llegar a «acuerdos puntuales» con Ciudadanos, con cuyo líder tiene una buena relación, insistió en que «es imposible formar un gobierno conjunto» porque sería «como acordar con el PP en diferido».

Iglesias acusó al candidato socialista de «ambigüedad e hipocresía» en su actitud

Por si a alguien le quedaba alguna duda, aclaró que no se plantea tampoco una abstención de Podemos ante un pacto PSOE-Ciudadanos, porque «evidentemente, eso sería un acuerdo de gobierno, y lo descarto por activa y por pasiva».

Iglesias estaba estupefacto, o eso hizo ver en su comparecencia pública, por la actitud de Pedro Sánchez: «Con el peor resultado de su partido, tiene la oportunidad de ser presidente del gobierno, y lo lógico es ponerse a trabajar», «contestar a la oferta de gobierno de cambio que le hicimos hace diez días y no estar esperando a Mariano Rajoy». A juicio de Iglesias, «los españoles no están para esperar más tiempo, y que les tomen el pelo». E ironizó: «Esperando a formar gobierno nos van a salir canas».

Siguiendo con su batería de ataques a Sánchez, se preguntó si el líder socialista podría estar afectado por el «virus Rajoy del inmovilismo». Al presidente en funciones prácticamente no se refirió, más que para criticarle que realizara sus comparecencias como candidato en el Palacio de la Moncloa y no «en el Congreso, como hacemos los demás».

En todo caso, Iglesias aseguró mantener su «mano tendida» hacia el PSOE «por enésima vez», y de paso recordó que «sus bases quieren un acuerdo de progreso, porque lo que está rompiendo España es la desigualdad».

Rivera tiende la mano a Sánchez para lograr un Gobierno estable

Albert Rivera se destacó ayer como el líder más conciliador y dispuesto a alcanzar un acuerdo con Pedro Sánchez. El presidente de Ciudadanos tendió la mano al secretario general del PSOE para alcanzar «un Gobierno con garantías parlamentarias», con el que tiene intención de hablar hoy mismo para impulsar unas mesas de negociación técnicas y políticas con representantes de PSOE y Ciudadanos.

Rivera insistió en buscar un «acuerdo amplio que con geometría variable saque adelante reformas». Asimismo, celebró que haya «por fin» un candidato a la investidura frente a los vacíos legales que algunos anunciaban. «El Rey ha demostrado que sólo había un vacío de sentido de Estado que es el que Rajoy cometió al no someterse a la investidura».

El portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, ya advirtió por la mañana, que aunque se quiere negociar tanto con PP como con PSOE, «la iniciativa» será para el partido cuyo candidato propusiese el Rey para la investidura. Girauta aseguró que quien sea el candidato es algo importante «desde el punto de vista cualitativo». Pero insistió en que espera sumar también al PP, que en cualquier caso «va a ser necesario por activa o por pasiva».

«El Rey ha demostrado que sólo había un vacío de sentido de Estado que es el que Rajoy cometió al no someterse a la investidura»

Unas negociaciones en las que Rivera pretende destacar sus «coincidencias» con el PSOE, con quien le une el respeto «al marco constitucional, la sociedad de bienestar o la economía de mercado». La única línea roja será el respeto a la soberanía nacional recogida en el artículo 1 de la Constitución. La voluntad de Ciudadanos para el acuerdo llega hasta el punto de que Girauta se mostró consciente de que habrá que ceder en algunos aspectos: «Suavizaremos nuestras posiciones en todo aquellos que no constituya una amenaza ni para la igualdad ni unión de los españoles, así como el proceso de integración en Europa. Dentro de ese marco, tenemos claro que hay que consensuar».

Rivera no quiso aclarar si su compromiso con ese Gobierno estable podría llevarle a entrar en el Ejecutivo, algo de lo que siempre ha recelado. Sí es partidario de incorporar independientes para lograr un Gobierno «con amplia representación de todos los que formamos parte de ese acuerdo».

