Manuel Marín

Algo está roto en el PSOE

Manuel Marín
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Algo se rompió en el PSOE el 20 de diciembre y ese «algo» sigue sin recomponerse. Y así continuará hasta que el partido decida abrirse en canal una vez más, sacrificar a Pedro Sánchez y empezar la operación para tratar de desmantelar a Podemos desde cero. El Comité Federal del sábado no discutía solo cómo actuar en un caso extremo de bloqueo de esta legislatura para impedir la celebración de nuevas elecciones en noviembre. Ni siquiera lo aclaró, más allá de rubricar el lugar común de que en una primera sesión de investidura el socialismo se opondrá en bloque a facilitar la labor a Mariano Rajoy. Sencillamente, está alargando en el tiempo su crisis interna en la confianza de que terminará contagiando a Mariano Rajoy.

De hecho, la decisión que pueda adoptar el PSOE si la legislatura llega al abismo en octubre de nuevo sigue siendo incierta porque el PSOE está roto en dos.

La mayor frustración, de momento, se la llevó el «clan de la tramontana», esos secretarios generales de Baleares, Cataluña o Castilla y León que han fracasado después de empujar a Pedro Sánchez a pactar a la desesperada una legislatura con Podemos y los independentistas con tal de que el PP no gobierne. Y la resignación, los barones de peso –Andalucía, Comunidad Valenciana, Extremadura o Castilla-La Mancha-, que asumen como un mal menor que el PSOE pueda llegar a abstenerse en el último instante para no repetir comicios, y gozar de la excusa perfecta para mover la silla a Sánchez en el congreso federal. Si de algo sirvió el Comité del sábado fue para generar más confusión respecto a la inevitable investidura de Rajoy y para dar como oficialmente inaugurado el periodo sucesorio del secretario general.

La tentación de Sánchez por gobernar apenas duró unos minutos en la misma noche electoral. Sumó escaños dejando al margen a Ciudadanos y al PP… y el resultado era una extraña macedonia que mentalmente rebautizó como la «mayoría del cambio». Le cuadraba. Pero voces autorizadas le hicieron aterrizar de inmediato. No puede estar legitimado para gobernar quien ha obtenido 85 escaños de 350, quien ha cosechado los dos peores resultados del PSOE en toda su historia, y quien además solo ha ganado en tres de 52 provincias. Habría sido forzar demasiado la máquina. Con el muro de contrapeso que supone el «no» del Comité Federal para intentar cualquier otra iniciativa que no sea liderar la oposición, el primer mensaje a Sánchez está lanzado. «Ni lo intentes». Y el segundo ya lo intuye… Tendrá rivales en el Congreso porque hay quien le ha sentenciado para reconquistar la izquierda.

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