Satisfacer las necesidades del PNV tener dar su apoyo

El PNV se obstina en jugar al gato y el ratón, sin querer posicionarse abiertamente a favor de una formación de Gobierno liderada por Sánchez. Con un «ya veremos» eludía mostrar sus preferencias anoche el portavoz parlamentario Aitor Esteban, entrevistado en RNE. «Nadie se ha puesto a interpretar la melodía», insistía en excusarse para no responder cuál le suena mejor. Actitud que contrasta con la del propio lendakari, Iñigo Urkullu, capaz de admitir que un pacto encabezado por el PSOE«abriría la posibilidad» a que ellos se sumarán.

Esteban tachó de «generalidades» los grandes ejes descritos por Sánchez en su comparecencia y se limitó a admitir que «quizás puedan salir cosas provechosas» de una negociación. Pero insistió en que las aspiraciones de su partido -el reconocimiento de la «nación vasca», el «derecho a decidir» y la bilateralidad- no constituyen «líneas rojas»a la hora de sentarse a hablar.

Es el perfil bajo aplicado por el PNV después de que varios representantes advirtieran de que no iban a «dar gratis» su apoyo, y apuntaran como condiciones esas tres grandes coordenadas de alto voltaje soberanista.

Esteban tachó de «generalidades» los grandes ejes descritos por Sánchez en su comparecencia

Insiste ahora el PNVen que su pretensión no pasa por trasladar exigencias, sino por poner sobre la mesa la «agenda vasca». «Cuando uno define las cosas, tampoco pretende que mañana por la mañana esté ya todo el camino allanado y resuelto, y se vaya a cumplir ese cien por cien de las expectativas», apuntaba Esteban por la mañana en Radio Euskadi.

Al tiempo, sin embargo, Jokin Bildarratz, portavoz en el Senado, aseguraba en la Cámara Alta que su partido se sentiría «cómodo con cualquiera de las fórmulas que tenga en cuenta nuestras sensibilidades, todas aquellas que Rajoy se ha negado siquiera a tratar».

Y el propio Esteban advertía de que no renuncian a su hoja de ruta. «No sé si en este momento o en el futuro, pero», señalaba, «en cada ocasión que se nos presente, ésa es la línea trazada».

«En algunos ámbitos podríamos estar de acuerdo con el PSOE», fue lo máximo que concedió el portavoz en RNE. El PNV prefiere esperar a que Sánchez le aclare «qué ofrece» antes de hacer explícito que comparten sintonía.

ERC, ante el dilema de «cuanto peor, mejor»

El soberanismo no va a regalar su abstención. CDC y ERC afrontan una hipotética negociación con el PSOE con un planteamiento que, ahora mismo, hace imposible el acuerdo si Pedro Sánchez no cruza las «líneas rojas» que le trazó el Comité Federal de su partido.

Embarcados en un plan que pretende lograr la «desconexión» de España en 18 meses –aunque el calendario preciso es motivo de discrepancia entre CDC y ERC–, la posibilidad de dar apoyo, o abstenerse, en la investidura de Pedro Sánchez no es algo que ahora contemplen ambas formaciones, aunque bien es cierto que, como reconocen los partidos, todavía no han escuchado ofertas.

ERC y DiL están embarcados en un plan que pretende lograr la «desconexión» de España en 18 meses

De manera clara Convergència, y aún de manera más rotunda Esquerra, el punto de partida que plantean ambos partidos es el reconocimiento del mandato de las elecciones del 27-S. Es decir, la «plena soberanía», según expresión de los republicanos. Pese a esta posición a priori inamovible, y así comienza a hacerlo saber su entorno, empieza a cundir la idea de que ambos partidos van a tener muy difícil justificar ante su electorado independentista, y ante el votante catalanista que dicen querer atraer, un «no» a un gobierno de izquierdas.

Que el PP, demonizado durante tantos años, tenga posibilidad de volver a gobernar por la negativa de los independentistas enfrentaría a este movimiento a un fuerte dilema. Más aún, si un gobierno PSOE-Podemos abre el camino a una reorganización territorial que sea sustancial, el soberanismo tendrá que optar entre el «cuanto peor mejor» que para ellos representa el PP, abonando la vía rupturista, o un tipo de solución posibilista. Medios muy próximos a CDC reprochan al soberanismo que se ausente y no saque réditos del momento por la vía de no comparecer, como ha hecho la CUP.

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